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La MI6 había conseguido lo imposible; había conseguido que un grupo de metahumanos en extremo peligrosos, obedecieran a voluntad propia todas sus reglas, órdenes y exigencias.

Si había una manera de adiestrar a un animal, era entrenarlo para que obedeciera a voluntad propia a cambio de una recompensa. Para ello, primero se debía crear confianza entre el domador y el animal en cuestión y asegurarse de que este último se sintiese cómodo y en su zona de confort. Sin embargo, en un entrenamiento es muy importante tener presente que la bestia es salvaje, y que si la conscientes demasiado, terminará mordiendo a la mano que le da de comer, porque la carne no estaba a temperatura. Por eso son importantes determinados castigos y penalizaciones, para que aprenda a obedecer.

Proyecto H no distaba mucho de esa realidad. De hecho, se había tratado del mismo caso; habían llegado y había establecido un trato que les abstenía de muchas libertades, pero que les aseguraba mucho más ganancias que pérdidas. Así construyeron confianza. Luego, los enviaron a la mejor jaula jamás hecha para estos mismos animales, el AIMA. Por ende, se sentían bastante a gusto, sin mencionar la comodidad que les brindaban con esa lujosa casa/Penthouse.

Pero aquí fue donde se equivocaron, porque los habían consentido tanto, que creyeron que podrían hacer lo que les placiera; Rompieron códigos de seguridad, derritieron una puerta de acero sólido, destruyeron un sin fin de artefactos y utilería y se revelaron en contra de la autoridad. Ah, y no solo eso, sino que su irresponsabilidad y violencia les estaba costando miles a ellos. Oh, no. No tolerarían esas acciones de su parte.

Pero ¿cómo castigarles? No habían tardado mucho tiempo en darse cuenta de que no había nadie dentro del AIMA que les llevará el control, por lo que intentaron hallar fallidamente una salida. Y la razón por la que nadie había entrado a la jaula del león, era porque nadie quería ser masacrado por este. Ningún oficial, personal de seguridad o autoridad tenía permitido el ingreso a esa jaula. No hasta que los leones estuvieran tomados, dominados y adiestrados. Y como nadie venía a exigirles nada más allá que por medio de una computadora, tenían total control de hacer lo que se les viniera en gana y demandar para conseguir un mejor trato. Lo único que ellos querían además de salir era: 1) Fastidiarles 2) Exigir un nuevo trato respecto a horarios, pases de acceso ilimitado al Penthouse y además de una cama, una maldita ducha para poder bañarse. Habían sido tratados como gallos de pelea en un Ring, como perros rabiosos en una perrera, cazados, maltratados y lastimados. Lo único que pedían eran un par de beneficios extra a cambio.

Claro que su acto de rebeldía, su huelga de hambre, les había salido como un tiro por la culata. La MI6 aprovechó todo esto para ganar todo lo que habían perdido: experimentación. El Proyecto H se había saltado toda la serie de pruebas que les habían preparado y debían hacerles pagar por los daños hechos y señalizarlos por su acto de rebeldía con un castigo. Fue como matar tres pájaros de un tiro.

No había forma de exigirles sacrificio cual soldado o si quiera de tratarlos como humanos, por el simple hecho de que -a excepción de Lyodd-, no lo eran. Así que los trataron por lo que eran: prisioneros. Y los resultados había sido gratificantes.

A las mil doscientas horas una de esas ruidosas alarmas sonó y ésta vez consiguieron encontrar y apagarla poco antes de que Harvey se transformara en una bestia y huyera nuevamente. Tenían prohibido a toda costa dañar o romper cualquier artefacto, utilería o cámara de seguridad de cualquier parte de la jaula. Por lo cual, les habían enseñado a apagarlas y encontrarlas y dado una lista de cosas extra para mantener el Penthouse.

La pantalla del televisor se encendería cuando la alarma estuviese apagada y luego serían guiados por una voz computarizada para seguir su nueva rutina estricta de entrenamiento diario, incluyendo qué hacer en los ratos libres y cómo aprovechar al máximo su nueva dieta balanceada.

New Generation » One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora