Fame or love? (Harry Styles y tú)

Capítulo 9.

-¿Y qué se supone que haces aquí?-pregunté ignorandole.

-Yo tambien te he echado de menos-dice irónico.

-Repito mi pregunta, ¿qué se supone que haces aquí?

-Mira, para empezar, esto es un local público no se si te has dado cuenta-hace una pausa mirando mi ceño fruncido-y para terminar, entré en este local plúblico, porque tenía hambre, también tengo derecho a comer, ¿lo sabías?-esboza una sonrisa mientras se come una de mis patatas fritas.

-Eso ya lo se, a lo que me refiero es que podrías estar en otra mesa, ¿lo sabías?-dije imitando su voz.

-¿No me puedo sentar con vosotras acaso?

-A ver...sí, pero es...¿raro?

Jess no decía nada, solo se reía en silencio.

-Además, ayer me estabas insultando, me llegaste a pegar, ¿y ahora te quieres sentar conmigo a comer patatas fritas en el McDonalds?-dije seria.

-¿Me vas a estar recordando toda la vida lo que hice?-dijo rodando las ojos.

-Puede, para empezar aún no te has disculpado.

-Espera, espera, ¿¡te ha pegado?!-saltó Jess.

Él me miró torciendo el labio, avergonzado, y agachó la cabeza.

Le conté lo que había pasado.La pelea y hasta lo del abrazo de Zayn, el que creo todo el rumor.

A Jess le sorprendió mucho, incluso llegó a hecharle una bronca a Harry.

Empezaron a discutir, y yo solo volvía a mirar como pasaba el tiempo sin saber que hacer.

"Dejavú" pensé.

No pude evitar fijarme en el parecido que tenían; sobretodo en los gestos, era como si Jess estuviera peleandose consigo misma delante de un espejo que la hacía chico.De verdad.

-Harry Edward Styles Cox-dijo muy cabreada.

Espera...¿Styles Cox? Esos son los apellidos de Je..oh dios.

-¿¡Sois hermanos?!-fue lo único que articularon mis labios.

Harry me miró sorprendido, y luego mató a Jessica con la mirada.

-¿Por qué no lo sabía?-le preguntó frunciendo su ceño.Se le notaba su cabreo-.¿Te avergüenzo? ¿Es eso, no?

Jess se mordió el labio y miró al suelo sin decir palabra.

Nunca nos había mencionado nada sobre ningún hermano.Y era raro, porque lo sabíamos todo sobre las otras, y me chocó bastante esta situación.

-Pues siento haber nacido, no fue mi culpa, ¿sabes?-dijo el chico con la mirada aguada.En cualquier momento podría empezar a llorar.

-No Harry, no es eso...yo...-Jess no tenía palabras.No sabía que hacer, sinceramente, en este momento yo sobraba.

-Déjalo-fue lo único que dijo.

A continuación se levantó, y salió sin decir más.

Solo había pasado...¿una noche y dos días? Necesitaba un descanso.

-¿Por qué no nos lo habías dicho?-pregunté confundida.

Apretó los labios y evitó mirarme.

-Es...difícil, ¿vale? Tengo mis motivos.
-Bien, dime cuales son.
-¿Por qué te interesa tanto?
-Porque, para empezar, eres como una hermana para mi y que lo hayas ocultado no tiene sentido, y para seguir, le has hecho mucho daño.

No hubo respuesta por su parte.

Fruncí los labios al ver que se lo pensaba demasiado.

-Esta bien-me rendí-.Cuando quieras hablar sobre ello, me llamas.

Me fui dejándola sola allí.Si no quería hablar de ello, no la iba a presionar.

"Bueno, ¿qué hago ahora?" sinceramente, eran las cuatro de la tarde y no tenía nada que hacer.
¿Esto es lo que se siente cuando tienes tanto tiempo libre? Ya lo había olvidado.

Podría...ir de compras.No, me sobra la ropa, sería un desperdicio.

Saqué mi teléfono y marqué, otra vez, el número de Zayn.
Ya que no había mada que hacer, lo podía volver a intentar arreglar.

Sonaron los tres pitidos y luego el buzón de voz.

Me rendí al cuarto intento.Estaba claro que no me iba a coger.

Comencé a andar por la acera gris sucio.Miraba al suelo, a las líneas que formaban cuadrados perfectos.
Me paré juntando mis pies y comencé a andar pisando dentro de los cuadrados, sin pisar las líneas.

Me reía sola y fruncía el ceño debido a mi concentración.

A mi derecha había una fila de casas preciosas en las que no me había fijado nunca.Eran todas exactamente iguales, las diferenciaban los números de metal que los numeraba.Eran de ladrillo rojo oscuro con puertas de madera y jardines en cada una.

Seguí mi juego olvidando el mundo por un instante.

Estaba totalmente concentrada, parecía una niña pequeña.

Entonces algo me desconcentró, quizás alguien.

A pocos metros de mi, un banco de madera decoraba la acera gris sucio.

Levanté la vista y lo vi sentado, con los codos apollados sobre sus rodillas y las manos en su cara.
Tenía la mirada perdida en un punto concreto.Se notaba que había llorado.
Le volvía a observar las facciones de su rostro, cuidadosamente.

-¿Qué miras?-dijo con voz ronca.
-Nada.
-Ajá.

Me lanzaba miradas asesinas y no entendía la razón.

Decidí no hacerle caso, y me senté a su lado.

-¿Qué haces?-preguntó cabreado.
-Sentarme, ¿sabes? Esto es un banco, público, tengo derecho.

Esbocé una sonrisa, pero él solo apartó la mirada.

-Déjame, no soy como piensas.
-¿Y cómo eres?-pregunté.
-Soy una mala persona, no te gustaría y tú no me gustas.
-¿Quién dice que me gustas ahora? Te desprecio.
-No me conoces-frunció el ceño.
-Me acabas de decir que eres una mala persona.No necesito conocerte más.
-Está bien, a mi me parece bien.

Hubo un silencio, no se podría decir incómodo, porque realmente no lo era.

-¿Y por qué no te gusto?-rompí el silencio-.Es decir, tú eres el que no me conoce a mi.

Se encoge de hombros, pero no dice nada.

-¿Nunca te han dicho que no juzgues un libro por su portada?
-Eres una pesada-admite.

Esta vez me encogo yo de hombros.

-Está bien, mujeriego.
-Egocéntrica.
-Pervertido.
-Consentida.
-Malhumorado.
-Pija.
-¿Pija? Ese fue muy malo.
-Sí lo sé, no se me ocurría otra cosa.

Rodé los ojos y me mordí el labio para evitar reírme.

-Genial, adiós-me levanté y volví a poner mis pies en movimiento para irme.
-¿A dónde vas?
-¿Te importa?
-No, la verdad.
-Pues adiós.

Me quedé unos segundos mirándole, y al final me giré y volví a pisar los cuadrados de la acera.