IX

7 1 0
                                    

Había llegado el día, Lauren conocería a toda la familia de aquel chico castaño que tanto la cautivaba. Desde temprano lo pasó arreglando su cabello y maquillaje, haciendo cita en tal o cual salón de belleza y buscando un buen regalo.

Pasaban ya de las 3:00pm y Lauren aún no estaba lista, todavía debía envolver el regalo y simplemente era algo exasperante.

—¡Mamáaaa!

—¿Qué sucede?— Tyler entró a la cocina, donde Lauren se encontraba verdaderamente desesperada tratando de envolver el reloj que le había comprado.

—¿Y mamá?— preguntó la ojiverde al borde del colapso.

Tyler tomó la caja del reloj entre sus manos —No está, creo que fue a ver algo de la empresa con papá.

—Necesito ayuda para envolver esa cosa.

—Yo te ayudo.

—¿Siquiera sabes como se hace?— preguntó observándolo incrédula.

El rizado rió y negó con la cabeza, se fue de ahí dejando sola nuevamente a Lauren.

—Genial...¡gracias por tu ayuda Tyler, dios te lo pague!

Continuó tratando de envolver el regalo y ya comenzaba a sentir tal desesperación que estaba a punto de llorar. Entonces, como caído del cielo, llegó Tyler con una pequeña bolsa de regalo, tomó la caja del reloj y la metió dentro.

—De nada.— dijo entregando la bolsa a su sorprendida hermana.

—Pero...¿no se ve muy simple?

El menor rodó los ojos y sacó un moño de su bolsillo para después pegarlo al obsequio —¿Mejor?

Lauren sonrió y dio un pequeño grito de alegría y alivio, abrazó a su hermano y lo llenó de besos.

—¡Si!— tomó la bolsa entre sus manos y se apresuró a salir de su casa —te amo Tyler.— salió por fin de su casa y llamó un taxi para dirigirse a la de Jace.

Pasada media hora del tiempo acordado Lauren llegó por fin a casa de los Hamlinton y tocó el timbre. Tras esperar aproximadamente un minuto sin respuesta volvió a intentarlo.

—¡Jace!— solo eso se le ocurrió decir para llamar la atención de alguien allí dentro.

Nadie respondía y eso comenzaba a poner de los nervios a la ojiverde. Podía escucharse la música y el bullicio de la fiesta desde donde ella se encontraba. Ya molesta, se disponía a marcharse de una buena vez y justo cuando giró sobre los talones la puerta de la casa se abrió y una mujer anciana la llamó desde él marco de la misma.

—¡Jovencita!— exclamó para llamar su atención.

Lauren confundida y en cierta medida aliviada, volteó y miró por sobre su hombro a aquella viejecita —¿Si?— se limitó a responder.

—Vienes a ver al pequeño Eugene ¿cierto?— levantó una de sus blancas cejas.

Lauren se giró por completo y la observo aún sin comprender «¿quién diantres era Eugenela pregunta rondó su mente hasta que la anciana volvió a hablar.

—O tal vez tú lo conozcas mejor por su primer nombre...¿has venido a ver a Jace?

«Jace Eugene Hamlinton...» rió bajo y asintió.

—¡Entonces pasa querida!, lo lamento demasiado, la fiesta es en el patio trasero y no se escuchaba muy bien el timbre.— se disculpó y tomó del brazo a la chica invitándola a pasar.

En cuanto ingresaron por aquella puerta de cristal al patio trasero Jace dirigió su mirada hacia ellas y rápidamente se encaminó a su encuentro.

—Después de todo si viniste.— habló Jace mirándola con sorpresa —Ya había comenzado a pensar que lo habías olvidado o algo así...

—De hecho, mi estimado Eugene, estuve llamando a tu puerta lo que pareció ser una eternidad. Hasta que esta amable mujer se compadeció de mi y me permitió el acceso a tu celebración.— su tono de extrema formalidad desconcertó al castaño quien solo rió en respuesta.

Giró a ver a la mujer que se encontraba junto a Lauren y para su sorpresa...¡era su querida abuela!

—¡Nani!— abrazó a la viejecita con extrema emoción —me alegra que hayas venido, no te había visto con toda la gente aquí...— habló rápidamente y luego volteó a ver a Lauren —ella es Lauren Meyer...una amiga...si.

«una amiga...si» Lauren agachó la mirada. La anciana frente a ella extendió su mano para saludarla y esta le correspondió —mucho gusto.— sonrió lo mejor que pudo.

—Lauren, ella es mi abuelita Louise Hamlinton.

Ambas se dedicaron una mirada amable y posteriormente Louise dejó solos a los jóvenes.

—¿Así que besas apasionadamente a los amigos?...si.— murmuró a lo que Jace no alcanzó a captar muy bien el sentido de sus palabras y decidió ignorarla.

—Ven, te presentaré a mis padres...tal vez mis tías estén por ahí también...si...así será mas fácil.— cambió el tema con audacia y ella no hizo más que elevar los hombros.

La tomó de la mano guiándola hasta una enorme mesa de largos manteles donde se hallaban reunidos una buena cantidad de sus familiares. Al acercarse, instantáneamente captaron la atención de todos los presentes.

—Jace querido ¿quién es la agradable jovencita?— inquirió una mujer de unos 40 años tal vez, con cabello castaño y ojos avellana idénticos a los de Jace.

—A eso voy mamá...— la interrumpió —madre, familia...ella emmmm...ella es Lauren.

La joven se preparaba para escuchar aquel adjetivo que tanta molestia le causaba.

—Lauren Meyer, la chica mas bonita de todo Inglaterra...o mejor dicho TODO EL MUNDO, sé que aún no han tenido el placer  de conocerla pero les aseguro que la amarán tanto como yo lo hago. Hay algo que me dijiste hace un momento Lauren...y tienes razón.— hizo una pausa para observarla y luego al resto de su familia —uno no besa a los amigos, eso no es correcto.— rió —por eso yo...bueno pues...me interesaba saber si tú, la obra de arte mas esplendida de todas, quisieras concederme el honor de tu amor. Si tú, que en tus ojos uno puede imaginar un millón de historias, quieres formar parte de la mia. Me interesa saber si tú, la imagen mas viva del amor ¿quisieras ser mi novia?

Lauren quedó petrificada, todos los ahí presentes la observaban expectantes y ella no podía pronunciar palabra alguna, esto simplemente era demasiado para ella «¡SI,SI,SI, UN MILLÓN DE VECES SItragó saliva y respiro hondo preparándose para hablar.

—Mi amor ya es todo tuyo.— lo miró tiernamente y posó una de sus manos sobre su mejilla —y no hay nada que deseé más que poder ser parte de tu historia...y más que eso, crear NUESTRA historia.

A Jace le bastó con escuchar esas palabras de la boca de Lauren para sentir esa sensación...eso tan indescriptible, eso que sintió aquella vez en el salón de artes plásticas cuando sus labios se unieron por vez primera  y definitivamente quería repetirlo en ese preciso instante. Tomó el rostro de la ojiverde entre sus manos y depositó un beso en aquellos labios rojo apagado que le hacían perder la cordura.

Todos los presentes observaban la escena con fascinación y sumamente enternecidos. Louise sonreía con nostalgia y alegría pensando como su pequeño Jace ya no era más un pequeño al igual que Margarett, quien hasta se había atrevido a soltar una pequeña lágrima de felicidad.

Write On Me #RetoMusical2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora