Mi enamoramiento con Emma estaba despegando poco a poco, así como toda nuestra relación. Ella seguía bastante ocupada a causa del trabajo con el padre, del que siempre se me estaba quejando, y yo me ocupaba mucho con los estudios y las sesiones de terapia, que pasaron a ser semanales.
Una de las obligaciones de un estudiante de psicología es que también él debe hacer psicoterapia, pues si no se conoce lo suficiente a sí mismo, no será capaz de aplicar terapia en otras personas. Pero yo no hacía terapia solo por eso, realmente me gustaba. Era un espacio único donde podía compartirlo todo, incluso podía hablar de Emma.
Los estudios estaban cada día más difíciles. Era mucho contenido para leer y asimilar, además de que el curso que estaba haciendo exigía de mí una carga emocional fuera de lo normal para lidiar con cosas de las que las personas "normales" no se darían cuenta. Mis prácticas de atención clínica no habían empezado, pero las visitas a las instituciones sí.
Me acuerdo perfectamente de un miércoles, la primera vez que pisé un hospital psiquiátrico, el principal de Storybrooke. Mi clase y yo fuimos con mi profesor de psicopatología y pasamos unas horas allí. Lo que vi en aquel lugar jamás me abandonaría por el resto de mi vida y haría que me replanteara todo lo que yo consideraba importante. Allí, en el hospital, conocí a personas con trastorno de la personalidad, incluso con personalidad antisocial. Hablé con personas que sufrían de las más diversas dolencias que tenían que ver con la mente, me asusté cuando una chica con trastorno bipolar se acercó a mí, pues estaba muy nerviosa y hablaba cosas inconexas, pero nada se comparó a lo que sentí al ver a un chico gritando y llorando mientras los enfermeros lo agarraban para aplicarle la medicación, pues estaba teniendo un ataque psicótico.
Aquel día fue difícil y pesado, tanto que llamé a Emma para que me viniera a buscar y vino corriendo en su adorable escarabajo amarillo. Y sin razón, lloré durante un largo rato en sus brazos, recibiendo el mejor consuelo posible.
Emma y yo estábamos aún más unidas que antes, si es que era posible y en algunas ocasiones en que mi madre no se encontraba, Emma venía a mi casa a charlar con mi padre, pues él la adoraba. Tomábamos té los tres y conversábamos bastante hasta que se acercaba la hora de llegada de mamá, entonces nos marchábamos.
Y hablando de mamá, nuestra relación cada día iba a peor. Ni siquiera hablábamos. Me estaba tratando con indiferencia, quizás fuese una táctica para ver si yo iba tras ella, y ya podía hacerme chantaje emocional y exigirme que me separase de Emma, pero no haría ninguna de las dos cosas: ni ir tras ella ni dejar a Emma.
Aún con toda la felicidad de una pareja reciente, notaba que Emma estaba abatida y más introvertida de lo normal, y deduje que se debía al hecho de que su padre la presionaba cada vez más, exigiéndole lo que ella no podía darle.
David quería que Emma se esforzase más, que aprendiese a luchar y disparar y comenzase a acudir a avisos en la calle junto con él, como una policía, pero ella no quería eso. Yo tampoco, porque además de ser peligroso, no era lo que Emma deseaba para sí y yo la apoyaba fuese cual fuese su decisión.
Como si fuera una gran coincidencia del destino, en el mismo día Emma y yo tuvimos una fuerte pelea en nuestras casas. Yo con mi madre; ella, con su padre. Y por razones parecidas: no éramos lo que ellos querían que fuésemos.
Mi madre esperaba una hija sofisticada y arrogante, que se casase con un hombre, preferentemente muy rico. Y David esperaba que Emma fuese una policía valiente, y no una artista. Ambos estaban frustrados y volcaban esa frustración en nosotras de la forma en que podían.
But nothing's greater than the rush
That comes with your embrace
And in this world of loneliness
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Tintas y sombras
FanfictionTRADUCCIÓN del fin portugués Titas e sombras de Françoso. Regina Mills e una estudiante de Psicología retraída y tímida que conoce a la romántica y visceral Emma Swan, una pintora que estudia en la misma Universidad. Las dos se enamorarán, pero su a...