Dulce temor.

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P.O.V Marceline.

Mientras estoy recostada en la cama de mi habitación me pongo a pensar a fondo en mis sentimientos.

¿Qué he hecho para estar sola? Siempre he sido amorosa... No soy de las que suelen tener peleas a menos que me agredan, y soy un poco sensible con las cosas que me importan. Como cuando el estúpido de Ash vendió a Hambo. Uh. Sí que me enfadé. Y me dolió.

Tal vez es que soy cerrada. No suelo abrirme muy fácil a las personas. Tengo mucho miedo de salir lastimada.

Y en medio de todo, alguien tocó la puerta. Qué bueno, ya estaba viendo mis miedos materializarse.

Cuando abrí la puerta, no había nadie mas que una carta en el suelo. Sentí tanto miedo de que esa carta tuviera el poder de hacerme sentir esas mariposas revoloteando en mi estómago que la tomé como si estuviera hecha de fuego.

Subí de nuevo a mi cuarto y abrí el sobre con cuidado. Saqué la pequeña carta color rosa pastel, el mismo color de la carta de mi cumpleaños. Olía a fresas... Y a chicle.

Hey, Marcy.

Hoy te vi yendo por el prado de fresas dulces del valle, traías una sombrilla púrpura oscuro y un precioso vestido negro con encaje. No sé porqué no puedo dejar de admirarte cuando te encuentro, me encantaría poder acercarme sin quedarme enbobad@ por tus rojos ojos.

Me están presionando por hablarte, así que, espera por conocerme pronto.

Siempre tuy@, ____________.


Tal parece que mi admirador o admiradora es un poco acosador. Me gusta imaginar que es una mujer, aunque me encantaría más que fuera esa preciosa chica de color rosa que vi en el bosque, mientras ella buscaba bayas y yo pasaba el rato. Me puse tan nerviosa por su belleza que tuve que volverme invisible para seguirla. Pero es muy inteligente, lo notó y desapareció.

Pero no debería de hacerme ilusiones, sólamente la he visto una vez y ella ni si quiera me vio.

Me tiré en la cama con mi antebrazo en los ojos. Todavía no puedo creer que a alguien le gusten mis ojos demoníacos y mi vestido de encaje. Sea quien sea, me tiene intrigada con solamente dos cartas.

____

Y desperté de golpe por la pesadilla que acabo de tener. Sigo viendo a Simón, poniéndose la corona mientras me deja atrás siendo una niña de siete años.

Decidí levantarme de la cama y tomar mi largo saco negro para salir a despejarme un poco "bajo el sol".

En cuanto abrí la puerta, divisé a la pequeña mentita llegando a mi casa. 

–¡Mentita! –Grité, mientras volaba detrás del apurado dulce, quien traía otra de las cartas color rosa que me hacían temblar.

Y logré alcanzar su pequeño hombro, pero volteó, lanzándome un gas negro que me dejaría confundida mientras tosía y me perdía de la realidad.

¡Dos en un día!
Los quiere, Marcy. <3

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