Epílogo : Indoloro.

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Dos fuertes brazos tiran de su cuerpo, que parece tan frágil, y tan roto, tan incapaz de resistirse.

SeHun, ¿vendrás a salvarme?

Hace menos de una semana, la huida le había hecho sonreír y tomar la mano de su mejor amigo, la esperanza saliendo por cada uno de sus poros. Genuinamente feliz, había cruzado las altas rejas de la clínica, y había corrido con la voz llena de risas infantiles, porque el aire de afuera sabía a libertad y el cielo nunca antes le había parecido tan hermoso. Ahora, sólo quiere que las cosas paren. Sólo se pregunta el por qué, busca el más mínimo error en su plan, el motivo de que justamente a un par de cuadras de la estación del bus que tomarían para largarse, hubiera tres patrullas policiales, como esperándoles. ¡ChanYeol, ChanYeol! ¿Qué fue lo que hicimos mal?

No sabía, por supuesto, que el teléfono de la estación de policía más cercana había sonado minutos después de su partida. Y una voz algo ronca, que pronunció con claridad las palabras "escape" y "asesino". Muchos años después, el muchacho que se volvió hombre a la fuerza, no comprenderá por qué fue que Byun BaekHyun lo traicionó de tal manera. Nunca sabrá que la sangre que le goteaba en las manos aquel día pertenecía a una muchacha de apellido Byun, ni comprendería tampoco cómo es que su hermano mayor consiguió infiltrarse en una clínica privada y esperar años para poder vengarse. El mundo, una vez más, es amplio, pero también diminuto.

Las manos sin delicadeza alguna lo dejan caer en una silla metálica, tiran de sus manos y las esposan sobre una mesa frente a él.

- Señor Lu. - siente que la voz viene de todas partes y a la vez, de ningún lugar. - ¿Sabe en dónde se encuentra?

No, no tiene idea. Niega con la cabeza sin levantar la mirada.

- Estamos en el edificio central del Ministerio de Seguridad Pública, en Haidián.

- Haidián... ¿Beijing? ¿Estoy en China?

Tiembla contra la dura silla en la que su cuerpo descansa. Hasta entonces no había notado que la conversación se había desarrollado en su lengua materna.

- Así es. - hay pasos que resuenan en el eco, y puede ver un par de pies enfundados en zapatos de cuero. - Mi nombre es Huang, Huang ZiTao, jefe del Departamento de Investigación Criminal.

LuHan no comprende más que el murmullo de la voz ronca. Y el miedo, que hace que sus oídos palpiten. Hace un momento era feliz, piensa. Recluido en su mente, tampoco nota que una tercera persona ha entrado en la brillante habitación de ventanas con vidrios negros. Hay un intercambio de palabras en otro idioma, y pronto nota que una mano se pone en su hombro.

- Muchacho. - comienza una nueva voz, esta vez en coreano.
- Mírame por favor.

Levanta sus ojos temblorosos y se encuentra con una cara desconocida que combina con el lugar. Luce cansado. Y sin embargo, oír aquel idioma le tranquiliza. Todo lo que tenga que ver con su hogar acelera su corazón y no por emoción.

- Hola, Lu. - le sonríe, el menor no puede leer su expresión. ¿Es lástima o sólo un instinto paternal? - Me llamo Kim JunMyeon. He llevado tu caso por los últimos tres años, allá en Seúl. Supongo que estás confundido. No te preocupes, sabemos de tu diagnóstico y no te haremos daño.

- Estás aquí para dar tu declaración final antes del juicio. Vamos a comenzar a interrogarte en cuanto tu nuevo abogado esté presente, ahora mismo está firmando algunos papeles para permitir que un familiar tuyo esté presente. - añade el chino. Su mandíbula firme le intimida de sobremanera.

Varias palabras se acumulan en su mente ya inestable. Criminal, familiar, interrogar, caso, diagnóstico, años. ¿Por qué parece que ha despertado en un cuerpo ajeno? Los dedos le hormiguean debido a la presión de las esposas y siente que sus párpados se cierran con los segundos que pasan. Hasta que algo gatilla un click en su mente.

painless ー hunhanWhere stories live. Discover now