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Viernes 18 Julio, 2017
15:50 p.m.

     Los cuatro se hallaban en el gran salón, expectantes y atentos a cualquier cambio a sus alrededores.

Faltaban diez minutos para que las manecillas del reloj marcaran las cuatro. Y eran los minutos más infernalmente lentos que jamás hubieran vivido.

Se hallaban en La Esfera, una monumental construcción esférica junto al Penthouse en la que los cuatro se habían reunido y conocido hacia ya un par de semanas. En ese entonces se desconocían e inclusive, se habían llegado a odiar intensamente. Y a pesar de que aún no se agradaban del todo, habían progresado muchísimo en su interacción de equipo. Y La Calificación era la prueba definitiva de ello.

El lunes de esa semana Lance recién había iniciado su entrenamiento, el mismo que los demás llevaban días practicando; El entrenamiento grupal había sido terriblemente pesado, pero había logrado completarlo gracias a sus horas en el gimnasio y sus ganas de querer conseguirlo, de no querer quedarse atrás. Y había finalizado la pesada práctica en los 20 minutos que debió ese día. Pues durante el resto de la semana, tuvo que añadirle esos tortuosos minutos extra para igualarse a los demás en cada práctica matutina. Y afortunadamente, había conseguido completar la hora y se había igualado con sus compañeros. Había sido un pequeño logro personal conseguido.

Pero la práctica individual fue una historia totalmente distinta. A diferencia de la grupal, en el área diseñada para él que se hallaba bajo de él Penthouse, junto al de Niall, él debería utilizar sus poderes. Algo en lo que no se consideraba realmente un experto, puesto a que siempre había utilizado sus dones de manera moderada y justificando su uso y acciones. Pero lo que el MI6 pedía no eran restricciones, sino que se liberara de todo y soltara su máximo potencial.

Por ello su primera tarea fue ante nada eliminar su más grande debilidad. Obviamente en su caso, era el hielo.

Su área podía ser comparada con una hielera medianamente grande, a unos veinticinco grados bajo cero. Lance emitía cantidades de ondas de calor en todo su cuerpo, pero por alguna razón no podía apaciguar el frío que su cuerpo sentía, que le hacía temblar. No sabía cómo apaciguar ese frío, nunca supo, nadie jamás le había enseñado. Y los directivos pretendían que se pusiera a descubrirlo por su cuenta, en ese mismo momento, mientras se congelaba en el proceso.

Le habían dicho que, para derretir el hielo, él debía acabar con lo que mantenía el hielo helado y encontrar cómo apagarlo. Luego descubrió que no se trataba de un calefactor, porque éste también estaba congelado tras el hielo. Sino que esas paredes y paredes de hielo estaban hechas de hielo seco y que ese hielo mismo era lo que mantenía congelado el lugar. ¿De donde lo habían sacado? No podía ni pensar con el frío que hacía ahí adentro porque, de paso, había venido con ropa ligera el primer día.

Los primeros dos días se sostuvo en el aire el tiempo que pudo para ponerse a pensar en una manera de derretir el hielo y apaciguar ese intenso frío. Intentó lanzando bolas de fuego, pero no parecieron afectar en nada al sólido.

Quiso por días preguntarle a los demás qué se debía hacer, que si alguien pudiese ayudarle o sugerirle algo, aconsejarle. Pero le apenaba mucho, pues ninguno le preguntaba al otro cómo pasar sus pruebas, porque todos resolvían solos sus propios problemas. Pero Lance supo ser listo y llegó a mezclar los temas de la mesa con la manera de derretir el hielo. Ahí fue cuando supo que se necesitaba arder a doscientos grados para derretir agua congelada bajo cero.

¿Pero cómo saber cuánto era eso?

El miércoles lo intentó y había fallado, porque no sabía cuánta energía su cuerpo consumía según los grados que ardía y terminó cayendo agotado, pero habiendo descongelado un pequeño charco, que a la mañana siguiente volvería a estar congelado.

New Generation » One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora