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Una visita al psicólogo o al psiquiatra podía significar no que tu salud fuese anormal o inestable, sino que tu falta de comunicación o tu forma de actuar con los demás les hacía creer eso. Y sin embargo, ninguno de estos dos casos aplicaba a nuestros héroes.

Aparentemente, Lyodd sospechaba que Lance podría o no tener miedo al frío y al agua únicamente en la cabeza, quizá debido a algún trauma fisiológico o, en el peor de los casos, cerebral. Y si fuera ese el caso, no se podría hacer nada más para ayudarle.

La mañana del doce, tras una larga sesión de pruebas (que eran mucho más usuales en él), Lance utilizó el ascensor del Penthouse, que jamás había utilizado antes, para llegar al sótano, donde encontraría la pista de carreras en la que estuvo una vez en La Calificación a su derecha, y al final del mismo corredor, una puerta doble a su izquierda. Avanzó a paso intranquilo debido a la compañía de un par de guardias armados, quienes se aseguraban de que el hombre llegara a su destino y no se desviara.

Al pasar el umbral de la puerta hallaron a la Dra. Parks sentada en una cómoda silla frente a una camilla que reposaba en medio del gran gimnasio subterráneo. El espacio era considerablemente grande, algo con lo que Lance se sintió bastante cómodo. Parks había logrado su cometido.

Lance se recostó en la camilla cuando la psicóloga así se indicó. Siempre andaba con una sonrisa. Para tener un doctorado, ella parecía ser bastante joven y eso era algo que a él siempre le incomodaba, porque le robaba su atención.

Cuando estuvo sentado y acomodado, los guardias se posicionaron al pie de la puerta por protección. Una vez todo listo, iniciarían con el procedimiento.

De un ordenador entre las manos de la doctora, salió una voz femenina pausada y clara:—Bienvenido, Lancelot. Mi nombre es Naomi Parks y estoy aquí para hacerte un análisis psicofisiológico. ¿Con qué te gustaría empezar?

Lance se la quedó observando entre anonadado y decepcionado. Él había llegado a creer que Parks en efecto tenía voz, al igual que cualquiera, y que en algún momento él llegaría a escucharla. Su condición no la afectaba de manera profesional, pero como humana, Lance hallaba escalofriante que se tuviera comunicando por máquina. Era como si le estuviera hablando a un robot, a un muy atractivo robot. 

Sacudió la cabeza y respiró profundo. Naomi no tardaría en notar su evidente incomodidad. —Dime, ¿qué te molesta? ¿Es la computadora no es cierto? Entiendo que pareciera que estuvieses hablando con un androide, pero soy tan humana como tú, solo que muda.

Lance soltó un bufido y se ruborizó ante tal precisión de análisis. Había desnudado tal cual sus pensamientos al primer intento. Le había parecido tenebroso, aunque asombroso. ¿Y Androide, qué era eso? Le faltaba mucho léxico por aprender. ¿Y humano? Si de algo estaba seguro era de que era todo menos un humano.

Observó de reojo a los guardias cuando oyó las llaves de uno de ellos caer. Vaciló. No se sentía cómodo en ese ambiente. Esa intranquilidad era extremadamente inusual en él y lo sabía.

Con un gesto, Naomi le ordenó a los uniformados que esperasen al otro lado de la puerta, señalando que no había necesidad que estuvieran presentes. Ambos se marcharon. 

Muy bien, ahora que estamos solos, dime, ¿quién eres?

Con menos ojos sobre él, Lance pareció relajarse. Aunque dudó al principio, igual decidió hablar. -Me llamo Lancelot Enko... tengo 26 años y trabajo para la MI6.

Yo ya conozco a Lancelot Enko, ¿qué te parece si me cuentas un poco sobre Louis?

Louis. Hacía tanto que no oía su propio nombre que hasta sonaba extraño solamente pronunciarlo. —En un inicio, no supo qué decir, así que solo dejó que salieran espontáneamente pensamientos por su boca.—Louis... era un fenómeno de circo que vagaba por el mundo escondiéndose de sí mismo. Tenía un propósito vacío y tanto miedo que se asustaba hasta de su propia sombra. 

New Generation » One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora