Murmullos

214 6 0
                                    

No podían ir las cosas mejor, me habían asignado un buen puesto de vigilante nocturno en un edificio de ventas. Tenía dos meses sin conseguir empleo, hasta que una noche se comunico conmigo un viejo amigo del vecindario donde vivo, me dijo que estaban solicitando para un puesto de vigilante. Al día siguiente me presente en dicho edificio en la mañana, me recibió un hombre alto, flaco y de piel blanca llamado Alfredo. Le di mi papelería y ese mismo día en la tarde, me dio el trabajo. Fue agradable pensar que empezaría a trabajar, pero a la vez sentía un cierto nerviosismo al pensar que yo nunca había trabajo en algo como eso.

— ¿Cuándo me presento?

—Mañana a las 11:00pm —dijo. — Aquí mismo te daremos el uniforme y tu herramienta de trabajo.

—Está bien, gracias.

La llamada fue corta, se me hizo muy raro que me dieran el trabajo muy rápido; como si estuvieron esperándome.

Al día siguiente a las 10:30pm me preparaba para irme, era una noche serena y calurosa.

Cuando llegue al edificio solamente estaba un hombre robusto esperándome afuera.

—El señor Alfredo me dijo que hoy era su primera noche —dijo amistosamente—. Me encargó que lo recibiera y le mostrara el lugar.

Entramos al edificio, y me llevo a un pequeño escritorio donde dijo que allí era mi lugar de descanso. Allí mismo estaba mi herramienta y mi uniforme.

—El edificio cuenta con 13 pisos y el sótano, su único trabajo estar pendiente si escucha ruidos o alguna cosa que lo haga pensar que quieren entrar. El edificio cuenta con un sistema de alarma; si alguien entra o lo intenta, se escuchara un pequeño timbre e inmediatamente vendrá la policía.

Me enseño a activar y desactivar la alarma, luego dimos una vuelta juntos al edificio explicándome a detalle los lugares.

—Bueno, me tengo que ir, por lo que ve es un trabajo sencillo.

—Sí que lo es —respondí.

Se marchó dejándome solo en el edificio. Fui al escritorio donde estaba mi uniforme; lo tomé y fui al tocador a ponérmelo. Salí de allí y me dirigí de nuevo al escritorio, esta vez para coger mis herramientas de vigilante.

Se llegaron las 2:00am, estaba sentado en el escritorio leyendo una revista, cuando escuche algo parecido a un murmullo procedente de una oficina. Por un momento me entró algo de miedo, ya que estaba solo en aquel lugar. Pensé que pudiera ser algún sonido creado por el aire acondicionado o aire de tubería; pero estaba equivocado, aquel murmullo se repitió de nuevo, así que me levante y me dirigí hacia aquella oficina. Cuando entre tome la linterna empecé a iluminar el lugar; estaba vacía. Volví a mi escritorio esta vez me olvida de mi revista y me puse a pensar que podría a ver ocasionado aquel murmullo. De pronto se escucho un escalofriante grito de un hombre, venia del segundo piso. No sabía qué hacer, si correr para afuera, o subir y averiguar qué ocurría. Tome la segunda opción. Corrí hacia el ascensor y presione el botón del segundo piso. Mi piel estaba erizada del miedo, mi pulso cardiaco lo sentía en mis oídos, mis ojos esperaban a que se abriera la puerta del ascensor y ver algo escalofriante.

Se abre la puerta y lo único que observo es oscuridad ya que estaban apagados todos los pisos excepto el primero. Rápidamente encendí mi linterna y avance poco a poco hacia el frente, la puerta del ascensor se cerró provocándome un pequeño susto. Mis oídos esperaban escuchar de nuevo el grito, pero no se escuchaba absolutamente nada; silencio total. De pronto sentí que alguien tomo mi hombro por detrás mío, fue una sensación de locura, rápidamente me di la media vuelta a ver quién estaba detrás mío, al mismo tiempo que soltaba un pequeño grito de espanto, y allí estaba, un hombre con un rostro extraño que es difícil de explicar con el mismo uniforme que yo. Lo vi por solo un segundo, y me desmayé. Abrí los ojos y me encontraba aun en el segundo piso tirado boca arriba en la obscuridad, de inmediato me levanté y baje por el ascensor, había paso una hora desde que había subido al segundo piso. Tomé mis cosas y me fui de aquel edificio.

Entre a mi casa y llame al señor Alfredo olvidando que eran las 4:30am.

— ¿Si?

—se…se…señor, no me lo va a creer, acabo de ver un hombre en el edificio con cara de mu…muerto, no sé que esté pasando allí pero…

—Cuando amanezca me llevas el uniforme y la herramienta —me interrumpió.

¿No me creyó? O solo tenía sueño, pensé.

— ¿Por qué me dice eso?

—Es obvio que ya no querrás trabajar allí, créeme no eres el primero que huye.

No supe que decir, pensé demasiadas cosas.

—Una tragedia pasó hace un año, con un vigilante como tú.

— ¿Una tragedia? ¿Qué clase de tragedia? —respondí con voz temblorosa.

—Un vigilante llamado Enrique, fue encontrado muerto una mañana en el segundo piso, días antes aseguraba oír murmullos, los forenses dijeron que murió de un ataque al corazón, pero también le encontraron heridas en la espalda, como de uñas clavadas en la piel. Desde ese incidente todos los vigilantes que contratamos huyen esa misma noche y nunca vuelven, y aseguran ver a enrique.

No supe que decir. Lo único que hice fue colgar con el señor Alfredo. Me desvestí y me acosté en mi cama, pensado en lo ocurrido. Tratando de comprender que está ocurriendo en ese edificio, el horrible rostro de aquel hombre lo soñaba cada cierto tiempo. Claro que deje ese trabajo, pero no deje aquella curiosidad que me impulsaba a ir de nuevo al edificio a investigar un poco de su misterioso pasado.

Asesinos y otros horroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora