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Hey, chico de la iglesia.

Una semana después, me miraste mal.

Me saludaste por educación.

Al terminar la reunión del Grupo Juvenil, me acerqué a ti y te pregunté qué te pasaba.

A lo que respondiste:

—Lo siento, ¿sí? Es que tu amiga me ha hecho enojar y bastante.

—Te ofrezco una disculpa por todo lo que te dijo... pero debes saber que yo no estoy involucrada en eso. Solo le comenté sobre ti y ya armó un escándalo pensando que me gustabas. Y no. Por eso te escribió. Mal entendió todo, discúlpame.

—No, tranquila, sé que no tienes nada que ver. Y es más, a ella le dije que me parecías una persona súper seria. Y dejó de hablarme, cosa que agradezco. Pero supongo que también me molesté contigo. Pero discúlpame. Sé que no tuviste nada que ver.

—Disculpa si te molestaste, Andrew, pero al menos ya sabes que yo no le dije a ella que te preguntara todo eso.

—Lo sé, nos vemos, Lucía.

—Adiós, Andrew.

Me diste un beso en la mejilla y te fuiste.

Y de repente la desilusión que sentía por ti se esfumó.

-Lu.

Hey, chico de la iglesia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora