El cambio que se notó en Dan después de aquella conversación fue grandísimo. Parecía que había dejado de pronto en el suelo un peso enorme que llevara en la cabeza, a juzgar por lo animoso y enérgico que volvía a estar y lo cariñoso y agradecido que se mostraba con todos. El profesor y el señor Laurie, después de oír de labios de tía Jo lo que le había ocurrido a Dan, no quisieron molestar al muchacho con nuevas preguntas; pero, con apretones de manos y con alguna que otra palabra de consuelo, le dieron a entender que lo sabían todo.
El señor Laurie comenzó a escribir a sus amigos influyentes para que recabaran del gobierno la protección necesaria para el buen resultado de la misión de Dan entre los indios; y el señor Bhaer, por otro lado, procuraba alimentar con buenas lecciones la hambrienta mente de Dan. Los muchachos se deshacían por inventar algo con que distraerlo, mientras que las mujeres, viejas y jóvenes, lo alimentaban y regalaban de tal modo que el hombre se consideraba como un sultán en medio de una multitud de sumisos esclavos, prontos a satisfacer sus deseos a la menor indicación. A Josie solía llamarla "madrecita", pero Bess seguía siendo la "princesa" y su conducta con las dos primas era completamente distinta. Josie lo mareaba algunas veces con su insistencia en quererle leer a todo trance unos dramas enormemente largos y lo retaba si veía que faltaba a las prescripciones del médico, a lo que él se rebelaba muchas veces; pero a Bess no le demostró nunca que le cansasen las observaciones que ella le hacía, ni los medios que adoptaba para entretenerlo; al contrario, le obedecía al momento, y se esforzaba en parecer bien en su presencia, mirando sin pestañear el trabajo que ella estaba haciendo mientras Josie leía y leía sin ser escuchada.
Tía Jo observaba todo esto y disfrutaba al verlos tan entretenidos; pero la señora Meg andaba en su casa muy atareada, y Amy, se preparaba para su viaje por Europa. Tía Jo venía notando algo de extraordinario en la insistente y penetrante mirada de Dan en Bess, con aquellos ojos negros, muy agrandados por el adelgazamiento que la enfermedad había producido en su cara Una tarde llamó su madre a Josie y cansada Bess de modelar, dejó sus herramientas y se ofreció a ocupar el puesto de su prima, preguntándole a él primero si le interesaba la lectura.
-Sí, si, lee; porque me gusta mucho más como lees tú que como lo hace Josie. Esa chica lee tan de prisa que mi estúpida cabeza no puede seguirla. Pero no se lo digas, porque es muy buena y bastante hace la pobrecita con estar sentada tanto tiempo al lado de un oso como yo.
-No, hombre, tú no eres ningún oso, sino un paciente muy sumiso. Para los hombres siempre resulta pesado estar tanto tiempo encerrados y a ti te debe de resultar mucho más por haber disfrutado de tanta libertad.
Si Bess no Hubiera estado en aquel momento entretenida en buscar un capítulo bonito en el nuevo libro que había tomado del estante, hubiera podido ver el estremecimiento que hizo Dan al oír la última palabra. No contestó nada, pero otros ojos que no estaban muy lejos de allí vieron el ansia que se pintó en su cara, como si deseara con el pensamiento lanzarse, como cuando andaba a caballo por las inmensas llanuras, en persecución de alguna res. Como movida por repentino impulso, tía Jo dejó de escribir, y tomando la cesta de la costura se fue donde estaban ellos, pensando que acaso hiciera falta allí un aislador, porque Dan se asemejaba en aquel momento a una nube cargada de electricidad.
-¿Qué te parece que lea, tiíta? Tú, que conoces sus gustos, dime algo que sea corto y bonito, porque Josie volverá pronto -dijo Bess mientras seguía hojeando el libro.
Antes de que tía Jo tuviese tiempo de contestar, sacó Dan un librejo muy sobado de debajo de la almohada, y, alargándoselo, le dijo:
-Haz el favor de leer el capítulo tercero; es corto y muy interesante.
Bess sonrió cuando, al abrir el libro, vio el titulo del capítulo que le pedía que leyera.
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Los muchachos de Jo/los chicos de Jo
Teen FictionEscrito por Luisa May Alcott; este libro sigue después de hombrecitos y con este se termina la saga de mujercitas.