21. Chico en Paz

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¡Holaaaa...! ¡Qué gusto me da que la inspiración haya vuelto y me haya permitido traerles un nuevo episodio de este fic! ^o^ Espero que les guste y antes de irme, quiero enviar saludos y un agradecimiento especial a todas esas personas que se pasaron por ésta y por mis otras historias. <3 <3 <<3 ¡Que tengan una buena lectura!

21. CHICO EN PAZ

Había salido un momento del sofocante salón de la escuela con dirección al baño para refrescarme. La fiesta estaba en su clímax y todos lo pasábamos de lo mejor. Bueno, no todos. Yo sentía una punzada de culpabilidad en mi pecho y no podía evitar pensar en ella. Se suponía que la noche del baile de graduación era un evento muy importante en la vida de toda mujer, pero por mi culpa Naruko se lo estaba perdiendo.

— Rayos... — resoplé luego de mojar mis acaloradas mejillas con la refrescante agua del lavabo.

Me había repetido mentalmente tantas veces que no dejaría que todo el asunto con la rubia me afectara, pero me resultaba imposible. ¡Maldición! Habíamos vivido tantas cosas juntos e incluso, había llegado a sentir algo especial por ella, más que una gran amistad.

El pitido de mi teléfono anunciando que tenía un mensaje nuevo me devolvió a la realidad. Me sequé las manos con una toalla de papel y tomé mi teléfono. Hablando del rey de Roma...

Hinari, te espero en el patio izquierdo de la escuela junto a la fuente. Sé que debes odiarme, pero necesitamos hablar, por favor. — decía el mensaje de Naruko y no pude evitar que mi corazón diera un vuelco.

Me dirigí a una de las salidas del edificio y después de respirar hondamente, me encaminé al lugar señalado. Mis rodillas comenzaban a temblar y mi cabeza era un revoltijo de nervios y cosas sin sentido.

— ¿Hinari? — oí la voz de Kiba a lo lejos.

— ¡Kiba! ¡Sayuri! — exclamé sorprendido al darme cuenta que ambos se encontraban a unos metros de mí. Lamentablemente, mi lengua y mi cerebro parecían no coordinarse en lo absoluto porque empecé a tartamudear. — Yo... Eh...

— Anda, ve. — me dedicó una sonrisa reconfortante. — Necesitas hacer esto. — asentí por toda respuesta, con más confianza gracias a sus palabras.

Al dar unos pasos más, pude distinguir la silueta de Naruko de pie junto a la elegante fuente de la escuela iluminada con luces doradas que resaltaban su belleza pues, a pesar de no haberse preparado en lo absoluto para la ocasión, lucía hermosa como siempre, incluso en un sencillo par de jeans.

Respiré hondo una vez más y me acerqué a ella. Nos miramos fijamente en silencio, era como reencontrarnos después de años sin vernos. Aquellos ojos azules que siempre habían denotado alegría y picardía, ahora reflejaban tristeza y lucían preocupados. Sin embargo, la incomodidad en el ambiente pudo más y nos obligó a desviar la mirada hacia el suelo al cabo de unos segundos.

— Ho-hola... — me saludó tímidamente rompiendo al fin aquel tedioso silencio. — Te ves bien. — añadió con una sonrisa vacilante.

— Gracias. — respondí sin titubear sorprendiéndome a mí mismo.

— Veo que ya no tartamudeas, — dijo arqueando ambas cejas, al parecer yo no era el único impresionado, — me alegro por ti.

Simplemente asentí con una ligera sonrisa, no sabía qué decir o hacer para relajar la tensión reinante. Sin embargo, la música proveniente del salón que se escuchaba de fondo cambió a algo más lento, un vals, y esa punzada de remordimiento se alojó de nuevo en mi pecho. Sin titubeos, me acerqué más a la rubia y tomé su mano con delicadeza para posarla sobre mi hombro mientras yo envolvía su cintura con ambos brazos.

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