Capítulo 73: El sirviente de los Saotome.

971 58 19
                                    


Pasaron los días en el hospital, recuperándose de las fracturas. Regresaron a casa y fueron recibidos con una cálida sorpresa donde estaban todos sus amigos y rivales en una convivencia amistosa, usando el dojo como lugar de reunión. La alegre música le daba un ambiente bonito, los regalos por parte de los amigos de la escuela, anécdotas entre tantas cosas que contar, como que Nerima había sido la ciudad más pacifica mientras ellos se recuperaban, al principio los jóvenes prometidos entrecerraron los ojos con molestia, pero a los dos segundos se echaron a reír.

Los días que estuvieron en reposo en casa fueron los más pesados para los practicantes de artes marciales, pues el doctor Tofú les había prohibido cualquier esfuerzo físico. Durante ese tiempo pudieron practicar, pero con movimientos limitados.

Se sintieron liberados cuando les quitaron el yeso, afortunadamente se habían recuperado pronto, sólo tenían que ir a ver al doctor hasta dentro de dos semanas, pero todavía tuvieran sus precauciones a la hora de entrenar.

Ranma fulminaba con la mirada al cerdo que no se despegaba de Akane, mientras que la peli azul quería desgreñar a Shampoo, a Ukyo y Kodachi que prácticamente se la vivían en la casa de los Saotome, argumentando que el pequeño de la familia todavía requería "cuidados especiales".

—Resbalosas —musitó Akane con coraje cuando Ukyo y Shampoo se peleaban por llevarle la comida a la recamara de Ranma, mientras que Kodachi se reía como loca, saltando por encima de ellas, regocijándose que les iba ganando y soltando sus pétalos de rosas por todo el camino.

La sien de Akane le temblaba, por lo que mejor se metió a su habitación.

—Es increíble que ese estúpido de Ranma se deje consentir por ese trío de locas descerebradas... Aaaaishhh —Akane dio un pisotón.

A los pocos segundos estaba saltando en un pie porque sintió un terrible calambre y dolor al haber dado el pisotón con el pie recién recuperado mientras que las lágrimas de dolor le escurrían por los ojos.

La madre de Ranma se quedó con él una vez que les pidió amablemente a las chicas que se marcharan, con Shampoo fue más directa, prácticamente la empujó fuera del cuarto de su hijo.

—Esto no ayuda, ¿sabes? —inquirió la señora Saotome, sentándose en la orilla de la cama.

—¿Qué? —Ranma no entendió.

—El hecho de que esas chicas se la pasen casi todo el día aquí, eso no te ayuda para que puedas hacer las paces con Akane, después de todo, fue tu culpa que ella también terminara hospitalizada, y luego de todas esas cosas feas que escribiste en el yeso, es muy normal que esté molesta contigo, ¿quién no lo estaría? Yo te hubiera roto la cabeza —expresó su madre que posó su mano sobre el pecho fingiendo indignación.

—Lo hizo, mamá —Ranma se señaló el vendaje que tenía en la cabeza.

Cómo iba a olvidar que cuando ya estaban mejor, Akane le dio un mazazo en la cabeza, diciéndole que se lo merecía por idiota e insensible, mientras que él se estaba convulsionando en el suelo, casi dejando la vida terrenal y conocer a Dios en persona.

Su madre dejó escapar una risita nerviosa.

—Tal vez esto te facilite las cosas —la señora le entregó una cadenita muy delgada de plata y como dije tenía un pequeño búho con cristales de color azul en el pecho, y unos color amarillo como ojos.

—¿Le pido un deseo? —preguntó Ranma estúpidamente.

En la sien de Nodoka se formó una venita que punzó violentamente.

Akane y medio PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora