Hold Back: Moments and instants can be eternal

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/ /Stuck in the moment, caught in an instant, seconds are eternity / /

Habían pasado casi dos semanas y Nat no había hecho ningún intento de contactarme, igual que yo no había tratado de contactarla a ella. Se había enfadado por una tontería, y no estaba dispuesta a disculparme por ello, igual que tampoco iba a permitir que volviera a hacerme algo así.

Reflexionando sobre esto, entré al Seraphine buscando una dosis de cafeína muy necesitada.

No esperaba a encontrar a nadie de nuestro grupo allí, todos ellos solían tener cosas que hacer a estas horas. Sin embargo, cuando miré hacia la barra vi que Parker estaba allí, y también que tenía los ojos fijos en mí. Si hubiera querido huir no lo hubiera conseguido sin confirmarle que no estaba bien.

—¡Qué sorpresa verte aquí a estas horas! —exclamó cuando se dio cuenta de que no iba a apartar la vista.

Todos nuestros encuentros empezaban de forma así, rara, como si tuviera miedo de que todo se volviera diferente, y fuera exactamente así como se quedaba la situación. Conocía a mi amiga y sabía perfectamente que probablemente ella me pusiera verde delante de nuestros amigos, es algo que ella hacía siempre. Yo, por otro lado, odiaría hacer algo así, y creo que lo que teme Parker es exactamente eso, que la une empiece a hablar mal de la otra. Espero que se dé cuenta de que yo no soy así.

—Podría decir lo mismo. ¿No se supone que tu turno tenía que haber acabado hace dos horas? —le pregunté, queriendo acabar con esta fase de rareza e incomodidad.

Parker rodó los ojos juguetonamente, y esto parecía un inicio a una conversación normal.

—Es lo malo de ser familia con el dueño; te explota, y además, está bien visto —bromeó.

—Tenga el señor piedad sobre tu alma —murmuré, siguiéndole la broma.

—Eres muy graciosa a ese lado de la barra, ¿acaso quieres ayudar?, seguro que encontraríamos algo que pudieras hacer.

Fingí una cara de horror y señale alguna mesa de detrás, sin apartar la mirada de sus ojos oscuros.

—Voy a conformarme con un café con leche.

Él se rio y asintió, cogiendo una taza de la encimera. Se acercó a la máquina y lo preparó, mientras yo recorría el establecimiento con la mirada. Había tres mesas ocupadas, y mi favorita no era una de ellas, así que cuando Parker se giró con mi café preparado, yo le sonreí y le hice una seña de que iba a sentarme.

La mesa de al lado estaba ocupada por dos mujeres de mediana edad, que hablaban tranquilamente mientras picoteaban, una estaba desmenuzando una magdalena mientras que la otra le daba mordiscos minúsculos a una tostada. En ese momento, la mujer de la magdalena se rio discretamente de algo que le decía la otra.

—Señorita, he aquí su café.

Alcé la mirada hacia Parker, que me observaba divertido. Suspiré y le agradecí con una sonrisa.

—¿Qué pasa?

Dudé un poco antes de contestar. Sabía lo que iba a pasar si le decía la verdad, pero a la vez tampoco quería callármelo.

—Estaba pensando en Natalia.

Como yo me había imaginado, Parker se tensó, y parecía incómodo. Me imaginaba que iba a poner una excusa mala como que tenía que seguir trabajando (aunque la cafetería estaba vacía) y que iba a escapar cuanto antes pudiera. Sin embargo, después de un momento de duda, él suspiró y se sentó en el sofá de enfrente.

—Sigo sin entender del todo qué pasó —admitió.

—¿Sinceramente?, yo tampoco —suspiré y removí el café con la cuchara—. Nuestra amistad siempre ha sido muy cercana, nunca nos habíamos peleado así, y ni siquiera ha sido algo tan importante. Dije algo que indirectamente venía a significar que ella tenía demasiados novios y Nat se giró y volvió a la mesa con vosotros.

Parker hizo una mueca.

—El hecho de que ella haya tenido muchos novios...

—Sé que eso no significa que ella sea una facilona o lo que sea, si es lo que me vas a decir. Las dos sabemos que no lo decía en ese sentido —le dije, frunciendo el ceño—. Lo que pasa es que ella pretendía darme un consejo del que ella ni siquiera sabe tanto. Y eso me fastidió. Así que le hice daño.

—Querías hacerle daño.

No es una pregunta, y no le falta asombro.

—Sí, pero no entiendo por qué. Lo dije sin pensar demasiado, pero es como que quería hacerle daño por alguna razón —hice una pausa—. Aun así no dije nada que no fuera verdad.

—Hay diferencia entre ser sincero y ser malo —dijo él, frunciendo los labios.

Tomé un sorbo del café, y aunque me quemó la lengua, hice lo posible por no demostrarlo en mi gesto. Estaba intentando pensar en qué decir, y demostrar que me había quemado solo me dejaría en ridículo.

—Soy consciente —acabé diciendo con un suspiro—. Y aun así lo dije. Ya no sé ni qué pensar, ¿qué clase de amiga soy si quise hacer daño a Nat tan deliberadamente?

—Eso mismo dice ella —murmuró Parker, y por el gesto que siguió a la frase, se arrepintió nada más hacerlo—. Lo que pasa es que estarías en una situación en la que no estabas cómoda y entonces reaccionaste de forma defensiva.

—¿Crees que eso lo excusa?

—No, pero tampoco creía que tuvierais que ser tan melodramáticas y lo habéis sido, así que no sé.

No puedo evitar mirarle, y él frunce el ceño.

—Estábamos hablando de ti —dijo finalmente.

Eso le hace cambiar de expresión.

—¿Ah sí? —preguntó, apoyando el codo en la mesa.

Suspiré y asentí. Nos miramos a los ojos, pero esto duró solo un minuto, y al poco yo ya estaba apartando la vista.

—Le estaba contando la conclusión a la que hemos llegado —le relaté—. Ella me dijo que era tonta y que así no iba a conseguir novio nunca... Yo le respondí diciendo que ella sabía mucho sobre eso.

Él se quedó callado, y aunque no le estaba mirando, pude imaginar que él tendría su mirada fija en la mesa.

—Pued...

No pude acabar la frase porque de repente sus labios estaban en contra de los míos. Se me olvidó totalmente lo que iba a decir, tratando de mantener el ritmo de mi mente, cuyos engranajes echaban humo, practicamente.

—¿Crees que eso forma parte de su política de atención al cliente? —escuché que preguntaba una mujer, probablemente una de las de la mesa de al lado.

—Tal vez, deberías preguntarle —había respondido otra voz, algo más grabe que la primera.

Las ignoré a las dos.

Parker se separó y me miró con un una sonrisa clara en sus ojos.

—Habla con Nat —susurró.

Se acercó de nuevo a mí y posó sus labios sobre los míos una segunda vez. Fue mucho más fugaz, y cuando se separó, se levantó y se fue, dejándome ahí sola. Yo sonreí y me llevé la mano a los labios.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2017 ⏰

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