11. Chica Orgullosa

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Hola a todo el mundo ^.^/

Lo sé, esta tardanza tan larga para actualizar es vergonzosa... -///- En verdad lo lamento pero he estado muy ocupada estos meses. En fin, no los aburro más con mis excusas y mejor paso a agradecerles a todos y todas por todo su apoyo y a mis queridos (as) nuevos seguidores XD ¡¡MIL GRACIAS!! <3

Espero que les guste este nuevo capítulo y déjenme saber qué les pareció pues es la primera vez que escribo desde el punto de vista en este personaje ^^¿ jejejeje. Saludos y les deseo una buena lectura.

11. CHICA ORGULLOSA

Me apoderé de los labios del chico de cabello castaño una vez más. Por enésima vez buscando aplacar aquella furia que aún me consumía, la furia de haber sido rechazada por primera vez en mi vida.

Gemí ante aquel nuevo roce brusco de su hombría contra mi intimidad pidiéndome permiso para fundirse conmigo por tercera vez aquella tarde. Y por supuesto, abrí las piernas para él con mucho gusto porque lo único que necesitaba en ese momento era una buena sesión de sexo por despecho. Estúpido Sai.

Varios minutos de jadeos, mordidas, rasguños y gruñidos de placer después, nos recostamos sudorosos uno junto al otro. Él de lado para observarme fijamente y yo concentrada en el techo de su habitación, enfrascada en mis pensamientos.

Falsa. Ese tonto paliducho se había atrevido a llamarme falsa. Aunque lo que más me enfureció fue que me llamara manipuladora. Una perra manipuladora que utilizaba sus encantos para conseguir lo que deseara.

Está bien, tal vez esas últimas palabras son adición mía pero... ¿Y qué? Si después de todo, eso era exactamente lo que hacía. Podía hacer lo que se me antojara con los chicos. ¡Ja! Con sólo batir mis espesas y largas pestañas conseguía que me besaran los pies cual torpes esclavos.

Sin embargo, aquel dolor, porque recién me daba cuenta de que sus palabras me habían dolido, no se marchaba, seguía perforando mi pecho. Incluso cuando me dejó de pie en medio de aquella exposición de arte, idiotizada como una posesa y se fue luego de decirme aquello, sentí un arrebatador deseo de llorar. Pero claro, me contuve. Me mordí el labio con furia y me largué de allí. Una chica orgullosa no llora. Ningún idiota se merecía ni se merecería mis lágrimas.

— ¿Y a qué le debo el honor de que aparecieras de la nada en mi casa para "aprovecharte" de mí? — Kiba me preguntó con una sonrisa socarrona devolviéndome a la realidad.

—... — guardé silencio por unos minutos, renuente a admitir que ese tonto me había rechazado. No obstante, noté por su expresión que mi acompañante no dejaría de lado tan fácilmente su pequeño interrogatorio. — Vete al demonio, Inuzuka. No es asunto tuyo — gruñí. Por supuesto que yo tampoco me quebraría tan fácilmente. Una chica orgullosa no hace eso.

— Ay, vamos... — rodó los ojos y rio por lo bajo. — Pasaste de actuar como si no me conocieras y de casi no hablarme a llegar a mi puerta para echarnos un polvo. El cual, por cierto, estuvo excelente — me guiñó un ojo sin que esa sonrisa tan suya desapareciera de su rostro. — Puedo apostar mi cabeza a que te pasó algo muy... importante — añadió luego de buscar por unos instantes el término más adecuado.

— Cállate — dije por toda respuesta y le di la espalda mostrando así que no saldría ni una palabra más de mi boca.

— Pfff... — Kiba simplemente bufó y pasados unos segundos de silencio, se puso de pie para ponerse sus bóxers. — Bien, no me digas nada si eso quieres. Pero estoy seguro de que me he convertido en tu "hombro sobre el cual llorar" porque todo esto tuvo la pinta de sexo por despecho — afirmó de lo más tranquilo y como si eso fuera lo más normal del mundo mientras salía de su habitación para ir al baño.

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