P.O.V Bonnibel.
No hay día perfecto. Hoy no lo es, pues mi vestido tiene un centímetro de más.
Es sólo uno, pero no puedo caminar sin tropezarme y pisarlo. Y si uso los tacones más altos, parecería que soy un ciervo acabado de nacer.
–¡PAN DE CANELA! –Mi estrés no podría ser más alto.
–¿Sí princesa?
Todos los ayudantes estaban alrededor de mí, agarrando con alfileres el centímetro de más para cortarlo y coserlo.
–¿Dónde está mi ramo?
–Fue encargado al Reino de Fuego, princesa. Llegará en 15 minutos.
–¿Ya están las mesas listas?
–Sí princesa.
–¿Y la comida?
–Caliente y deliciosa.
–¿Ya le pagaron al sacerdote?
–La suma acordada, princesa.
–¿Y los fotógrafos?
–Como paparazzis, princesa.
Volteé hacia la ventana y vi todos los adornos hechos de madera, las pequeñas flores blancas regadas por el suelo y todos los hombres en chaleco negro y camisa blanca corriendo por todos lados arreglando los pequeños detalles.
Y sigo pensando en cómo se verá mi próxima esposa.
P.O.V Marceline.
–Mentita, tengo miedo.
–¿De qué?
–De lo que podría pasar. No podré dormir en nuestra noche de bodas si no quiero despertar con terror de haber peleado con mi madre. No podré estar tanto tiempo parada en el altar escuchando el sermón del sacerdote, me dolerá y tengo miedo de no poder soportarlo.
–Marceline, no te bajarás de este tren hasta que mueras. Tendrás que aprender a vivir con ello.
Un ayudante que me arreglaba la corbata me aconsejó.
–Linda, no hay forma de expresar el amor como lo haces tú. Estás dispuesta a soportar todo eso sólo por ella. Ojalá todos tuviéramos a alguien que lo diera todo como tú.
Y me pusieron los zapatos. Y entonces supe que estaba lista para enfrentar todo lo que vendrá.
–Daré todo por ella. Lo juro.
____
Estaban todos sentados, mirando hacia el altar, donde estábamos el sacerdote y yo.
Y entonces la vi.
Su vestido es hermosísimo. Los toques de fuego, el ramo chispeante, su sombra de ojos.
Sus manos. Su piel rosa pálido. Su cabello peinado.
Sus labios. No puedo esperar para probarlos.
Su velo, cubriéndole de los males del mundo.
Algunas lágrimas abandonaron mis ojos sin mi permiso. Y mi sonrisa no podía ser borrada por nada.
Quien la llevaba del brazo no era nada más ni nada menos que su padre. El señor Gumball. Hombre que hizo posible que yo alcanzara mi felicidad.
La música, interpretada por Jake junto con mi banda, me hacía pensar en todo lo que pasé para llegar a este momento. A este lugar, este día.
Su padre se plantó frente a mí, extendiéndome la mano de mi amada, sonriéndome de oreja a oreja.
–Cuida bien de mi pequeña, Marceline.
–Por supuesto, suegro.
Y se fue a sentar al frente a la derecha.
Y empezó la boda. El discurso típico del sacerdote nos abrumaba a las dos, que teníamos los dedos entrelazados. Y yo acariciaba suavemente el dorso de la suya, mirándola apaciblemente.
Y ella sonriéndome, quitando todo rastro de nerviosismo.
–Marceline, repite tus votos conmigo. –Dijo el sacerdote.
–Yo, Marceline Aabadeer, te tomo a ti, Bonnibel Bubblegum como mi legítima esposa; para cuidarte y respetarte.
–En la riqueza y en la pobreza. –Ella intercalaba las oraciones.
–En la salud y en la enfermedad.
–Hasta que la muerte nos separe.
Y entonces ella dijo los suyos.
–Bonnibel, ¿Aceptas a Marceline como tu legítima esposa? –Dijo el sacerdote.
–Acepto.
–Marceline, ¿Aceptas a Bonnibel como tu legítima esposa?
–Acepto.
Ambas sonreímos con alegría. Y esto lo captaron las cámaras que transmitían a todos los reinos de OOO.
–Entonces las declaro, uh. –Y todos nos reímos, soltando el nerviosismo que teníamos. –Marida y mujer.
Y entonces la tomé con suavidad, acunando su cara en mis manos.
Y ella tomó mi cuello, rodeándome con sus brazos.
Y la besé. Y nos besamos. Y en mi estómago se sentían los fuegos artificiales más grandes que alguna vez pude sentir. Y nuestros labios se movían rítmicamente mientras todos aplaudían de pie. Silbando, gritando de emoción. Algunos lloraban de la felicidad. Finn gritaba eufóricamente, mientras que mi banda nos apoyaba con sus gritos.
Las pequeñas niñas invitadas aventaban pétalos de rosa blanca por todos lados, saltando y llenando el lugar con sus risas angelicales.
Y entonces me di cuenta que el dolor desapareció. El dolor que debía sentir en los pies no había aparecido desde que me planté en el altar.
Y me separé de sus labios, extrañándolos al instante.
–Te amo, Bonnibel. –Le dije, mirándola a los ojos.
–Yo te amo más, Marceline. –Y ella comenzó a llorar con una sonrisa dibujada en sus labios.
Y la volví a besar con necesidad, cargándola en mis brazos y alzándola sobre toda la gente.
¡Ay, qué cosa tan hermosa! <3
Los ama, Marcy. <3
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Find me Somebody to Love!
Fanfiction-Me encantaría encontrar a alguien que me amara, he estado sola todos estos años. -Dice Marceline hacia Finn. -Ya habrá alguien. La vida te lo está guardando para el mejor momento.