Capítulo 12.

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Narra Pablo.

Estoy sentado tocando el piano, cuando alguien abre la puerta. Siento unos pequeños, lentos y torpes pasos... Una niña.

Pablo: Hola, pequeña -la cojo, beso su mejilla y ella sonríe-

No me doy cuenta cuando entra alguien más en la habitación, me doy la vuelta y es Ari. Espera, ¿Ari? Sí, es ella... Mi mujer.

Ari: Vamos, mi amor. Deja a papá trabajar tranquilo -sonríe y la niña estira los brazos para que Ari la coja-

¿Papá? ¿Ha dicho papá? , lo ha dicho, es mi hija... Mi pequeña niña... Sonrío automáticamente.

Ari se sienta a mi lado en el banco del piano con nuestra niña en brazos y la sonrío. Acaricio su cara y me acerco a ella para besar sus labios. Cuando la voy a besar, una luz me ciega por completo y lo deshace todo.

El despertador suena y en cuanto abro los ojos la realidad me golpea duro, una vez más. Y lo hace porque el sueño que acabo de tener está muy lejos de la realidad.

Ojalá me hubiera quedado en ese sueño para siempre. Era tan bonito, parecía tan real... Ahí es cuando me he dado cuenta definitivamente jamás la podré olvidar, por mucho que pasen los años la seguiré amando igual que lo hago ahora.

¿Por qué me habré tenido que despertar? ¿Por qué? Es que ya ni en sueños puedo besar al amor de mi vida.

Cada día que pasa la echo más de menos... ¿Cómo no voy a hacerlo? Si ella es todo en mi vida, aunque se crea lo contrario.

Extraño todo de ella, su voz, su risa, sus pasos por la casa, su ruido, sus besos, su forma de entregarse a mí... En fin, a ella.

Me levanto sin ganas, así lleva siendo desde el mismo día que se marchó, y me meto en la ducha.

Cuando salgo me visto y me siento al borde de la cama con la cabeza entre mis manos, estoy abatido, todo esto es culpa mía y me duele. Levanto la vista y veo en la mesa de noche los billetes a Santa Mónica para hacer surf. Los cojo y me quedo mirandolos como un idiota.

Recuerdo su cara de ilusión cuando me los regaló por nuestro primer mes y su forma de dármelos. De forma automática sonrío.

Sin darme cuenta estoy llorando. Limpio mis lágrimas y vuelvo a dejar los billetes en la mesilla. Desde que se fue los he llevado conmigo a todos los lados, es como una forma de tenerla conmigo aunque ella no esté.

Me levanto de la cama y voy a desayunar, en media hora salgo para Málaga a disfrutar de mis últimos días de vacaciones antes de volver a todo el caos del disco.

Narra Ari.

Han pasado unos días desde que me dijeron que iba a bailar en la gala de Los 40 y aún estoy que no puedo con la alegría y la emoción. Aunque falten dos meses no puedo dejar de pensar cómo será, con quién bailaré... Es la primera vez que me siento tan feliz en estos meses y la verdad es que ya echaba de menos esta sensación.

Me levanto de la cama y voy a la ducha, es sábado y mi hermano quiere que vayamos a boxear como lo hacíamos antes de que me fuera a Los Ángeles.

Me ducho, me visto con ropa deportiva y voy a buscar a mi hermano.

Paso por la cocina y ahí está con la ropa deportiva, al igual que yo, terminando de tomarse el café.

Al oírme se voltea para verme.

Vuelvo A Verte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora