Los días que siguieron a ese fueron un infierno para todos. Adler no entendió nada hasta que revisó su celular y vio los mensajes que supuestamente él había enviado. Quiso aclararlo con Frieda pero la chica lo bloqueó de todas las redes sociales, pudiendo experimentar en carne propia lo que él mismo había hecho con ella hacía unos días. Encaró a Ava y esta solo negó que fuera ella quien había enviado los mensajes. Por su parte, Carolina —muy molesta— habló con Rafael y decidieron tomar el asunto de forma legal, con la ayuda de Marcia —quien convenció a Alan de que le pasara las conversaciones—, denunciaron a Mauricio y a todos los chicos que habían dicho cosas de Frieda por difamación y calumnia, e incluso amenazaron al chico con denunciar lo de la fiesta y las drogas, aunque para ello contaban con pocas pruebas y el tiempo que había pasado no favorecía a la causa. Además llamaron a Nikolaus y a Berta diciéndoles lo que Adler había hecho y ellos no pudieron creerlo.
Carolina dejó bien en claro que por ser Adler no lo denunciaría, pero que era mejor que se mantuviera alejado de la familia, de hecho, Frieda no quería volver a saber de él e intentaba rehacer su vida alrededor de sus nuevos compañeros en la Universidad. Nikolaus no estaba de acuerdo con el trato que su amiga del alma le estaba dando a su hijo, no lo creía capaz de algo así y le dolía que dudara de él quien en realidad era como su segunda madre. Sin embargo entendía que su hija estaba de por medio y aquello dificultaba todo. Las relaciones entre ellos se enfriaron también, ambas familias no habían podido mantenerse neutros y terminaron tomando partido por su hijo o hija, como era natural, y aunque no se decían las cosas de frente y mantenían un contacto algo formal, lo cierto era que ya no se hablaban como antes, ni confiaban en el otro, ni se decían todo. Carolina seguía molesta con Adler mientras Nikolaus y su mujer estaban desilusionados porque lo creyeran capaz de algo así, aunque a su vez sabían que el chico se había equivocado bastante, después de todo ellos le habían dado un techo por un año y él no se había comportado a la altura.
Por su parte, Adler dejó de intentar comunicarse con Frieda. Ella simplemente lo evitaba, le había cerrado todas las puertas y no quería escucharlo, ni verlo, ni saber de él mientras intentaba rehacer su vida y olvidarlo. Pero la verdad era que todo, siempre, le recordaba a él y no creía ni quería volver a enamorarse de la misma forma en que lo había amado, de hecho, se prometió a sí misma no volver a confiar. Adler se volvió un chico malhumorado y desagradable, de tener muchos amigos pasó a ser solitario y encerrarse en sí mismo, quiso hacer lo que le decían sus compañeros, distraerse y olvidar disfrutando de otras mujeres, pero no podía dejar de pensar en lo que Frieda le había dicho una vez que habían visto una película juntos:
—No entiendo por qué los hombres de las películas y las novelas cada vez que terminan con un gran amor se vuelven déspotas, mujeriegos, vengativos, fríos y con alma perversa. ¿Por qué simplemente no pueden sufrir y ya? Sin embargo a las mujeres, cuando terminan con su gran amor siempre las hacen ahogarse en lágrimas y no volver a salir con nadie más en su vida... ¿Qué está mal con la gente? Lo peor es que luego aparece una tierna y dulce muchachita, casi siempre menor que se enamora del hombre que se volvió malo y lo saca de ese encierro... y de la chica que se ahogó en lágrimas, nadie se acuerda —había expresado aquella vez y Adler rio besándola.
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Ni príncipe ni princesa ©
Подростковая литератураFrieda y Adler se conocen desde que nacieron, sus padres son mejores amigos y los han criado como si fueran primos, Ellos se detestan desde su más tierna infancia. Por suerte, un océano los separó casi toda la vida y solo debían convivir durante las...