Inhumans: Bucky Barnes

Capítulo 22: Me amas?

Cuantas cosas me perdí en el tiempo que fui una arma de HYDRA? Cuantas cosas debo aprender ahora, como: a ser feliz.

Abril 27, 2008.

***

-Le pidió sexo a Shen esa noche?

-No! Sólo quería sentirme acompañada. Nunca se ha sentido solo, doctor Walsh? O acaso piensa que el sexo es lo más importante?

-No, sí lo he estado pero lo he resuelto con una botella de whisky y una cajetilla de cigarrillos. -Él enarcó una ceja, vio la botella y la cajetilla sobre la mesa.

***

-Alexa...yo...

-No te estoy pidiendo tener relaciones sexuales, Shen. Sólo quiero que me abraces. -Sentí un par de lágrimas rodar por mis mejillas.

Shen me haló a su cuerpo, me cobijó y me sobó la espalda. No dijo nada, sólo me consoló acariciando mi cabello y mi espalda sin malicia. Soñé con las torturas de Isabela en aquel cuarto de la base de Alemania. Ella había mentido diciendo que era una rehén de SHIELD a quién le sacaban información. Había usado un bisturí para hacerme desangrar, me había dado choques eléctricos para que perdiera mi cordura. Me consumía en agua con hielo para tratar de sofocarme.

Su poder de inhumana era cruel pero no era lo que ella deseaba, al igual que yo, anhelaba más poder, quería controlar no solo las mentes sino que también el agua y el fuego. Debía encontrar la manera.

Desperté al sentir la mirada de Shen sobre mí. Sonreí y llevé mi rostro a su pecho, no quería que me viera. Jamás había sentido tal vergüenza. Él me envolvió con fuerza en sus brazos.

-Esto es una tortura. -Él me dijo al oído.

-Por qué?

-Tenerte en mis brazos...

Hubo un silencio. Pensé en lo que él anhelaba de mí aunque no me lo pediría, estaba segura de eso.

-Shen...estás enamorado de mí?

Él dudó antes de contestar. Llevó sus ojos rasgados a mí.

-No quiero verte sufrir más, sólo eso, no puedo competir contra lo que sientes por el soldado. Además, soy como 10 años mayor que tú, Alexa. Jamás te fijarías en mí.

-Mi corazón es de James pero...aún tomo las decisiones de mi vida.

Shen frunció el ceño, me acerqué a sus labios y lo besé. Había sido un beso muy dulce. No como los besos de James que eran lujuriosos, o los de Jefferson que eran intensos. Eran pasivos, llenos de ternura y protección, en ese momento entendí que era por la madurez de Shen.

***

-Veo que no pierde usted el tiempo con los hombres.

-Sí, a todos les doy un espacio en mi corazón.

-O en su cama?

-No sea envidioso, doctor Whitaker. No voy a ceder a sus encantos.

Él rió a carcajadas.