Capitulo 30

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Confesión#25: Y entonces llega ese momento en el que estás en el precipicio y no sabes qué es peor si morir o vivir.

Francisco Stoessel regresó con paso pesado a los asientos de la sala de espera con unas cuantas golosinas en mano, observó en silencio y apesadumbrado a su destrozada sobrina, había estado consciente de que ella sentía algo por aquél imbécil del que esperaban saber cualquier cosa, pero jamás se había imaginado que fuese para tanto, incluso sentía remordimiento por haber descompuesto los auriculares de aquél hombre que no se merecía menos a aquello. Todo lo había tenido fríamente previsto, todo, menos la reacción de Martina, ni mucho menos que ella se descubriese como el "lobo negro".

Observó de soslayo los tremendos esfuerzos que ella hacía por contener su llanto, parecía dolerle realmente. Tragó con dificultad y desvió su mirada de ella, no soportando su martirio, para hundirla en la familia Blanco que comenzaban a sumarse en mayor cantidad en escaso tiempo. Se sonrojó al advertir los murmullos que despertaban él y su sobrina en cada ocasión que la mirada de algún integrante de aquella familia, exceptuando la de sus padres, se posaba en cualquiera de ambos.

-No creo que deberíamos estar aquí, Martina- dijo mientras le entregaba una barra de chocolate sin despegar la mirada de la destrozada mujer que, tenía entendido, era Stephie Camarena.

-Puedes hablarle a Mónica y marcharte si así lo deseas – ella le dijo con un tono notoriamente reprochable mientras despejaba su rostro de sus cabellos que se habían adherido a su piel gracias al sudor y las lágrimas que no había secado por completo.

-Martina, cariño – él intentó hacerla razonar – la prensa no debe tardar en llegar – observó rápidamente el traje que aún portaba su sobrina exceptuando el casco - no les ha bastado con descubrir tu identidad, quieren saber más, ¿no te das cuenta? Hace unos momentos les disté la nota del resto del año si no es que de la década – dijo a regañadientes.

-¿Crees que eso me importa? ¿No lo entiendes? ¡Jorge está malherido! Quizá... moribundo – ella dijo para después hundir su rostro entre sus manos para evitar dar a conocer sus lágrimas.

-No fue tan grave – él resolló – En un par de semanas estará tirándose a tres tías a la vez sin ningún problema – le restó importancia ante la colérica mirada de su sobrina – ¡Hablo enserio, Martina! Larguémonos de aquí antes de que tu madre y tu esposo lleguen a armar un escándalo más.

-¿Cómo carajo pretendes que ellos lleguen en menos de una hora aquí, Fran? – ella dijo sarcástica – Ya te lo dije, no planeo moverme de aquí hasta saber algo de él.

-Claro, hasta no saber nada del amor de tu vida – él perdió toda paciencia – del padre de tu hijo – ella palideció al escuchar aquello y rogó al cielo que su conversación no fuese escuchada por nadie más.

-¡Cállate! – dijo asegurándose de que los Blanco no hubiesen escuchado nada.

-Martina Stoessel, hablo enserio, si no nos largamos de este lugar, en diez minutos se soltará un terrible cataclismo – ella resopló intentando inútilmente ser prudente.

-Te he dicho ya que puedes largarte de aquí – Fran le dirigió una mirada furiosa mas no movió su cuerpo ni un centímetro de aquél asiento.

-¡Fran, Martina! – ambos abandonaron su pequeña batalla para dirigir su atención a aquella preocupada voz femenina que se acercaba velozmente.

-Mónica, amor, ¿qué haces aquí? – Fran se incorporó para cubrir con sus brazos a su novia cuando ella llegó corriendo.

-La señorita estaba hecha una locura cuando Martina y tú salieron presurosos en su auto sin siquiera esperar a la premiación, entonces me ofrecí a traerla, para también ver a Martina - Carlo Insitoris se hizo notar hasta ese momento mientras se sentaba a un lado de Martina intentando inútilmente reconfortarla.

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora