Seguimos

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El olor a comida, el sabor ácido de la salsa de tomate invadiendo mis papilas gustativas, y la consistencia blanda de la masa. La lasaña me gustaba casi tanto como la persona que tenía delante de mi. Cada vez que estaba con él sentía que todo salía bien y estaba perfecto. Notó que lo estaba viendo y bajé la mirada a mi plato. Vibró mi celular.

Disimuladamente miré la pantalla por debajo de la mesa. Era el Cristofer.
-Pasa algo?- me preguntó el Álvaro.
-Emm... No. Te molesta si contesto?-
-No, dale- dijo despreocupado. De todas formas planeaba reducir esa llamada a unos cuantos segundos. No me gustaba utilizar el celular estando en la mesa, y supuse que al Álvaro tampoco le gustaba.
-Aló?-
-Francia!-
-Qué pasa?-
-Te tengo una noticia- eso despertó mi curiosidad.
-Que pasó?- el Álvaro que estaba con la vista fija en su plato, me lanzaba miradas de vez en cuando.
-Eh... Estás en tu depa?-
-No, no. Estoy en el centro- dije mirando por la ventana, la gente pasaba de un lado a otro por la Alameda, al igual que los autos.
-Puta la weá, es que quería contarte que supe de alguien que te podria ayudar con lo del vestido pal sábado-
-Pucha, oye pero anda para la casa en la noche- el Álvaro volvió a lanzarme una mirada -y hablamos. Tengo que dejarte ahora, estoy almorzando...-
-Ah! Chucha, ya. Disculpa, nos vemos después entonces-
-Nos vemos- corté. Con el Álvaro nos quedamos mirando.
-Pasó algo?- volvió a preguntar.
-No, nada- dije esbosando una sonrisa. Pero a juzgar por su mirada, probablemente estaba preguntándose de qué se había tratado esa llamada. O al menos, yo hubiera estado igual en su lugar -Es solo que el Tofer tiene algo que decirme con respecto al sábado-
-Ah...- ahora fue él quién miró por la ventana, como sumido en sus pensamientos.
-y... Cómo está la Juli? La haz visto?- luego de lanzar esa pregunta no premeditada esperé a que el Álvaro no me creyera entrometida. Para mi suerte, me miró con alegría en su mirada.
-Sí, estuve con ella el Domingo pasado. Está bien, le está yendo súper en el colegio y está tocando piano. Saca una cancion tras otra, y súper rápido igual...- mientras continuaba hablando de la Julieta, sus ojos se iluminaban. No era difícil adivinar que estaba más que chocho con su hija. Eso era muy tierno. -...está mas linda mi lauchita. Y la Eli, cómo está?-
-Bien igual, como avión en el colegio- le dije sonriendo. También me sentía orgullosa de ella -y bueno, igual po. Desde que empezó con la armónica, no ha parado- el Álvaro me sonrió.

Cuando nos dieron las 3 salimos del restaurant y caminamos en dirección a la Iglesia de San Francisco, ya que el Álvaro había estacionado cerca de ahí. Me fui debatiendo como decirle mi decisión respecto a The Voice, más que nada porque no hallaba ni el momento ni el lugar indicado para que hablaramos del tema.

Nos fuimos rumbo a mi casa hablando del disco "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band" de Los Beatles, ya que se estaba reproduciendo en ese momento, y era uno de sus discos favoritos de ellos. Hacía tiempo que no tenía una conversación tan interesante y entretenida con alguien, y él se mostraba muy entusiasta al hablar de música.

-Esa es la hora?- dijo mirando el reloj en la pantalla de su celular, rato después de que estacionara fuera de mi departamento. Faltaban 15 minutos para las 5 de la tarde.
-Sí- respondí.
-Como pasa el tiempo...- dijo mirando la calle, que estaba cubierta por un manto de hojas secas.
-Tienes que hacer algo?-
-No... Bueno, sí. Osea, es juntarme con los chiquillos de la banda a discutir unas cosas del EP, pero nada muy urgente. Tu tienes que hacer algo?-
-Bueno... Las labores domésticas, ese tipo de cosas, y la Eli ya debió haber llegado, así que intuyo que va a querer que le prepare una sopita o algo así- me encongí de hombros, él sonrió y me abrazó de sorpresa. Olía a una mezcla de perfume de hombre y frío invernal. Antes de soltarme me dió un apretado beso en la mejilla.
-Probablemente no nos veamos hasta el Sábado porque voy a estar muy ocupado estos días que siguen...- tenía sus manos sobre mis brazos, y sus ojos fijos en los míos -pero, vamos a estar hablando, cierto?- Sonaba a despedida. Lo cual yo no quería.
-Claro- le dije sin apartar la mirada -Te tienes que ir?-
-Sí. A las 6 tengo que estar con los chiquillos. Quería quedarme un rato más pero, pensándolo mejor, no es muy buena idea... Por más que quiera- sonreímos al mismo tiempo. Él tampoco quería despedirse -Si llego tarde otra vez, estoy seguro que el Gonzalo ahora sí que me asesina- yo reí. Sabía lo impuntual que era.
-Ya, no te quito más tiempo entonces- le dije. Y me acerqué para darle un beso en la mejilla. Se lo di y antes de que me alejara me rodeó el cuello con sus manos y me dió un corto beso en los labios. Yo retrocedí despacio librandome lentamente de sus manos y del suave tacto imaginario que dejaron sus labios al posarse sobre los míos. Lo miré perpleja. No esperaba eso.
-Lo sé, disculpame. Es que... No me aguanté. Perdón- yo bajé la mirada a mi bolso, que estaba sobre mis piernas -hace rato quería hacerlo- continuaba mirándome. Yo volví a posar mis ojos en los suyos, con ganas de decirle "yo también" Porque obviamente yo también quería besarlo cada segundo que estaba con él. Sin embargo, no éramos nada, no podíamos andar besándonos por la vida y sin justificación. Tenía que (aunque no quería) hacerme la difícil. Me limité a asentir.
-Nos vemos el Sábado- le respondí, me miró con cara de no haber quedado para nada satisfecho con mi reacción, o respuesta.

Escuché el encerrado sonido de la armónica al pasar por fuera de la pieza de mi hermana y el sonido cada vez más claro de la guitarra mediante me acercaba a la sala de ensayo, donde estaba el Cristofer tocando. Reconocí de inmediato los acordes de "Wake me up when September ends" de Green day. Dejé las tazas de té sobre una mesita de madera.
-...Yapo- dijo continuando la conversación -te acuerdas de la Catalina Hernandez?-
-Sí- dije sentandome a su lado. Ella estudiaba periodismo, por lo que era compañera del Tofer, y estaba en nuestra misma facultad (la de comunicaciones) Aveces se juntaba con nosotros en los horarios de almuerzo, o cuándo la encontrabamos en la biblioteca. Al titularse, un año antes que yo, se fué a Europa. Lo que deprimió a mi amigo. Que en último año se enamoró de ella, sin decirle a nadie más que a mi y a los chiquillos. Aunque nosotros siempre pensábamos que ella si lo sabía.
-Volvió a Chile...- dijo con la mirada fija en la ciudad nocturna.
-Y cómo supiste?- le pregunté. Me sorprendió su noticia.
-Me habló... Por Facebook- seguía perdido en las luces -Me agregó a Facebook para decirme que estaba de vuelta...- dijo con cierta ironía -Pero eso no es lo que más importa ahora. Lo que te quería contar era otra cosa-
-Era relacionado con el vestido, o no?-
-Sí- apartó la guitarra y tomó un sorbo de su taza de té -Mi vieja me contó que una de sus amigas le pegaba a la costura y también diseñaba ropa. Cuando fue a la casa le mostré la foto del vestido de tu vieja, y me dijo que con gusto te lo podía em... "Mejorar" Solo si tu quisieras, obviamente. Y porque mi vieja le ha hablado muy bien de ti, dijo que no te cobraría tanto-
-Tu dices, como... Rediseñarlo?- el asintió. Había visto programas en la tele en que hacían eso, igual era bacan. Por otro lado, me daba pena romper el vestido de mi mamá... Qué pensaría la Eli?
-Si quieres pensarlo, está bien. Solo que no te demores tanto, faltan 4 días para el matricidio-
-Me da cosa romper el vestido de mi mamá...- tomé un sorbo de té y me quedé mirando la ventana.
-Ya sé. Pero piensa que no lo estás tirando a la basura, ni lo estás echando a perder. Solo lo conviertes en una versión más actualizada... Pero sigue siendo el mismo-
-Qué va a pensar la Eli?-
-Preguntémosle- se paro y me tendió la mano. Yo se la tomé y fuimos a su habitación.

-Se parece al vestido que mi mamá usó cuando joven- dijo mi hermana mirando la pantalla del celular de Tofer.
-Es el mismo- le dije -Qué opinas?-
-Quieres usarlo?- preguntó mirándome. Yo asentí -En serio?- dijo con cierto recelo.
-Que pasa?- le preguntó mi amigo.
-Nada, es lindo pero es que es muy... Em... Antiguo- dijo arrugando su pequeña nariz.
-Pensamos igual- le dije -Pero el Tofer conoce a alguien que podría arreglarlo, quitarle cosas, o agregarle cosas para que se vea más... De ahora. Tu crees que debería intentarlo?- le pregunté. Ella se quedo largo rato más mirando la foto.
-Sí, yo creo que sí- el Tofer me miró.
-No te da lata que haya sido de la mamá ni nada?-
-Sí... Pero si tu lo cambias, después también puedo hacerlo yo para mi, y así lo usamos las 3- dijo sonriendo. "Que lista" pensé. Y más optimista que yo.
-Entonces está decidido. El vestido se va conmigo- dijo el Tofer.
-Espera, espera. Dejame ir yo también. Para saber que es lo que le van a modificar, y como es que lo quiero...-
-Ya, mañana lo llevamos los dos- dijo mi amigo.

-Primero que nada: Estas mangas y este cuello de tortuga se tienen que ir, son demasiado anticuados encuentro yo- me dijo la señora (no tan señora) Claudia, no debía pasar los 40 años, era más joven de lo que pensaba. Por lo que nos podíamos entender mucho mejor en cuanto a ideas.
-Sí, a mi tampoco me gustan- respondí -Ahora, no sé si podamos hacer algo con la falda?- dije apuntando al boceto del vestido que habíamos dibujado -Porque no me gusta mucho el túl, la verdad-
-A mi tampoco...- dijo ella apoyandose en la mesa y mirando el vestido que estaba puesto sobre un maniquí, con cara pensativa. Miré como una que otra cana se asomaba entre su pelo negro. Y sus ojos pardos adoptaban una expresión de idea -Ya se. Mira  puedo ir a Rosas a compar tela. Conozco un lugar donde puedo encontrar la misma tela, o una similar a la que tienen las mangas- dijo apuntando con el lápiz -Podemos sacar unas pocas capas de túl, y cubrirla con la tela nueva, que es media transparente- dijo esto acercándose al vestido y tocando las mangas -El túl de abajo va a hacer que se vea mas llenito el vestido, y no va a dejar que se transparente nada indebido- me guiñó el ojo -luego se acercó a la mesa otra vez y dibujó sobre la falda del vestido - Qué te parece?- dijo mostrándome el boceto.
-Me gusta- le dije. Si su idea se materializaba. Quedaría precioso.
-Ya!- dijo levantandose nuevamente y tomando las tijeras -Voy a empezar a cortar- yo tomé aire. Ella tomó una de las mangas y la cortó, dejándola caer en el piso. Yo sentí como si me hubieran cortado mi propio pelo. La Claudia caminó hasta el otro brazo y levantó las tijeras. -Seguimos?- preguntó. Vi la manga que estaba en el piso y la miré.
-Seguimos.-

Santiago de Chile [Álvaro López]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora