𝟬𝟭𝟰 i know how it feels like

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TERCER ACTO • CAPÍTULO CATORCE:SÉ CÓMO SE SIENTE

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TERCER ACTO • CAPÍTULO CATORCE:
SÉ CÓMO SE SIENTE.

                    —Vanessa, ¡Vanessa!—, la voz de Jean volvió a resonar a través de la habitación, provocando que la velocista corriera de un lado al otro, las manos apretando sus oídos como si eso fuera a disminuir el sonido —

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                    Vanessa, ¡Vanessa!—, la voz de Jean volvió a resonar a través de la habitación, provocando que la velocista corriera de un lado al otro, las manos apretando sus oídos como si eso fuera a disminuir el sonido —. ¡Vanessa!—, fue un grito está vez, tan fuerte que obligo a la castaña a tirarse al suelo, al mismo tiempo que un par de libros caían del estante.

      Vanessa se acercó lentamente a los libros desparramados en el suelo después de mantenerse un rato en la posición anterior. Los únicos libros caídos pertenecían a Jean, libros que la pelirroja le había prestado y nunca había tenido la oportunidad de devolvérselos.

      La mutante tomó los libros con cuidado, tratándolos como si fueran oro antes de salir de su habitación y dirigirse a dónde se encontraba Scott. Vanessa abrió la puerta con una copia de la llave y, al entrar, fue directo hacia la biblioteca y los colocó en los lugares correctos.

      La habitación se encontraba a oscuras, la tenue luz de la luna dándole un aspecto tieso y sombrío. Scott estaba callado, sentado al borde de la cama mientras en sus manos sostenía un cuadro con una foto de él y su novia fallecida. El mutante de cabello castaño no se movió en lo absoluto cuando la velocista entró, tampoco emitió sonido alguno, sólo continuó mirando la foto, perdido en los recuerdos.

      — ¡Vanessa!—, la voz volvió a gritar en la cabeza de la mujer cuando colocó el último libro. Una lágrima cayó por la mejilla de ella antes de girarse a Scott.

      —No para—, habló Vanessa, su frágil voz completamente rota antes que Scott le mirara —. No para, Scott. ¡No se detiene!

      —Lo sé—, fue la única respuesta del castaño y, entonces, Vanessa se acercó a él y se sentó a su lado. La castaña observó la foto que Scott sostenía antes de volver a mirarlo a él —. Tampoco paró de escucharla.

                    Scott caminaba de un lado al otro en la pequeña habitación

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                    Scott caminaba de un lado al otro en la pequeña habitación. Vanessa le seguía con la mirada desde la cama en la cual se encontraba media recostada. El hombre de gafas murmuraba cosas para sí mismo, dejándose llevar por la constante voz de la telépata.

      —Scott—, llamó Vanessa, pero él no le hizo caso alguno. La velocista soltó un suspiro antes de levantarse y tomarle por los hombros —. ¡Scott!—, alzó la voz y, entonces, el mutante pareció volver en sí mismo.

      — ¿Qué?—, preguntó cuando la velocista no siguió hablando. Scott le miraba a los ojos mientras ella apretaba y remojaba sus labios, buscando las palabras correctas, aunque no había una forma de decirlo sin provocar dolor.

      Logan abrió la puerta pero, al notar el escenario que se estaba llevando a cabo, prefirió entrecerrarla y quedarse callado. Él observaba cada movimiento mientras ninguno de los otros dos mutantes notaba su presencia, sus orejas poniéndose rojas al notar la cercanía de ellos.

      —Creo que tenemos que seguir adelante—, soltó Vanessa rápidamente y, cuando Scott intentó soltarse de su agarre, ella lo tomó más segura —. ¡Scott! Sólo escúchame. Yo ya pasé por esto, sé cómo se siente, y el infierno no acabará hasta que no sigas adelante.

      — ¿Qué quieres decir?—, preguntó Scott torciendo la cabeza, sin saber la historia que se escondía detrás de los ojos de la chica. Vanessa inspiró y expiró unas dos veces antes de tomar el dije del collar que se encontraba entre su pecho y su remera para mostrárselo a Scott.

      —Este fue un regalo de él, Matthew Snar. Él fue.., yo lo amaba y unos mutantes lo mataron al buscarme a mí. Él murió por mi culpa y la de nadie más—, contó Vanessa, las lágrimas inundaban sus ojos. Logan sintió la necesidad de acercarse y abrazarla, pero no lo hizo. Mientras Scott observaba cómo la chica bajaba la vista para secarse las lágrimas.

      El movimiento fue rápido, una acción no muy bien pensada ni calculada, parecía más como un reflejo a algo premeditado. Scott tomó del mentón a Vanessa y, cuando ella le miró, juntó los labios con los suyos.

      En un instante, Logan se alejó de allí. La ira emanaba de su cuerpo mientras sentía como una vieja herida era re–abierta en cuestión de segundos. En el camino, se topó con Ororo y, a pesar que ella le preguntó repetidas veces si le sucedía algo, la ignoro y siguió su camino.

      Mientras tanto, en la habitación de Scott, el beso se torno necesitado, subiendo de niveles a una gran velocidad. Las manos de Scott viajaron al cuello de Vanessa, acercándole más a él mientras la chica sentía la pared detrás suya. Ambos parecían encajar el uno con el otro, curándose con muestras de amor.

      Hasta que el cerebro de Vanessa volvió a encenderse, gritándole que lo que hacía estaba mal. Ellos sólo se besaban porque se encontraban rotos, no porque sintieran algo el uno por el otro. Entonces, Vanessa se separó.

      Scott intentó volver a unir sus labios, pensando que la castaña se había separado en busca de aire pero, cuando ella movió su cabeza hacia un lado, entendió que no quería seguir con eso.

      —Vanessa, yo.., ¡lo siento!—, balbuceó Scott, alejándose de ella, y Vanessa se limitó a asentir, notando que las disculpas eran realmente sinceras —. Es sólo que.., estoy demasiado confundido. Mi cabeza da vueltas, mi corazón duele como los mil demonios y sólo quiero.., quiero––.

      —Verla una vez más, lo sé—, asintió la chica, hablando con calma a pesar que sus mejillas se encontraban coloradas y sus labios hinchados debido al brusco y caliente de beso de hace segundos —. Te dije que sé cómo se siente.

      Scott le miró en silencio antes de patear un pie de la cama y tirarse de cabeza a ella, demasiado exhausto para combatir el día, demasiado herido para combatir sus demonios. La velocista le observó mientras el chico intentaba conciliar el sueño antes de ella imitar su acción, dándole la espalda y cerrando los ojos, intentando hacer oídos sordos a los gritos en su cabeza.

 La velocista le observó mientras el chico intentaba conciliar el sueño antes de ella imitar su acción, dándole la espalda y cerrando los ojos, intentando hacer oídos sordos a los gritos en su cabeza

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