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Cuando Frieda despertó, lo primero que hizo fue ver su celular, aún esperaba que Adler le respondiera algún mensaje o le escribiera para hablar, el corazón le empezó a latir de forma acelerada cuando vio que tenía un mensaje de él, posiblemente había leído la carta. Abrió el mensaje esperanzada, pero entonces vio una foto extraña, Adler acostado y una chica encima, a punto de besarlo... Solo se veía su boca y su torso, pero sabía que era él por su ropa y porque no confundiría esos labios nunca jamás.

Sintió que el corazón se le abollaba en el pecho y que paraba de latirle, un dolor intenso se apoderó de todo su ser al tener la certeza de que ya todo había terminado entre ellos. No dijo nada, Adler no solo la estaba engañando, sino que además tenía la desfachatez de enviarle la fotografía, quería que ella sufriera, quería que entendiera lo que él había sufrido, por eso lo hacía. Probablemente había leído la carta y esa era su respuesta. Se estaba burlando. Frieda sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y en unos segundos más, ya no era capaz de contener el llanto.

La puerta de su habitación se abrió y Marcia apareció en el umbral. No habían hablado mucho desde la última vez, pero sabía que su amiga estaba muy avergonzada por lo sucedido ya que le había enviado cientos de mensajes. En ese momento no le importó nada, Frieda necesitaba su contención, su abrazo, sus palabras de aliento, y Marcia al verla así lo supo enseguida. Se acercó a ella y la abrazó dejándola llorar en sus brazos. Cuando pensó que se calmó le habló con ternura mientras le acariciaba la cabeza.

—No sé por qué estás así pero no vale la pena, Fri... Yo quería pedirte perdón, no entiendo lo que me pasó aquella noche y siento haberte causado tantos problemas... de verdad yo... no sé cómo me perdonarás —suspiró afligida.

—No importa, Marcia, no es tu culpa, estabas ahogada de alcohol —rio con tristeza—. Gracias por estar aquí, llegaste en el momento justo.

—Cuéntame qué te sucede —preguntó su amiga y Frieda le mostró la foto.

La chica volvió a llorar y Marcia, indignada e incrédula por lo que Adler estaba haciendo, se levantó furiosa.

—Escucha, Fri... vine a decirte algo... a mostrarte algo, en realidad. Creo que debes dejar de llorar por ese idiota que no te merece. Alguien que ama no hace las cosas que él está haciendo —zanjó molesta.

—¿De qué hablas? —inquirió la muchacha secándose las lágrimas y observando a su amiga.

—Mira esto —dijo Marcia sacando su celular de su bolsillo—. No sabía si decírtelo o no, pero, ¿sabes qué? ¡Adler es un idiota y si no te lo digo yo te enterarás de todas formas! Quizá esto ayude a que dejes de llorar por él —afirmó la muchacha y le mostró una imagen en su celular. Marcia había tomado un pantallazo de su foto desnuda en el grupo de la universidad de Adler—. Me la mandó Alan —explicó.

—¡Dios! ¡No lo puedo creer! No... eso no se lo perdonaré jamás... Lo odio, Marcia, lo odio... lo odio con el alma —dijo tomando una almohada entre sus manos y enterrando golpes en ella—. Ahora sí que ya no hay vuelta atrás, lo odio —dijo arrojándose en la cama y llorando aún más.

Ni príncipe ni princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora