23. Chicas Valientes

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¡Hola, mis queridos lectores! XD ¡Qué gusto me da "comenzar" el 2019 con un nuevo capítulo de este fic! Jejejeje ^^¿ Espero que hayan tenido unas excelentes fiestas junto a sus seres queridos y les deseo todo lo mejor para este nuevo año. <3

En fin, aquí les dejo la continuación de esta historia que pronto llegará a su final ToT Así es, lo lamento, pero saben (a estas alturas) ya deben saber que no soy de esas escritoras que dan vueltas y vueltas con sus fics, saturándolos de capítulos insulsos e innecesarios con tal de seguir cosechando votos ¬¬ (sin ánimos de ofender a nadie, por favor). Bueno, ya basta de bla bla bla, los dejo para que lean y espero que les guste.

Aclaración: Si bien el título de este capítulo es CHICAS VALIENTES, no sólo será narrado desde la perspectiva femenina (1ra parte). Es sólo que no encontraba otras palabras que reflejaran tan bien el contenido del mismo. ^^ Espero que me comprendan y no causarles confusiones.

23. CHICAS VALIENTES

El aroma a mantequilla derretida y café caliente inundó mis fosas nasales e hizo que despertara de sopetón. Me incorporé en un nanosegundo y de inmediato, una maldición escapó de entre mis labios. El repentino movimiento combinado con una terrible resaca me provocó un horrendo pinchazo en la cabeza.

— ¡Mierda! — gruñí malhumorada y me vi obligada a cubrir mi rostro con ambas manos.

Afortunadamente, las cortinas de mi habitación estaban cerradas y la luz del amanecer no empeoró mi jaqueca. Gruñí una vez más y luego de frotarme los ojos, el delicioso aroma del café combinado con la mantequilla llamó mi atención de nuevo.

Busqué con la mirada el origen de dicha fragancia y descubrí que sobre mi tocador, se hallaban un plato de tostadas a la francesa con frutas, una humeante taza de café y una notita escrita con la pulcra caligrafía de Hinari que rezaba: "Buen provecho, Naruko".

— Hinari... — suspiré en tanto cubría mi cuerpo desnudo con la sábana y me acercaba a mi tocador para acariciar aquel trozo de papel con cariño.

Y entonces, fui consciente de que el azabache se había ido.

Mi cerebro y mi corazón eran una mescolanza de emociones: Me sentía bien porque había tenido una noche fabulosa con el Hyuga, pero experimentar dicha sensación hacía que todo empeorara en mi interior, hacía que me sintiera como una detestable perra roba hombres... Por mi culpa, seguramente Hinari estaba peleando con su novia en ese preciso momento.

— ¡Ag! — gruñí por tercera vez, esta vez a causa de la preocupación que me invadía. — ¡Soy una persona horrible! — exclamé mientras caminaba de un lado a otro, luchando para que las lágrimas no escaparan de mis ojos.

Estaba pensando seriamente en correr a esconderme en el más oscuro y recóndito recoveco del planeta para vivir como una ermitaña por el resto de mis días. Aunque claro, eso implicaba mandar todo al demonio: Mi trabajo, mi familia, mis amigos, mi alegría, mi libertad, mi paz mental, comer... Dirigí una mirada cargada de culpabilidad al desayuno que me había preparado el azabache, porque ¡vamos! era más que evidente que él lo había cocinado con sus propias manos para mí... Bueno, está bien. Tal vez exageré con lo de comer.

Me vestí con lo primero que encontré y bebí un revitalizante sorbo de café antes de atiborrarme con aquellas deliciosas tostadas a la francesa.

— Rayos. — maldije con la boca llena. — Están jodidamente buenas. — suspiré a mis anchas y no pude resistirlo más: — ¡Condenado, Hyuga! ¡¿Por qué tienes que hacerlo todo más difícil?! — exclamé clavando el puño con fuerza sobre la mesa de mi cocina.

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