Parte sin título 18

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En cuanto llegamos, fuimos a montar la tienda. Esta vez usamos una tienda más grande, que parecía una gran cabaña. Recogimos después troncos y los dejamos a mano para que al anochecer pudiéramos encender una hoguera.

Cogí mi caballete y coloqué un lienzo en blanco en él. Saqué mi paleta y puse un poco de cada color de pintura, y solo con el biquini puesto, comencé a pintar. Pinte el mar que mis ojos divisaban, aquel hermoso océano que era testigo de mi amor y el de Regina.

Ella, que comía sentada en la arena, se levantó, se golpeó las manos en el trasero y corrió hacia el mar, quedando delante del espacio que yo estaba pintando. El viento despeinaba sus cabellos castaños y el brillo del sol dejaba sus ojos más claros e intensos, me miraban fijamente y Regina sonreía como una niña pequeña.

No resistí y comencé a pintarla en mitad de mi paisaje. Pinté su maravilloso cuerpo, llevaba un biquini negro, dejando en evidencia cada curva increíblemente perfecta de su cuerpo delgado y pequeño. Regina era tan hermosa que me quitaba el aliento.

Me quedé pintándola por un largo rato y cuando terminé el cuadro, vino hacia mí corriendo. Me abrazó por detrás, apretando mi cadera, besando mi hombro desnudo.

«Cada día que paso me impresiono más con tu talento. Tus trazos...Dios mío, ¡eres tan increíble!» besó mi mejilla y me apretó con más fuerza, su cuerpo medio desnudo pegado al mío me hacía suspirar «Siempre me dejas más bonita de que lo realmente soy»

Sentí mis mejillas enrojecerse. Incluso llevando dos saliendo, siempre me avergonzaba con sus elogios. Regina me llenaba siempre de ellos, llegaba a exagerar, pero aun así eran adorables.

Apreté sus manos y ella me soltó un poco, lo suficiente para que me girase y me pusiera frente a ella, y pasé mis brazos por su cuello.

«Eres hermosa» afirmé «La mujer más hermosa, encantadora, deslumbrante de este mundo. No por nada me rendí a ti...completamente...»

«¿Completamente?» su sonrisa era una mezcla de malicia y encanto, y enseguida sus manos apretaban mis lumbares desnudas, y sus dedos estaban metiéndose en las braguitas de mi biquini, apretando mis nalgas «Adoro esa idea de tenerte rendida a mí»

«¿La adoras, eh?» mojé mis labios y los rocé en los suyos de manera provocativa

«Uhmm...» sus dedos se deslizaban aún más hasta que sus manos se abrieron completamente en mi trasero apretándolo firmemente, que me hizo quedarme de puntillas, con mi cuerpo pegado al de ella «Estoy loca por ti, Emma. Loca por tu cuerpo, por tu aroma...» rozó la nariz en mi mejilla y descendió, haciendo un camino, hacia mi cuello, haciéndome cerrar los ojos y agarrar sus brazos.

«Regina...» gemí bajito mientras ella chupaba con fuerza en el centro de mi cuello.

Me condujo al interior de nuestra tienda y me recostó sobre el edredón, poniéndose encima de mí. Deslicé las manos por su espalda y tiré del fino biquini, abriéndolo. Sus largos cabellos caían por los laterales de su rostro como una cascada, entonces los agarré y nos miramos profundamente.

«Nunca voy a dejar de sentirme así» susurró

«¿Así cómo?» pregunté tímidamente

«Como si el mundo fuese a acabarse cada vez que te toco. Como si yo naciese de nuevo cada vez que tú me tocas»

Os sonhos mais lindos sonhei

De quiemeras mil um castelo ergui

E no teu olhar, tonto de emoçao

Tintas y sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora