Capitulo 18

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-Damas y caballeros – Peter comenzó a parlotear – Quizá muchos de ustedes ya adivinen el motivo de este festejo - ¡maldición! ¿Por qué demonios no iba a l grano y ya? – la familia Stoessel y la Lanzani han decidido formar lazos más allá de los negocios, su heredera, Martina Stoessel y yo, Peter Lanzani hemos decidido contraer matrimonio – Martina vislumbró las sonrisas de todos los presentes excepto de uno que con cada palabra de Peter iba tornando su sonrisa a un rostro de completa ira - Martina y yo hemos acordado ya la fecha de nuestra boda – él apretujó ligeramente su mano haciéndola separar su mirada del único presente inconforme – será en una semana – su discurso fue interrumpido por una lluvia de aplausos y vítores, ella se arrepintió entonces de su decisión, pero comprendió que no había ya marcha atrás. Tragó todas sus lágrimas. Sonrió.

-Propongo un brindis - Martina sintió como sus piernas flaqueaban al ver de quién venía esa propuesta, Jorge Blanco alzaba su copa de vino tinto no pudiendo ocultar del todo su disgusto – Por los futuros esposos – le lanzó una asesina mirada a Martina.

Todos secundaron el brindis con un uniforme <<salud>> y vaciaron sus copas de vino, incluso ella bebió el líquido con premura sintiendo como el alcohol recorría sus venas. Cuando terminó de beberlo depositó la copa sobre la mesa y regresó su mirada en dirección a su molesto amante para encontrar que él había desaparecido dejando abandonada a su familia incluso a su prometida.
Súbitamente sintió unas manos jalándola, reaccionó y sin aviso sintió como Peter depositó sus labios sobre los de ella regalándole un beso nada deseado.
Ese beso para ella fue algo terrible, y no porque él no supiese besar, de hecho lo hacía maravillosamente, no, sino porque acababa de sellar su destino sin marcha atrás y todo por un *beep* impulso.

-Les mandaremos sus invitaciones lo más pronto posible – él terminó por decir cuando concluyó con el nada satisfactorio beso.

Por el resto del festejo Martina abandonó el presente para hundirse en sus pensamientos, podría decirse que estaba quizá derrotada, finalmente ese par había logrado consumirla por completo. Se divisaba ya el día de su boda en varios escenarios y para nada le agradaban, se casaría con un hombre que ni siquiera le agradaba, lo había decidido muy precipitadamente, no estaría su padre y tal vez tampoco Fran si él seguía desaparecido, no habría forma de evitarlo, todos estarían felices a excepción de ella y lo peor era que ella ni siquiera tenía planes de casarse, ni en sus más remotos sueños lo había deseado y menos lo deseaba ahora.

-Bailemos – Peter la hizo despertar de sus pensamientos.

Ella desorientada aceptó y se incorporó para ir al centro de la pista sin poner atención siquiera en el género musical, observó a su alrededor recordando en dónde estaba, ya había anochecido y ya casi todos los invitados la habían felicitado, incluyendo al resto de los Blanco que permanecían aún en la fiesta. Se preguntó entonces el motivo por el que su madre los había invitado, después de todo ni siquiera llevaban una buena relación, sólo había hipocresía entre ellos. Ambas familias se detestaban y lo sabían, eran incluso peor que el par de famosas familias creadas por William Shakespeare y aún así fingían aprecio entre ellos. Era ridículo, más aún debatiéndose el primer lugar en popularidad hotelera, se atacaban los unos a los otros y aún así se invitaban a sus eventos. Pero lo peor de todo, y que en absoluto se llevaba el premio de lo ilógico era el hecho de que Jorge hubiese ido, eso sí era muy cínico de su parte, incluso para él, ir a la anunciación de su boda después de haber mantenido una muy reciente aventurilla con ella.
-Tu madre quiere hablar con nosotros en cuanto la fiesta termine – le dijo con una sonrisa pícara compartiendo su culpa. Fingió sonreír y se preguntó si realmente él no había caído en cuenta que ni siquiera sentía aprecio por él.

-Genial.

-Te amo – se dispuso a darle un beso pero ella lo esquivó - ¿Qué ocurre?

-Quisiera ir a sentarme – dijo seca.

-Bien – él dijo desconcertado – Vamos – la tomó por la cintura conduciéndola de nuevo a la mesa - ¿Quieres algo, cielo? – sintió náuseas de sólo escucharlo.

-Tengo frío – ella encontró el pretexto perfecto para marcharse de ahí.

-Espera aquí – la detuvo cuando la vio dispuesta a incorporarse – yo iré por un abrigo - ¡maldición!

-Yo iré por él.

-No, amor. Enseguida regreso - ¡Agh! Lo repudiaba.

Dejó escapar un soplo y retomó su manía de golpear con sus dedos la superficie de la mesa. Deseó hablar con Fran y refunfuñó al recordar que había rotó su celular, se preguntó en dónde estaría. Recargó su cabeza sobre sus manos y observó aburrida a la cuantiosa multitud que aún permanecía ahí. ¿Acaso no tenían algo mejor que hacer que fastidiarle la vida?

-Hola – una risueña voz llamó su atención, ella se sobresaltó al identificar a la inoportuna mujer.

-Hola – dijo cautelosa.

-Disculpa, qué torpe soy – se llevó una mano a su rostro avergonzada – Permíteme presentarme, soy Stephie Camarena, tal vez no me conozcas - ¡qué si no! – pero yo a ti sí – sonrió, ella alzó sus cejas sinceramente sorprendida – eh, por Jorge, Jorge Blanco, mi prometido - ¡Auch! Esa palabra le dolió, pero más intenso al dolor era su asombro, Jorge ¿le había hablado de ella a su prometida? – Bueno, no exactamente por él, por las revistas que ocasionalmente lee, hablan muy seguido de ti – se imaginó la imagen que ella tenía de ella basada en los "constructivos" comentarios de las editoras y sonrió sarcásticamente – Además de que sé que eres algo así como su rival en negocios – sonrió inocentemente, Martina sonrió porque sabía que no sólo en negocios existía esa rivalidad.

-No he tenido el placer de tratar con él – mintió, ahora ella era la falsa – Seguro es una persona excelente - ¡ja, ja! Jorge Blanco... ¿una excelente persona? Ni en sus mejores sueños.

-Lo es – dijo emocionada – él y yo también nos casaremos, espero sea pronto, ansío sentir lo que tú en estos momentos, debes estar muy emocionada y feliz.

-Sí - ¡joder! ¿Por qué no terminaba por callarse y largarse de ahí? ¡Por dios! ¿Ella feliz y emocionada? ¡Ja!

-Jorge me pidió que te felicitara de su parte. Desafortunadamente no pudo quedarse, surgió un asunto en su cadena hotelera y él fue a solucionarlo. Pero él junto conmigo te deseamos lo mejor.

-Gracias - ¿por qué demonios Jorge no dejaba de ser tan falso? ¿Es que su boca siempre expulsaba mentiras?

-Cielo – Peter llegó con un costoso abrigo en manos – oh, lo siento – dijo en cuanto se percató que había interrumpido una conversación a su parecer amena. Para Martina fue la primera vez que él hacía algo brillante.

-Ah, no importa – Stephie aumentó su sonrisa – Yo ya me iba, solo venía a felicitarlos, a ambos y desearles un matrimonio muy feliz – de repente se abalanzó sobre ambos para darles un fuerte abrazo, Martina no pude evitar recordar la imagen de una pequeña niña mimada – Felicidades, Martina - sin más se fue.

-Aquí está tu abrigo, amor – Peter la ayudó a colocárselo - ¿Quién era ella?

-La prometida de Jorge Blanco – dijo sin entusiasmo – Peter, cariño – vaciló – yo me preguntaba si me puedo ir ya a mi habitación, estoy agotada.

-Cielo, son apenas las ocho de la noche.

-Por favor – habló en un tono irresistible.

-Bien, de acuerdo.

Apenas escuchó su respuesta se levantó para salir casi corriendo de ahí. Se dirigió directamente a su habitación rogando para que su madre no la buscase por el resto del día. Para asegurarse de ello cerró su puerta con seguro y se recostó sobre su cama, ahora menos que nunca estaba dispuesta a escuchar su irritante voz en un eterno regaño. Se reprochó lo que había hecho durante todo ese día y prefirió mejor no recordar más, estaba peor que lastimada, engañada y atrapada.
Tomó una almohada y la abrazó, esta vez no pudo contener su llanto. Lo dejo fluir para aliviar un poco su dolor. Inevitablemente se vinieron recuerdos de su infancia a su mente al verse en ese estado en el que no había caído hasta ahora. Recordó una discusión más de sus padres, cuando se gritaban de nuevo reprochándose sus defectos. Mientras que ella lloraba desconsolada en una esquina observándolo todo sin siquiera ser tomada en cuenta más que para sus reproches. Se sobresaltó cuando escuchó un timbre sonar, miró a su alrededor aún desconcertada sin poder abandonar del todo sus dolorosos recuerdos. El timbre volvió a sonar y ella cayó en cuanta que era el teléfono el que la había regresado a sus más recientes penas. Se levantó limpiando sus lágrimas y alzó la bocina.

-¿Hola? – maldijo en su interior al escuchar su débil tono de voz.

-Martina - su pulso se aceleró - ¿qué ocurre?

-¿En dónde demonios te has metido, imbécil? – estalló nuevamente en llanto sintiéndose impotente.

-Martina estaba en Iles d'Hyeres, en Francia, esa mujer que conocí el día de tu victoria me propuso salir a una playa y bueno, acepté, acabo de llegar a mi departamento y me encontré con tu nota, pensé que estarías por más tiempo aquí.

-¡Joder, Fran! Me caso en una semana y tú con una de tus estúpidas mujerzuelas – no pudo evitar gritar, estaba al borde del abismo.

-¿¡Qué!? – dijo casi ahogándose con el vodka que bebía.

-Sí, exactamente en una semana. Intenté llamarte antes, pero no contestabas y yo, no pude evitarlo, mis malditos impulsos me llevaron a esto y creo que ya no puedo salir.

-Martina, escúchame, debes encontrar una forma de huir...

-¡No! – claro que quería huir, pero si lo hacía corría un riesgo aún peor que llevaba por apellido Blanco – Yo... no puedo – profundizó aún más su llanto.

-¿Te has vuelto loca? ¿Qué te ha llevado a cometer esa grandísima estupidez, Martina? - <<Jorge Blanco >> estuvo a punto de decir, pero comprendió que no era lo ideal, no quería admitirlo y menos ante su tío.

-Necesito tu ayuda – sin más colgó sabiendo que no aguantaría más con aquella situación.

Salió desconsolada a su balcón a tomar un poco de aire, quería aclarar sus ideas, le urgía. Sintió la suave brizna de la noche y cerró sus ojos tras mirar a aquella luna que había sido testigo de sus más grandes pecados. Deseó desaparecer de ahí.

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora