Capítulo 20.

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Tú me has hecho mejor,
mejor de lo que era,
y entregaría mi voz a cambio de una vida entera.

Narra Ari.

Llegó el momento, ya no hay marcha atrás, a penas quedan diez minutos para que salgamos a escena y creo que me dará un ataque de nervios aquí mismo.

Carlota: Amiga -pone la mano en mi hombro, me sobresalto- Perdón, no quería asustarte -me dice al ver mi reacción-

Ari: No te preocupes, tranquila -la sonrío y acaricio su mano-

Carlota: Sólo quería ver como estabas, porque sé que estás nerviosa, a mí no me lo niegas -ríe-

Ari: No, no te voy a negar que estoy algo nerviosa. Pero tú sabes el motivo...

Y es la verdad, no estoy nerviosa por la gala en sí, que también influye porque es una de las galas más importantes del país. Pero lo que peor me pone es el bailar con Pablo o mejor dicho, para él y para su show.

Y no sólo eso, sino que tengo que bailar una canción sola, para él, sin Carlota. Esto es de locos... Y más sabiendo todo lo que ha pasado entre nosotros. Aunque claro, eso es algo que nadie de los aquí presentes saben, salvo nuestra gente.

Carlota: Sí, ya sé... Pero, igual tú no te preocupes por eso, ¿sí?

Ari: Difícil pero lo intentaré -beso su mejilla-

Carlota: Lo vas a hacer muy muy bien, cómete el escenario y en unos minutos nos vemos -me sonríe- Te quiero -besa mi mejilla antes de que me vengan a buscar para salir al escenario-

Ya no hay marcha atrás, tiene que ser así, va a ser así.

Narra Pablo.

Salgo a escena y dos minutos después la veo salir a ella, vestida de negro y más corta que nunca. La veo así y mi amor por ella crece a cada segundo que la tengo cerca.

Sus largas piernas me dejan como hipnotizado mientras se mueve al ritmo de la música.

Ahora mismo me encantaría estar solos, ella y yo en mi estudio y abrazarla, besarla, decirla todo lo que siento y toda la verdad, y hacerla el amor en este piano.

Me odia y no quiere saber nada de mí, sí lo sé y lo tengo claro, no me quiere escuchar. Pero ayer lo decidí, voy a hablar con ella en cuanto esto acabe.

Las notas del piano fluyen mientras canto la canción que lleva su nombre. Si ella supiera que esta canción y casi todas las del disco llevan escrito su nombre en cada letra, cada nota, cada acorde...

La canción termina y con el final me levanto del banco del piano para reunirme con mis compañeros y mis amigos, mi banda, en la próxima canción.

Pasos de Cero suena en todo El Palacio de Deportes y con el ritmo, Ari. Sus caderas se mueven al compás de la canción y yo siento que la temperatura sube y no es por los focos, ni las luces.

Se pega a mí, y aunque sé que es por la coreografía que ha estado preparando todos estos meses, mi cuerpo y mi mente parecen no llevarse bien en estos momentos porque estoy enloqueciendo. Intento seguir cantado tan normal como siempre, pero eso en este momento parece ser una tarea imposible.

Se aleja un poco de mí para seguir bailando, hasta que termina la coreo.

Al finalizar, los aplausos y los gritos se hacen presentes en el Palacio y de verás que estoy muy agradecido y feliz por la acogida tan buena que le han dado a mi disco, siempre me llenan de felicidad.

Antes de salir, les dedico unas palabras, les agradezco como siempre, me despido de ellos, de toda mi familia musical y salgo del escenario.

Al dirigirme al camerino me encuentro con Ari bebiendo agua, no lo dudo y me acerco a ella.

Pablo: Has estado espectacular -la digo con una sonrisa-

Ari: Gracias, tú también has estado muy bien -contesta fría-

Pablo: Ari, yo... -me corta-

Ari: Tú nada, Pablo -espeta molesta- No hace falta que digas nada más para saber que quieres volver a darme una de tus excusas falsas para justificar lo que pasó en Los Ángeles. ¡Basta, Pablo! Me cansé. Me dolió y mucho, pero la vida sigue y aquí estoy yo, viviendo mientras reconstruyo las piezas rotas que dejaste.

No dice nada más y tampoco da opción alguna a que hable. Sale de allí dejándome más roto de lo que ya estaba.

Narra Ari.

Me duele haberle dejado allí, con la palabra en la boca y sin opción a que me dijera nada más, pero no podía seguir escuchando sus excusas más tiempo.

Él no sabe todo lo que me está costando dejar todo aquello atrás, no sabe las veces que he soñado y esperado que llegase un mensaje suyo, una carta, algo... Pero no, no había nada nunca. Tampoco tiene idea alguna de todas las noches que me he pasado llorado o pensando que alguna mañana al despertarme estaría entre sus brazos y él abranzándome.

Yo decidí dejar de sufrir y así va a ser. No puedo dejar que el pasado me vuelva a hundir como ya lo ha hecho en numerosas ocasiones, ni puedo, ni quiero.

Vuelvo A Verte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora