Capítulo 31.

380 33 7
                                    

Narra Pablo.

Pablo: ¿Has disfrutado estos días? -le pregunto mientras cojo su mano-

Ella, como de costumbre, me sonríe de una forma que me desarma por completo.

Ari: ¿En serio me estás preguntando esto? -me mira desafiante- ¡Obvio que sí! -ríe- ¿Y tú?

Le sonrío y beso su mano.

Pablo: Pues claro que sí, mi amor -me acaricia la barba, como siempre lo hace y me encanta- Tengo tantísimas ganas de besarte...

Ari: Hazlo -me dice retándome-

Y así lo hago, la beso con todo mi amor. No me importa que estemos en el avión de vuelta a Bogotá, ni que la gente nos pueda ver, sólo me importa que la amo.

Pablo: Te amo -digo con nuestras frente pegadas-

Ari: Y yo a ti -sonríe y me da un corto beso- Ahora, vas a descansar porque han sido días muy ajetreados -suelta una sonrisa pícara, sé muy bien porqué lo dice- Y tú en dos días empiezas la gira y vas a estar a tope, ¿sí?

Pablo: Como mande, mi sargento -me cuadro como en el ejercido y ella ríe-

Echo mi cabeza hacia atrás, pero ella me detiene.

Ari: Ven -coge suavemente mi cuello- Apóyate en mí, estarás más cómodo.

Y así lo hago, me apoyo en su hombro, al que ha puesto una chaqueta para que no esté tan duro y pueda estar aún más cómodo.

Está en todo, no puedo amarla más.

Pablo: Gracias, cariño -besa mi sien- Estás siempre en todo.

Ari: No me tienes que dar las gracias, mi amor. Soy tu novia y te cuido porque te quiero. Además, tú haces lo mismo por mí -sonríe y empieza a tocarme el pelo-

Sonrío ante su tacto, sabe que me encanta.

Ari: Y ahora descansa, Pablo. De verdad lo necesitas, lo que se viene es muy grande.

Pablo: Está bien, amor.

Beso su mano antes de cerrar los ojos.

[...]

Ari: ¡Ay, Dios mío! ¡Estoy muerta! -exclama mientras se tira en la cama, haciéndome reír-

Y bien, estas han sido las únicas palabras que ha dicho desde que bajamos del avión. Y no sé porqué.

Ari: No es gracioso, de verdad estoy cansada -dice borde-

Pablo: Cariño... -me siento a su lado en la cama- ¿Qué te pasa? -acaricio su pelo, pero ella se aparta-

Ari: ¿A mí? Nada.

Se va a levantar de la cama, pero la detengo cogiéndola del brazo suavemente.

Ari: ¿Por qué yo, Pablo?

La miro sin entender nada y, de verdad que no la estoy entendiendo.

Pablo: Perdóname, pero no te estoy entendido nada...

Ari: Sí, Pablo -me mira a los ojos- ¿Por qué yo? ¿Por qué has decidido compartir tu vida conmigo? ¿Por qué te has fijado en mí? Tú, que podrías tener a todas las mujeres del mundo a tus pies... -puedo notar la angustia en su voz y no puedo permitir que se sienta así, angustiada-

Pablo: Mi amor... -está a punto de llorar, sus ojos se están cristalizando-

Me parte el alma verla así. Yo la amo a ella y eso jamás cambiará.

Ari: Porque en el avión, vi como dos de las azafatas te miraban y mientras dormías también. Y aquí al llegar, la recepcionista también. Ha sido ahí cuando me he dado cuenta de que puedes tener a la que quieras a tu lado y que puedes desaparecer de mi vida en cualquier momento... -limpio una lágrima que atraviesa su mejilla- Además, si te soy sincera, ellas eran muchísimo más que yo. Más altas, más guapas... Más todo.

Pablo: Más nada -sentencio- Para mí tú eres todo.

La abrazo y ella se aferra a mí.

Pablo: Ellas pueden querer y pensar lo que quieran, porque a la que amo es a ti. Tú eres la mujer de mi vida, con la que quiero compartir el resto de mi vida -sonríe levemente- ¿Y sabes? Nunca había estado con nadie como tú -levanta su cabeza de mi pecho- Que entendiera tan bien mi trabajo, que me ayudara tanto, que me amase tanto, que me apoyase de la forma que tú lo haces... Nada de eso, sino todo lo contrario.

Ari: Perdóname, Pablo -me abraza- Soy idiota por estar pensando esto... Y más después de todo lo que has hecho por mí, después de lo que hiciste en Los Ángeles... -la beso-

Pablo: Además, seguro que si no fuera Pablo Alborán, no se fijarían en mí.

Vuelvo a besarla y sonrío en su boca.

Ari: Y no, yo tampoco había estado con alguien como tú antes.

Pablo: ¿Lo dices porque soy famoso? -le digo en broma para quitar tensión a la situación-

Ari: Idiota -me da un golpe suave en el pecho- Vaya, me has pillado, solo estoy contigo porque eres famoso -ríe-

Pablo: ¿Ah sí? -pregunto haciéndome el ofendido-

Ari: Pues no, tonto -coge mi mano y me mira a los ojos- Nadie me ha tratado como tú lo haces, ni me ha amado como tú, ni me ha cuidado tanto como lo haces día a día. Y por eso te pido por favor, que no tengas en cuenta esta escena mía de celos sin sentido...

Pablo: Cariño, no me tienes que pedir perdón por nada -acaricio su mejilla- ¿Qué crees? ¿Qué yo no siento esto que tú acabas de sentir cuando veo que muchos hombres por la calle se giran para mirarte? Pues sí, también me pasa. Pero después veo con el amor que me miras y me veo reflejado en tus ojos mientras hacemos el amor, y ahí todo vuelve a la normalidad -me besa sin previo aviso-

Ari: Que sepas que este amor con el que te miro, es el mismo con el que me miras tú. Así como lo estás haciendo ahora -sonríe- Te amo, Pablo Moreno.

Beso sus labios con todo el amor que hay en mi alma. Amor que tiene dueña, ella.

Pablo: Y yo a ti, Ariadna Martín -le vuelvo a besar- Y por favor, jamás dudes de lo que siento por ti. Porque si tengo algo claro a día de hoy, es que te amo con cada célula de mi cuerpo.

Ari: Jamás dudaré, amor mío -me abraza fuerte- Y ahora, ven -tira de mi mano para quedar tumbados en la cama- Vamos a dormir un poco porque estoy muy cansada.

Pablo: Descansa, mi niña -beso su pelo- Qué yo velaré tus sueños.

Se acomoda entre mis brazos para así quedarse totalmente dormida.

Vuelvo A Verte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora