El callejón rojo

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Aquellos tres corpulentos hombres con pinta de matones salieron de la camioneta negra, llevaban puesto unos lentes oscuros, como los que usaban los agentes especiales en las películas; vestían un elegante saco negro, el cual escondía un blanca y bien lavada camisa de diseñador; unos pantalones de un color más claro que el saco y unos zapatos negros bien lustrados y relucientes, les daban la imagen de ser personas importantes o adinerados trabajadores de una empresa de alta categoría.; al menos esa fue la primera impresión que me llevé al verlos de lejos.

Dos de esos tres hombres se parecían bastante, el mismo color blanco de piel, una forma casi similar en la cara, la misma sonrisa fría y rígida; lo único que los podría diferenciar el uno del otro, sería el color del cabello, ya que aunque ambos lo tenían corto, el color de uno era de un tono marrón más oscuro que el del otro; el tercero que quedaba tenía un color de piel oscuro y el cabello recortado de la misma manera que los otros dos.

Los tres bajaron de la camioneta al mismo tiempo, apenas pusieron un pie sobre el piso comenzaron a mirar hacia los lados, como si estuvieran tomando precauciones por si alguien los estuviera observando. Por suerte yo estaba detrás de uno de los pocos autos que estaban estacionados al frente de los talleres de venta y de reparación de vehículos, por lo que no me vieron.

<<¿Porque gente tan importante como ellos, vendrían a parar por estos lugares de la Av. Pennsylvania a las 4 de la mañana?>>

Bueno también yo estaba hace unos segundos paseando por allí, de lo mas normal, a veces salgo de mi departamento para caminar cuadras y cuadras, lo uso para poder estar a solas con mis ideas, pero ese, no es el punto.

Uno de ellos, él de cabello marrón oscuro, se movió hacia la parte trasera de la camioneta, tenía un extraño objeto en la mano,  y lo apretaba fuertemente mientras caminaba. De allí no pude ver más puesto que estaba observando desde un auto estacionado  a unos 20 metros frente a ellos. Al cabo de unos segundos oí un ligero sonido proveniente probablemente de uno de los hombres, inmediatamente después de oír este sonido, los otros dos se fueron hacia la parte trasera del vehículo.

<<Rayos, no se ve que hacen, ni siquiera logró oír nada>>

Al cabo de unos segundos los tres volvieron a aparecer, uno de ellos cerró la puerta de la camioneta mientras los otros dos cargaban un bulto enorme, de color negro.

<<Una persona>>

Así era, los dos hombres que se parecían  entre si  estaban sosteniendo entre los dos a una persona, uno le agarraba las dos piernas y el otro lo sujetaba por los hombros, esta persona llevaba puesta unas especies de botas negras de tipo militar, unos jeans color negro y desde su torso hacia arriba le cubría una enorme bolsa de lona negra.

<<Lo estan secuestrando, jamás he visto a alguien siendo secuestrado en vivo>>

La persona estaba moviéndose de un lado a otro como si pensará que pudiera librarse de aquellos matones con solo moverse.

<<No son gente importante, son matones de alguna especie de... mafia o yo que sé>>

El hombre que cerró la puerta trasera de la camioneta, caminó más rápido que los otros y se encargó de mover lo que a simple vista era una pared de hierro, probablemente se trataba de una puerta movediza, luego de hacer esto, los dos hombres llevaron al prisionero dentro de aquel lugar, a hacerle quien sabe qué. Apenas se metieron, los perdí totalmente de vista.

Me levanté rápidamente y caminé mirando atentamente hacia adelante, como si alguien fuese a aparecer de la nada.

Mire la camioneta de cerca y le comencé a dar vueltas.

La Maldición escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora