Fuegos artificiales

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La oscuridad era casi total, a excepción de unos puntos diminutos de luz que se dejaban entre ver por detrás de la puerta que estaba más al fondo del pasillo. Volví a sentir ese olor floral y fresco seguido de una sombra que volvió a taparme la casi inexistente luz. Volví a sentir los labios de la Francia sobre los míos y sus manos acariciando mi espalda. Yo enredé mis dedos en su pelo y la besé aumentando cada vez más el ritmo y el deseo de no querer soltarla nunca.

Sin darme cuenta, habíamos entrado a la habitación de donde provenían las luces. Por la tenue iluminación reconocí la silueta de una batería y supe que estábamos en la sala de ensayo. Continué dando unos pasos hasta que noté donde la Francia me estaba llevando. Sin pensarlo demasiado, la dejé caer sobre el largo sillón, y me propuse tomar las riendas de la situación. Me acosté sobre ella y la besé con más intensidad mientras bajaba mi mano izquierda por el costado de su pierna, luego mi boca recorrió su cuello y el olor a chocolate que emanaba su pelo me comenzó a volver loco. Sin embargo una idea fugaz se cruzó por mi mente, y me detuve.

-Oye- le susurré.

-Mhm?- me preguntó sin darme mucha importancia.

-La Eli...-

-Ah, tranquilo. Está dormida. Además, en esta pieza podría caer una bomba y no se va a escuchar ni un ruído afuera- me dijo tranquilizandome. Seguido de esto volvió a buscar mis labios y comenzó a sacarme la chaqueta, por lo que yo hice lo mismo con ella.

A pesar del frío que se podía sentir en el exterior, en la habitacion estaba ocurriendo la ola de calor más terrible del verano, la ciudad parecía haberse detenido y solo se escuchaban nuestros jadeos, a cada segundo que miraba el ventanal, las luces brillaban con más intensidad, como si estuveran sincronizadas con el éxtasis que sentía por todo el cuerpo. Las piernas de la Francia rodeadome, mis manos deleitandose de cada una de sus curvas, las uñas de ella abriendo nuevos caminos en mi espalda, los sonidos instintivos que nadaban por su garganta y salían de golpe dándome a entender que compartía el mismo éxtasis que yo, y los choques de electricidad que nacían desde la punta de mis dedos, amenazaban con salir y dejar un caos afuera. Sudoroso, desenfrenado y casi cegado por el placer, volví a mirar por última vez la panorámica de Santiago, y vi como explotaban fuegos artificiales.

Una luz rosada comenzó a abrirse camino en la oscuridad, hasta que me hizo despertar poco a poco, era el crepúsculo del amanecer. Miré a la Francia, que dormía plácidamente dándome la espalda. Un sentimiento de amor me invadió al mirar su pelo perfectamente desordenado y su cuerpo pálido y menudo. Pasé mi mano por su cintura y rodeé su abdomen atrayéndola hacia mí, y volví a quedarme dormido.

Volví a despertar, pero esta vez la luz del ventanal era azul, y estaba solo. Me senté y examiné el lugar desorientado. El color azul se debía a una cortina semi transparente que cubría la gran ventana. Habían varias guitarras y ahí estaba la batería que había visto (apenas) la noche anterior. Me dieron ganas de ir al baño.

Mi vista bajó hasta el suelo, donde todo era un desastre y me pregunté como y en qué momento es que hicimos todo eso. Mi ropa estaba por toda la habitación. Me vestí como pude, y salí.

Dentro del baño miré al espejo, y al contrario de otras mañanas no me veía tan mal. De hecho, me veía mejor de lo habitual.

Salí y caminé por el pasillo, y mediante me acercaba iba escuchando más claramente "Help" de The Beatles y la voz de la Francia cantándola a momentos.

Al llegar a la cocina me apoyé en el marco de la puerta y noté lo linda que lucía, se notaba que se había arreglado mucho, a excepción del pelo. Y eso me encantó.

De pronto mientras cantaba notó que estaba ahí mirándola y me sonrió.

-Oh, hola Álvaro- dijo animada -Palta o huevos?-

-Hola- le dije con una sonrisa -Em... Palta-

-Gran elección-

Me uní a ayudarla con el desayuno, y una vez que estuvo todo en la mesa apagamos la música y pusimos las noticias, aunque no prestabamos mucha atención, ya que estabamos más entretenidos conversando.

-Y la Eli sigue dormida?- le pregnté.

-Está en el colegio- dijo riendo.

-Pucha, y no me despedí de ella-

-Tranquilo, está bien.- me dijo relajada.

-Qué tienes que hacer hoy?- le pregunté con curiosidad, ya que parecía que fuera a salir.

-Trabajar- me respondió -y luego, ir al canal- se llevó su taza a la boca y le dió unos sorbos.

-Oh, verdad. y yo también...- entonces me alegre -vamos a poder vern...-

-No- me interrumpió. Yo la miré como un niño al que le prohiben salir a jugar un viernes por la tarde. Ella sonrió ante mi reacción y me acarició la mano -No nos pueden ver juntos, recuérdalo. Menos ahí- Yo asentí. Que fastidioso, pero había que hacerlo. -Álvaro, qué tal si nos apuramos? Tengo que estar en el centro a las 10 y ya estoy casi en la hora-

-Bueno- le respondí -pero yo te voy a dejar- estaba seguro que ella iba a decir algo como "no es necesario" así que apenas abrió la boca la interrumpí.
-Quiero estar más tiempo contigo-

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-Llegamos señorita... Y con 5 minutos de anticipación- le dije mirándo el reloj de mi teléfono -primera vez en mucho tiempo que llego temprano a algo- la Francia rió.

-Qué vas a hacer ahora?- me preguntó.

-Irme a mi departamento, y preparar todo para la tarde- le dije relajado. Probablemente llegaría a dormir.

-Bueno, que te vaya bien- me dijo entregándome una cálida sonrisa. Tomó su bolso y se acercó a darme un abrazo. Yo le correspondí y nos quedamos un rato así -Álvaro... Oye, ya- dijo con gracia -voy a llegar tarde, suéltame- Me separé de ella y la besé, como la primera vez que lo había hecho, de a poco y tranquilamente. Y una vez concluido ese beso ella abrió la puerta y salió del auto, y desde afuera dijo -Nos vemos más tarde, te quiero mucho-

-Yo también te quiero mucho- le respondí. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando solté -Oye, Francia!- abrió nuevamente.

-Sí?-

-Espero repetir más veces lo de anoche-

Sonrió.

-Yo también-

Santiago de Chile [Álvaro López]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora