Cuando pienso en él, las letras se juntan solas. No conozco otra forma de escribir que no sea pensándolo. Te escribo y te explico mi amor por vos. Mi amor desperdiciado, abandonado junto al tacho de basura como un muñeco viejo. Todas las noches, en la soledad, escucho canciones y a los monstruos de mi mente diciéndome "nunca serás lo bastante buena para él, sos una boluda". Si hay algo que quisieras, si hubiera algo que pueda para que vuelvas conmigo, lo haría. Porque me gustas de una manera inexplicable, pero lo arruinaste, lo arruiné, lo arruinamos. Tendrían que pedirnos permiso antes de arrojarnos, como si fuéramos basura. No consigo alejarlo de mi, que tus amigos te sigan preguntado cómo estás y la respuesta sea tan obvia. Cada vez que veo su nombre ahí, en negrita, y no va a esfumarse, estoy como "no le respondas, no lo hagas, no lo hagas". Pero al final siempre respondo su mensaje. ¿Qué podría hacer? Lo necesito, por eso le respondo, no soporto no hablar con él. Es tan difícil fingir estar bien, es cansador ser la chica fuerte. A veces el dolor es tan profundo que necesitas algo para poder sacarlo de tu interior. Estoy resbalando de este mundo y necesito que me escuches cuando grito. Quiero sostener tu mano hasta el final. Necesito que me explique todo lo que ha pasado, aunque sea eso merezco. Siento cómo crecen y se juntan en mí las ganas de tenerlo frente a frente. Me siento sola, abandonada en mitad de ninguna parte, a pesar de estar rodeada de personas que me quieren. Quisiera que él también fuera una de esas personas que me quieren. Quizás nunca deje de culparme todo lo que pasó, engancharme mucho con él y necesitarlo tanto. Quizás jamás deje de escuchar esa vocecita que sólo me hace poner mal. Quizás nunca podré olvidarte. Quizás nunca dejaré de quererte. Te extraño...
Hasta mañana querida mente que no me deja en paz.