El cazador y las presas

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Su cabello ondulado estaba pegado a su inerte cara, tenía manchas en su rostro que apenas se notaban debido a la oscuridad de la habitación, la mitad de su rostro estaba bañada por la luz  artificial de la calle mientras la otra mitad se quedaba en las sombras, su cara mostraba una frialdad enorme, no solo había ninguna mueca de dolor en su rostro sino que no había nada, como que su propia muerte haya sido totalmente sorpresiva.

<< Esto no está pasando>>

Un extraño gruñido me devolvió a la realidad, volví en mí, para notar una rara masa negra con pelos y colmillos que se movía de aquel cuerpo y daba pasos cuidadosos hacia mí. No perdí tiempo salí de esa habitación y cerré la puerta, entre en la cocina, me encontraba totalmente desesperada y como no estarlo, el hombre que había contratado como guardaespaldas había muerto en solo un segundo.

Mire a todos los lados que pude y lo primero que encontré fue la puerta de la cocina que daba al jardín trasero, sin pensarlo deje la puerta y salí corriendo hacia la puerta que daba al patio trasero, la abrí  y corrí por nuestro jardín con todas mis fuerzas.

El jardín trasero es un montón de césped con uno que otro helecho y para marcar el final de nuestra propiedad esta una muralla de unos 2 metros hecha de ladrillos rojos; sin importarme como, corrí hacia ella, y con un gran salto, coloque mis manos en el borde, gracias a toda la adrenalina que tenía logre saltar lo suficiente, apoye mis piernas contra los bloques, por suerte estas se engancharon correctamente y con un salto, me trepe al borde, mire atrás para ver si me seguían, dos extraños bultos de pelo negro salieron de la casa, uno de ellos rompió la puerta por donde yo había salido y otro salto desde una de las ventanas de los dormitorios del segundo piso y cayó al suelo.

<<Mierda>>

No perdí tiempo salté del muro y me dirigí al Julius Kahn Park, el cual se encontraba atrás de nuestra casa, probablemente era el único lugar en donde podría perderlos y más que todo el único lugar a donde podía huir, corrí con todas mis fuerzas, escuche un sonido extraño atrás mío como de algo pesado cayendo al suelo, apostaba todo lo que tenía a que eran esas cosas que me seguían. Me adentre al parque y corrí adentrándome en las maraña de árboles y arbustos que era este. Lo único que se me ocurrió en ese ese entonces era encontrar a alguien, a quien sea pensaba que si encontraba a alguna persona esas cosas no me perseguirían más.

Corrí ignorando el dolor que mis piernas debían estar sufriendo, adentrándome  más y más en laberinto de árboles y arbustos que lucían exactamente igual, trataba de gritar pero el aire se me cortaba, mire hacia atrás esperando no ver nada y así fue pero no porque nada estuviera atrás sino porque literalmente no se veía nada, las sombras bañaban todo el lugar no dejando nada que ver; mi pie se engancho  a la raíz de un árbol que sobresalía de la tierra, haciéndame caer bruscamente contra el húmedo suelo y haciendo que mi mente volviera a la realidad, traté de pararme pero aparte del dolor que sentía en mi pie mis piernas no se movían a causa del cansancio y el miedo solo ayudaba más a la parálisis, me arrastre hasta ponerme atrás de un árbol me apoye a él esperando que mi respiración mejorará, si esas cosas me encontraban mi única salvación seria gritar.

<< ¿Porque me sucede esto?>>

<<Yo no quería nada de esto, yo no quería este estúpido poder, no quería esta estúpida sangre, no quería nada de esta mierda de vida>>

<<Maldición ¿Qué hago?>>

<<Tengo que moverme>>

Levanté mis piernas con lo que me quedaba de fuerzas hubiera querido que mi cerebro hubiese ignorado el dolor pero no fue así, sentía una punzada muy fuerte en mis muslos y un dolor muy grave en la pantorrilla.

La Maldición escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora