Martina observaba con indiferencia a través de los enormes ventanales. Los rayos crepusculares se colaban a la enorme estancia estampándose con suavidad en contra de su rostro cubierto por el rastro que las lágrimas derramadas habían dejado a su paso momentos atrás.
Estaba destrozada. Con lo hecho, su venganza podría considerarse como terminada y, sin embargo, nada en ella había cambiado. Seguía siendo la misma mujer lastimada, defraudada y humillada, a diferencia de que ahora no tenía alguna esperanza más para regresar a lo que alguna vez había sido.
Por un momento había empeñado toda su fe en aquellos macabros planes, mas nada había ocurrido más allá de efectuar por su propio puño la justicia que creía merecer.
Y ella estaba deshecha. Consciente de que ya nada podría hacer por sí misma y que ningún motivo quedaba para seguir viviendo, que todas sus metas las había cumplido ya y aún así no se sentía plena, ni siquiera alguna sensación parecida. Ni siquiera estaba satisfecha con haber destrozado las vidas de sus más grandes enemigos. Algo faltaba en su mundo y desconocía por completo su origen.
Era como si necesitara de una pieza más para poder sentirse completa, y es que, sentía culpa, pero nada podía hacer para sentirse satisfecha con engendrar una nueva vida. Mordió su labio inferior sintiendo repudio por sí misma, por no ser capaz de amar a aquella pequeña criatura que nada de culpa tenía respecto a su origen.
Habría llorado una vez más, después de todo, advertir ser un ser ruin y despreciable no era lo más reconfortante que a alguien pudiese ocurrirle. Si tan solo no hubiese sentido a su amigo abordarla sentándose a un lado suyo con una suave sonrisa en su rostro e intentando reanimarla con un pequeño vaso desechable con algún líquido humeante en su interior, sus lágrimas habrían resurgido.
-Te traje un vaso de chocolate caliente – explicó intentando ignorar la frustración de su amiga – los boletos los tengo ya – sacó de uno de sus bolsillos de sus rasgados jeans un pequeño sobre una vez que Martina cogió sin ánimo el vaso que él le había ofrecido – nuestro vuelo será en treinta minutos - agregó animoso clavando su mirada en el ventanal en el que Martina había perdido nuevamente su mirada – Anda, bebe un poco – la observó de soslayo fingiendo estar fascinado con el movimiento de los poderosos aviones que se divisaban en el exterior.
-¿A dónde vamos, Carlo? – finalmente ella habló por primera vez después de haber huido de la mansión Stoessel, su voz sonaba desgarrada, mas Carlo agradeció que no fuesen sollozos lo que se despidiese por los labios de su amiga.
-Italia, nena – él le entregó el pequeño sobre reafirmando su respuesta – tengo un departamento en Venecia, considero que aquél ambiente será apropiado para calmar tus nervios – observó con detenimiento el inexpresivo rostro de la corredora de autos mas nada obtuvo de ello más que una fría mirada, como la que había tenido desde que la había visto el día anterior cuando se habían reencontrado tras tanto tiempo desde que había estado en su departamento de Mónaco.
-Necesito tu móvil – dijo en un susurró, él le entregó el aparato de inmediato con cierta frustración por el repentino cambio de tema.
-¿A quién llamarás? – y no obtuvo respuesta pues en menos de un segundo, Martina comenzó a hablar a través del aparato.
-Quiero hablar con el señor Moncrieff – declaró explicando con todo ello las dudas que había surgido en la cabeza de su amigo – habla Martina Stoessel, gracias.
-¿Tu padre? – Carlo susurró cuestionándola mientras ella esperaba ser comunicada con el hombre de la otra línea, ella asintió - ¿qué pretendes, ahora?
-¿Papá? – Carlo elevó su mirada fastidiado al techo de la enorme estancia, resopló dándose por vencido y decidió que alejarse por un instante de la irracional mujer sería muy conveniente – Victoria ha pagado ya – Carlo estaba ya a dos metros de distancia de ella alejándose, mas la fuerza con la que Martina había declarado lo último lo obligó a regresar por su recién despertada curiosidad – Todo resultó de maravilla, cada movimiento que me guiaste hacer llevo directo a la ruina a los hoteles Stoessel – y después de tanto tiempo vio resurgir en su demacrado rostro aquella sonrisa impecable que comenzaba a esfumarse en sus recuerdos – Considerando que su demanda está por los suelos, resulta prácticamente imposible que vuelva a resurgir, Mariana Stoessel está arruinada y todo gracias a tu ayuda, te amo papá – y sin decir una palabra más, cortó su llamada dejando atónito a su amigo.
![](https://img.wattpad.com/cover/92307218-288-k187989.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*
FanfictionPara la sociedad, ella era la mujer perfecta, el modelo a seguir tanto como hija como prometida, joven, bella, bondadosa, inteligente, millonaria... caprichosa. Mariana Stoessel, su madre, la dueña de la reconocida cadena hotelera Stoessel, le había...