Parte sin título 4

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(Regina)

Algunos días habían pasado. Hacía dos semanas que conocía a Emma Swan y aun sabiendo bastantes cosas de ella, todavía tenía la impresión de que, en el fondo, no sabía nada sobre ella. Esa era la sensación que aquella mujer dejaba en las personas, Emma era una incógnita que te prendía y te hacía enloquecer lentamente intentando descifrarla.

Las clases continuaban y el periodo de exámenes se acercaba, cosa que siempre me dejaba nerviosa, incluso con mi buen desempeño. Como me había estado viendo con Emma bastante en esas dos semanas, estaba preocupada por si no me iba tan bien en los exámenes, por eso empecé a estudiar como loca, encerrándome en el cuarto y no saliendo para nada, ni para comer.

En ese poco tiempo de amistad, ya había estado en casa de Emma más de una vez. Sus padres siempre me recibían con mucha cordialidad y me quedaba bien claro que era bien recibida en ese sitio, lo que hacía que, en seguida, me sintiera a gusto. Lo único que encontraba extraño era el hecho de que Emma aún no me había llevado a su taller particular, y eso dejaba en el aire un aura de misterio.

Belle insistía en que Emma y yo estábamos en una especie de lento enamoramiento como en el siglo pasado, pero yo encontraba su hipótesis ridícula. En mi cabeza era inconcebible que alguien tan atrayente como Emma Swan pudiera sentirse atraída por mí. Ella era inteligente, casi rozando la brillantez, tenía un talento increíble para la pintura, un porte físico de atleta que me había enterado que era a causa de la natación, ciclismo, ejercicios de musculación caseros y carreras matinales y nocturnas. La noticia me animó, porque yo adoraba correr, así que empezamos a correr juntas todos los días.

Yo aún no había invitado a Emma a mi casa, porque, sinceramente, tenía miedo de la reacción de mi madre. Cora Mills no era una persona confiable, mucho menos amable y cordial como la madre de Emma. Además, mi madre tenía reticencias con la homosexualidad, principalmente con la mía, por lo que generalmente sus palabras me herían, al contrario que a Zelena que le entrada por un oído y le salía por el otro lo que ella dijera.

El viernes por la noche, Emma me invitó a salir, pero le dije que no podría, pues tenía que estudiar, y me extraño que no volviera a responderme. Me quedé preocupada pensando que, tal vez, se había enfadado, pero me equivocaba.

De alguna manera, Emma saltó la valla y escaló la pared, apareciendo en el balcón de mi cuarto, y golpeando los cristales cerrados.

«¡Emma! ¿Qué haces aquí?» pregunté asustada, abriendo el cristal y viéndola saltar hacia el interior de mi cuarto como si fuera un animal.

«¡Wow!» dijo, mirando a su alrededor «Libros...muchos libros...ropa...Guay tu cuarto» hablaba algo abobada, y noté que nuestro ambiente acostumbrado ya estaba ahí, riéndonos como idiotas «Dijiste que no podías salir porque tenías que estudiar, así que pensé en venir a estudiar contigo»

Puse mis manos en la cintura y levanté una ceja. Emma se sentó en mi cama y ojeaba los libros, que estaban sobre la mesa, con la mayor confianza.

«¿Estudiar conmigo? ¿Vas a estudiar psicología conmigo?»

«¿Qué ocurre?»

«Es un viernes por la noche, pensé que querías salir, divertirte»

«Quería, pero quería salir contigo» me miró sonriendo mientras pasaba las páginas de mi libro de neurología «Pero si tienes que estudiar...Vamos a estudiar»

Seguía sin creer que Emma Swan había invadido mi casa para estudiar conmigo. Ella era una artista, le gustaban los deportes, no la ciencia.

«¿Qué estás estudiando? ¿El cerebro?»

Tintas y sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora