Hold Back: Your path

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/ / Only you and you alone can choose your path in life / /

—Elea, eres la persona más estúpida que conozco —me dijo Nat, haciendo un mohín.

—Agradecería que bajaras la voz, Natalia —le repliqué, mirando por encima de mi hombro para ver si alguien nos había escuchado, alguien como Parker, por ejemplo.

Acababa de contarle lo que había pasado entre él y yo cuando él vino a mi casa, y como yo había predicho, Natalia estaba convirtiéndolo en algo que no era. Algo como que yo evitara a Parker, lo cual, por supuesto, no estaba pasando. Probablemente fuera más al revés. Desde que habíamos tenido esa conversación, casi no habíamos vuelto a hablar, y hoy que habíamos quedado todos no podía evitar culparme por la atmósfera incomoda que se había instalado.

—Es que no me lo puedo creer —me soltó, todavía enfadada—. ¡Así claro que no vas a conseguir novio!

Me la quedé mirando boquiabierta.

—Y tú me lo estás diciendo por experiencia, ¿verdad, Natalia?

Nos quedamos mirándonos la una a la otra con sorpresa, y al cabo de los segundos, ella bufó y se apartó de mí, caminando con dignidad hacia nuestra mesa. Yo me quedé ahí parada unos segundos. Habíamos discutido. Una cosa que hay que saber de Nat y de mí es que nunca, nunca, discutimos. Aun así, no corrí hacia ella, ni me puse de rodillas suplicando su perdón.

—Pues vale —musité, y me fui de allí sin mirar atrás.

Tal vez si hubiera mirado hacia atrás habría visto a mi amiga mirándome. Tal vez no. Es la cosa con Natalia, no sabes qué esperar de ella, y aunque en otras ocasiones eso puede llegar a ser emocionante, ahora solo resultaba molesto.

Fui a mi casa y, como me esperaba, mi madre estaba sentada en el sofá viendo the good wife, su serie favorita. Hoy era su día libre, y como yo le había dicho que iba a estar fuera toda la tarde, ella ya había hecho sus planes con la televisión y un gran bol de palomitas. Cuando me oyó entrar, desvió su mirada de la televisión para centrarla en mí, y luego cogió mando y paró la serie.

—Te ha pasado algo —dijo, y no era una pregunta.

Es cierto que mi madre no pasaba mucho tiempo en casa por el trabajo ajetreado que tenía, pero eso no significaba que no me conociera.

No me había permitido llorar en todo el trayecto hasta allí, pero fue intentar contestarle y empezar a sollozar. Ni siquiera podía hablar, y sentía que mis rodillas iban a vencer pronto y que me iba a caer al suelo o algo.

—Cariño... —murmuró mi madre. Luego se levantó y caminó hacia mí, cuando llegó a donde estaba yo, me abrazó y yo me derrumbé, llorando aún más que antes y apoyándome en ella—. Respira hondo, con la tripa, ¿te acuerdas de cuando eras pequeña y te enseñé a hacer esto? Venga, cielo.

Asentí con la cabeza y seguí las instrucciones de mi madre, calmándome poco a poco. Después de un minuto o algo así, conseguí calmarme, y aunque seguía llorando, había dejado de sollozar.

—¿Puedes contarme que ha pasado? —preguntó, y yo asentí dudando un poco—. Venga, vamos al sofá.

Ella me guio hacia allí y yo me dejé caer.

—He discutido con Natalia —le dije—. Y sabes cómo somos nosotras, nunca discutimos y... —tuve que parar de hablar para poder respirar hondo otra vez—. Y tengo miedo de que no lo podamos solucionar. Es una tontería, mamá, y aun así no me ha seguido y ha actuado ofendida y... no sé.

—Bueno, cariño, todo el mundo discute tarde o temprano, incluso Natalia y tú. Es en estos momentos en los que la amistad se demuestra verdadera o no, si sabéis solucionarlo y todo va bien, podréis probar que vuestro vínculo es fuerte. Pero ahora no te desanimes.

—No quiero moverme, mamá, solo quiero llorar.

Ella me sonrió un poco y me acarició el pelo.

—Pues hazlo, hija, ya sabes que las lágrimas contenidas son el peor veneno.

Eso, probablemente, lo había escuchado en una serie o en una película o algo así, pero eso no le quitó magia al momento.

—Súbete a tu habitación y métete en la cama, yo te prepararé un cola cao caliente y subiré con él en un ratito, ¿vale? —me ofreció.

Parte de mí quería decirle a mi madre que no era necesario, que yo no tenía cinco años, y otra parte, la que ahora mismo ganaba, necesitaba precisamente lo que mi madre me había sugerido.

—Vale —murmuré.

Subí a mi cuarto y me puse el pijama torpe y lentamente. Después me metí en la cama y me tapé con las finas sábanas que había sobre la cama. Me dormí antes de que mi madre apareciera por la puerta con el gran prometido cola cao.

Hold BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora