Me desperté como si tuviera resaca. Mi cabeza latía y sentía todo mi cuerpo extraño, dolorido y adormecido. Probablemente me habían metido un mogollón de medicamentos en vena, lo que explicaba los cables en mis brazos. Abrí los ojos somnolienta, apenas conseguía mantener los párpados abiertos y lo poco que lograba ver, daba vueltas.
Estaba en medio de un cuarto todo blanco y prácticamente vacío e inmediatamente reconocí aquel ambiente. Era el hospital psiquiátrico. Y darme cuenta de eso me dejó profundamente angustiada y triste. No era por el personal. Tras un tiempo me encariñé con el lugar y las personas de allí, pero estar echada en una cama del hospital significaba que había sido internada...de nuevo.
Lentamente fui recobrando la memoria de los últimos acontecimientos antes de desmayarme y recordé que estaba en un hotel con Regina, pero no tenía idea de cómo había ido a parar al hospital.
Levanté despacio el brazo y vi mi mano completamente vendada. No sentía dolor, pero algo hormigueaba en mi piel. Seguro me habían dado puntos.
Toqué mi rostro con la otra mano y me sentí profundamente confusa. Recordaba estar con Regina y sabía que estaba en el hospital, pero todo parecía confuso y desordenado en mi cabeza. Recordé las voces y lo que me habían dicho...Y en una fracción de segundo, un zumbido comenzó en mi cabeza.
«No...» imploré a Dios, con mis ojos llenos de lágrimas.
Sabía muy bien lo que significaba el zumbido y lo que venía con él: más voces.
Los susurros...Varias voces al mismo tiempo, masculinas y femeninas, ofensas y burlas...Todo al mismo tiempo, sin intervalo, sin parar.
"¡Idiota, eres una fracasada!", "Te vas a quedar internada para siempre...para siempre", "Idiota, idiota, idiota", "¡Te van a torturar, te van a arrancar el cerebro!"
Eran tantas voces, tantas frases y ofensas que no conseguía detectar muchos de los mensajes que decían.
Todo mi cuerpo comenzó a temblar, sentía escalofríos. Era aterrador...estar en un cuarto de hospital sola, escuchando aquellas voces...sin poder contenerlas, sin poder librarme de ellas, aun sabiendo que solo existían en mi mente...
«¡Paren, por favor!» grité, llorando, poniendo mis manos sobre las orejas, temblando sobre la cama «¡No quiero escucharlos! ¡Paren!»
Era de locos, podía escuchar una voz en un oído, y otra, en el otro. Una repetición, como un disco rayado: "Estúpida, estúpida, estúpida", "Idiota, idiota, idiota, idiota!. Una voz era más burlona, baja, aterradora. La otra más alta, incisiva. Y en medio de ellas había ruidos aún más aterradores, ruidos altos, enloquecedores.
Comencé a moverme en la cama, desesperada.
«¡NO! ¡SOCORRO!» grité «¡DÉJENME EN PAZ! ¡MARCHENSE! ¡MARCHENSE!»
Y entonces mi cuarto fue invadido por hombres vestidos de blanco.
"¡Te van a robar el cerebro!" "¡Idiota, van a matarte!", "No seas estúpida, no dejes que te toquen"
Miré asustada a los hombres, que se acercaban a la cama, incluso uno de ellos llevaba guantes y tenía una jeringuilla en las manos.
«¡No! ¡No! ¡APARTENSE!» les grité, encogiéndome en la cama
«Tenemos que darle la medicación» uno de ellos dijo con voz calmada y baja
«¡NO QUIERO!» Me van a robar el cerebro...me van a matar, lo sé. Van a robarme el cerebro, me lo van a sacar, no pueden...no quiero, no. Márchense. Déjeme en paz. Todos ustedes»
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Tintas y sombras
Fiksi PenggemarTRADUCCIÓN del fin portugués Titas e sombras de Françoso. Regina Mills e una estudiante de Psicología retraída y tímida que conoce a la romántica y visceral Emma Swan, una pintora que estudia en la misma Universidad. Las dos se enamorarán, pero su a...