Capítulo 33: Deseo a la estrella fugaz

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En un árbol estaba colgando Ranma, extrañado por cómo se encontraba, su cabeza colgaba mientras que con sus piernas dobladas se sostenía de la rama, pero lo peor es que en sus muñecas tenía unas rocas que fungían como pulseras. Se preguntaba de dónde las había sacado Soun.

—Muy bien Ranma, esto es simple, sólo harás 10 abdominales, claro sin caerte del árbol —indicó Soun.

—Solo diez... —Ranma hizo todo lo posible porque sus manos alcanzaran sus rodillas pero apenas se flexionaba un poco y ya no aguantaba, las piedras era el gran impedimento.

—¡Papá! —exclamó Akane que llegó—. ¿No crees que eso sea demasiado pesado para él? —señaló.

—¡A ti que te importa, esto no es demasiado pesado para mí! —contestó Ranma, molesto, sintió que le habían dicho debilucho.

—Claro que no, Akane, él tiene la aptitud para hacerlo y con eso basta —apoyó Soun.

—Bueno, qué más da, ¿cuántas abdominales tiene que hacer? —le preguntó por curiosidad a su papá.

—Diez —Soun no quitaba sus negros ojos de su pupilo.

—¿Qué? ¿Sólo 10? ¡La primera vez que me pusiste ese entrenamiento me pediste que hiciera 300!

—Pero es que tú ya podías hacerlo

—¡Tenía 9 años, animal!

Ranma vio la discusión entre Akane y su padre, ella le reclamaba y él sólo se defendía con excusas estúpidas.

«Sí Akane hizo 300, yo haré 500» se dijo Ranma mentalmente, frunciendo el entrecejo, estaba decidido, no iba a dejar que esas rocas aferradas a sus muñecas lo detuvieran.

—¡Es un milagro que todavía siga con vida teniendo a una bestia como padre! —exclamó Akane mirando con rencor al bigotón.

—Uno —escucharon los dos, dejaron de discutir al ver a Ranma haciendo su primer abdominal.

En el rostro de Ranma se reflejaba el gran esfuerzo realizado, el sudor ya le estaba deslizando en su piel, otra vez el chico volvió a hacer otra abdominal.

—Dos.

—¡Muy bien Ranma, sigue así! —animaba el señor Tendo.

—Bah, mientras que no le empieces arrojar piedras como a mí —recordó Akane, cerrando los ojos y cruzó los brazos poniéndose de perfil como si lo que hiciera Ranma no fuera la gran cosa.

Akane abrió un ojo para ver a Ranma que ya iba por la tercera abdominal, sonrió alegremente, pero notó que las piernas del chico le temblaban. Ágil y veloz subió por aquel árbol, llegando a la rama donde se encontraba Ranma.

—Necesitas mantener más fuerza en tus piernas también —le dijo la chica, se quitó el cinturón del gi para luego amarrar los tobillos del chico a sus piernas—. Así no te caerás, si te cansas, háblame, yo estaré al pendiente, también por si mi papá se le ocurre arrojarte rocas.

La chica saltó desde la rama, cayendo con gracia al suelo, le dedicó una mirada especial haciendo que Ranma terminara sonriéndole agradecido.

—¿Trajiste analgésicos y el ungüento para dolor muscular? —preguntó Soun, Akane asintió—. Menos mal, así el chico podrá caminar para mañana.

—Bueno, yo seguiré entrenando por aquí cerca —avisó Akane.

—Suerte —Soun le mostró el dedo gordo de la mano izquierda.

Akane y medio PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora