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"Las personas que saben hacerte reír de verdad son las únicas por las que, inevitablemente, vas a tener que llorar algún día"

Ian

A decir verdad y aunque pareciera extraño el día se me estaba haciendo muy ameno, la situación era un tanto graciosa vista desde fuera:

¿Quién estaría de risas con la mujer del tío del que en su día te enamoraste?

 Svetlana me estaba contando cosas que había hecho estos meses atrás para llamar la atención de Mickey, todos los intentos fueron fallidos, hizo cosas como ponerse bragas de cuero con penes colgando, pero la reacción que esperaba Svetlana no fue lo que pasó. Mickey puso una cara de horror como si hubiese visto al mismísimo Jesucristo.

Cuando me lo contó me fue inevitable reír hasta llorar repitiendo la escena en mi mente. En las horas que llevaba en casa de los Milkovich había reído más que hablado, comparando con mis vacaciones la verdad es que lo que me había pasado meses atrás no era para nada interesante, era todo muy monótono y aburrido no tenía nada que contar. Aunque me lo estaba pasando muy bien con Svetlana y sus anécdotas me empezaba a preocupar que no apareciese Mandy por aquí, al saber que estaba la mayoría de tiempo de su vida sin salir a ningún lado. Me extrañaba que no hubiese desgastado el reloj en mi muñeca de tanto mirarlo.

Era imposible que su tardanza se debiese a un retraso en el vuelo, ya que si su avión se hubiese retrasado en la web del aeropuerto avisarían y tras revisarla un par de veces, como si fuese su acosador personal, la web me indicaba que todo había salido bien en su vuelo. A pesar de que Mandy estuviese ya aquí y no tendría que pagar más de la cuenta por los mensajes seguía sin responder. Su teléfono estaba muerto/apagado, le había mandado un par de mensajes que ni siquiera habían sido Recibidos;

"¿Dónde estás? Estoy en tu casa como acordamos antes de irte"

-Enviado-13:56✅

A pesar de que me estuviese riendo tanto con Svetlana me ponía de mal humor su poco interés por Mandy, la cual era su cuñada, y cada vez que había sacado el tema de que no aparecía me respondía con frases como: "Ya aparecerá". Svetlana tendría que reconocer, que aunque no quisiese a Mickey, eran familia de un modo u otro gracias al papel que firmaron en su día.

Cabía la posibilidad de que Mickey hubiese ido a buscarla al aeropuerto y se hubiesen entretenido con cualquier gilipollez por el camino como hacían las pocas veces que salían juntos, pero Mickey nunca había hecho nada bueno por su hermana, y ella por él tampoco, ¿Por qué lo iba hacer ahora si era el primero que meses atrás se oponía a el viaje de su hermana? Sabiendo lo rencoroso que es esa posibilidad desapareció automáticamente de la lista que estaba haciendo en mi cabeza.

Otra cosa que me había rondado por la mente de los muchos temas de Mickey que tenía en mi mente era su oposición al viaje de su hermana. ¿Por qué se oponía a que su hermana disfrutará en un sitio que no fuese este barrio de mala muerte? Ni siquiera se me paso por la mente la idea de que la echara de menos, era relativamente imposible en él.

Al abrir la puerta el corazón se me paró un momento, pensando que Mickey había llegado de imprevisto pero no, era Mandy. Me regañe a mi mismo por la cara de decepción que se me formó al no ser el moreno que en el fondo tanto deseaba ver.

Mandy tenía mucho mejor aspecto que antes, las heridas que le hizo el cabrón de su ex-novio prácticamente se habían curado de su cara y el ojo no estaba para nada hinchado, con el poco maquillaje que se había echado no se notaban los pequeños rasguños si no te acercabas mucho. Estaba menos delgada que la última vez que la vi, cosa que me alegró, apenas comía antes por culpa del mamón. Al estar completamente dentro de la casa me lancé a sus brazo, la había echado mucho de menos este tiempo atrás. Me devolvió el abrazo con un poco de dificultad por dos motivos: Tenía una maleta en cada mano y no era para nada cariñosa.

—¿Porque has tardado tanto en volver del aeropuerto? ¿Problemas con el vuelo?

—Si sobre eso... —lanzó una mala mirada a Svetlana,s u relación no había mejorado—. ¿Podemos hablar?

—Claro, dime.

—A solas —aclaró intercambiando malas miradas otra vez con Svetlana. Asentí extrañado porque le solía dar exactamente igual quien se enterase de sus "problemas", si lo que me iba a contar llegaba a ser un problema.

—¿Qué pasa? —entramos dentro de la primera habitación que encontramos, que casualidad, era de Mickey. Me dieron ganas de salir corriendo, demasiados recuerdos en tan poco tiempo. Casi me dieron ganas de refunfuñar porque Mandy no tenía acceso a su habitación y había entrado.

Aún no había hablado, se estaba tomando su tiempo, suspiraba y se frotaba las manos segundos que parecieron años dando vueltas por la habitación. Me empezaron a escocer los ojos cuando ví un paquete de condones en la esquina, eso no lo vi cuando me asomé por la puerta, quería pensar que no eran de Mickey pero sería una cosa estúpida.

—No estaba de vacaciones —habló después de unos segundos.

Me extrañé por un momento, no entendía nada de lo que estaba pasando ni sus nervios. No era propio de ella. Hice reaccionar a mi cerebro para pensar una respuesta rápida que no le hiciese enfadar. 

—¿Bueno si no lo quieres llamar vacaciones no lo llames así pero... ¿Te lo has pasado bien?

—Ian no era un lugar...divertido —agachó la mirada a lo que yo le subí el mentón, se le estaban empezando a poner los ojos rojos y ella nunca lloraba. Noté que se me encogía el corazón, no me gustaba verla triste. Seguí insistiendo con tacto. 

—¿Bueno...pues donde estabas?

—Joder Ian —se alejó de mi—. En un puto centro de Anoréxicas.

Acéptalo;GallavichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora