Martina subió el avión a toda prisa, sabía que eran en vano sus miedos infundidos, pero no podía reprimir la angustia que le provocaba el simple hecho de imaginar a Peter Lanzani correr tras de sí apenas la descubriese. La facilidad con la que había escapado de sus garras, en lugar de tranquilizarla, surtía un efecto completamente contrario en ella, creía absurdo ese escape a comparación del que una vez había efectuado, y es que a pesar de haber fallada en el anterior lo veía más viable a este. Entregó el boleto a la azafata y advirtió que su mano temblaba, al igual que todo su cuerpo. Respiró hondo y dibujó una forzada sonrisa. Dirigió sus inseguros pasos a su lugar hasta el final del casi vacío avión, clavó su mirada al otro lado de la ventanilla. Resolló discretamente y agradeció haber llegado un par de minutos antes de que comenzase con su despegue, ¿y qué si algunos empleados le había lanzados miradas de reproche? Ella, podría decirse, con eso le había dado la bienvenida nuevamente a su libertad y por consecuente con su felicidad... dudó. Sonrió, ¡estaba libre!
Martina despertó por un leve sacudimiento de su mano, abrió sobresaltada sus ojos y comprendió que sería una buena idea consumir algunas pastillas relajantes. Miró a su alrededor ligeramente desubicada, no tardó mucho tiempo en recordar que había huido.
-Señorita – una azafata sonriente le lanzó una sonrisa amigable regalándole un poco de paz a Martina - El viaje ha concluido - Martina frunció su entrecejo, había dormido más de cuatro horas continuas si era cierto que el viaje había concluido ya. Asintió no consciente de sus movimientos.
La azafata se retiró para ir a ayudar a un torpe pasajero que luchaba con su maleta de mano. Martina mientras tanto ya se había incorporado después de despabilarse por un breve momento. Tomó su bolso y salió de ahí, ciertamente no recordaba el momento preciso en el que se había marchado al mundo de los sueños, hizo un recuento, lo último que había pasado por su mente antes de caer en ese profundo sueño era la sonrisa de su ultimo amante... apretó sus puños y aceleró su paso, no quería pensar más en él, aunque estaba consciente que sería algo difícil estando en el lugar en el que había pasado maravillosos momentos con ese hombre, y es que hasta la casa de su propio tío le traería recuerdos de él. Resopló. Estuvo a punto de subir a otro avión lejos de ahí, quizá Australia, China, México... negó en silencio y tomó sus maletas cuando las divisó. Salió rápidamente del aeropuerto y abordó un taxi. Subió tras intercambiar las escasas formalidades requeridas con el chófer, frunció sus manos intentando acostumbrarse al ligeramente frío clima europeo irónicamente pues se encontraba en Mónaco, rió irónica y abandonó su extraño ritual. No pudo evitar recordar el preciso momento en el que había abandonado ese tren en el que lo había conocido, a diferencia de entonces, ella ahora estaba consciente de la clase de alimaña que era Jorge Blanco y estaba segura de que nunca jamás volvería a caer en sus redes. Se lo había jurado y no podía fallar.
Martina bajó del taxi tras un transcurso de cerca de media hora. Pagó al chofer después de recibir sus maletas y se giró en dirección al edificio que se levantaba ante ella, tuvo la sensación nuevamente de ser la primera vez que pisaba aquel lugar y nuevamente se sintió patética.
Subió por el ascensor impaciente, no podía controlar aún bien el temblor de sus piernas, contó los segundos que tardó en finalmente llegar al cuarto piso y tras contar exactamente quince, se dispuso a salir, claro que no contaba con el pequeño inconveniente de que una de sus maletas se atracara, entonces comenzó a luchar contra ella para poder llegar finalmente a su destino. ¡Genial! Hasta el momento nada la había detenido y justamente ahora estando a unos cuantos pasos de su objetivo una maleta se interponía, entrecerró sus ojos y soltó un par de maldiciones.
-¿Necesitas ayuda con eso? – una voz masculina sonó a sus espaldas, ella se giró cautelosa en su dirección. Abrió discretamente sus labios al encontrarse con ese atractivo personaje.
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Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*
Fiksi PenggemarPara la sociedad, ella era la mujer perfecta, el modelo a seguir tanto como hija como prometida, joven, bella, bondadosa, inteligente, millonaria... caprichosa. Mariana Stoessel, su madre, la dueña de la reconocida cadena hotelera Stoessel, le había...