Los preparativos para la boda estaban a punto de terminar. Hacia pocas semanas se había anunciado la boda de un hombre muy codiciado de los Estados Unidos, el famoso actor Terrence Grandchester pidió en matrimonio la mano de una jovencita de origen desconocido, para todos los medios de comunicación, llamada Lilly.
En un fiesta modesta, se llevó a cabo el compromiso oficial del actor y una linda joven rubia con una hija de apenas un año de edad. Con la prensa estando presente en aquel evento, por supuesto se corrió la noticia del compromiso por todos los rincones de aquel país.
Los Andley, en Chicago no fueron la excepción en enterarse con respecto a este tema. William Andley, decidió no alertar a Candy con el asunto de que el amor de su vida estaba a punto de casarse, debido a que últimamente su vida había comenzado a tomar un rumbo más feliz y agradable.
Por su parte, ella permanecía al lado de su ahora esposo, disfrutando ambos de la bendición que Dios les regalo, al ser pronto padres. Ella tenía cinco meses de embarazo, y por razones personales había decidido jamás volver a tocar un periódico.
Tras permanecer dos meses como amigos, y un mes más como novios Terry y Lilly habían decido sentar cabeza. Dejando en el olvido el pasado de Lilly, al involucrarse con un hombre demasiado malo. Ella había conocido al joven en su viaje a Washington, junto con su madre. Comenzó a tratar con él, e inconscientemente se involucro con los obscuros negocios que Germán movía.
Sí Germán, así se llamaba el hombre, el cuál abusó de la chica y de éste infame acto, nació Correen. Lilly paso un año enteró soportado las barbaridades que vivía a diario en la casa donde estaba encerrada, y de la cuál intento escapar mil y una vez, aunque la única que lo logró fue con la ayuda de Terry.
Quizá Germán ya se había olvidado de todos las amenazas que juró cumplir a la chica junto con su hija. Pero precavido, el actor había puesto su empeño en protegerla, quererla y muy pronto convertirla en su esposa, futura Duquesa de Grandchester. Lugar que él reservó siempre para su adorada pecosa, pero que, lamentablemente ella jamás podrá gozar.
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La hermosa novia se veía a través del espejo, donde su madre y Susana Marlown la miraban atentas, con una amplia sonrisa en sus rostros. Claro que se veía tan bella, la más bella que se podía apreciar.
Eleanor entró justamente en ese momento, para entregarle un lindo collar que utilizaría, y así de esta manera poder lucir como toda una duquesa frente a su suegro el gran duque. Pero no hacia falta que Lilly utilizará más joyas de las que ya tenía colocadas, su belleza natural era un regalo que pocas mujeres podía obtener. Por supuesto, vestida de blanco, con un peinado precioso y joyas muy costosas, se convertía en la mujer más hermosa que la familia Grandchester nunca antes pudo haber apreciado. Claro, a excepción de... ella.
—Te vez preciosa— fue el comentario que salió de los labios de Susana en cuanto despertó del ensueño en el que se sumió— Muchas mujeres darían lo que fuese por ocupar el lugar que se te fue concedido.
Lilly volteó a ver a su amiga (porque ellas se habían convertido en amigas inseparables), después le dirigió una sonrisa sincera. Sabía a la perfección lo que la actriz le decía. Teniendo apenas tres meses de conocerse y tratarse, algo había crecido en el corazón de la joven que era imposible de ignorar -o eso pensaba-.
—Lo sé. Soy tan feliz como nunca antes lo había sido— su sonrisa se amplió— Quisiera que mi hermana estuviera conmigo... Amó a Terry y compartir con ella el día de mi boda, siempre fue mi sueño— dijo muy conmovida. Su madre la miró con tristeza y dolor.
"Si supiera que su hermana también amó al mismo hombre" pensaba Susana, pero no decía ni una sola palabra, por respeto a la discreción que Terry no tardaría mucho en derribar.
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Mañana es para siempre
FanfictionHistoria corta de Candy y Terry. Esta es una idea que nació al pensar en las tragedias posiblemente ocurridas al pasar años después de la dolorosa separación entre los protagonistas. El destino cruel que siempre se empeño en separar a dos almas qu...