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Dos años después...

El celular de Andrew suena aproximadamente a las tres de la mañana. Se despierta asustado, y alarga el brazo para alcanzar el aparato estruendoso.

Al observar la pantalla se asusta más, al ver que se trata de su novia.

—Lu, amor, ¿estás bien?

Soy Marie, Andrew —los nervios y la preocupación del joven están más al borde cuando escucha a su suegra en un hilo de voz.

—Marie, ¿qué sucede? —pregunta exasperado.

Es Lucía. Estamos en el hospital... ella... no sé qué pasó, nos despertó con un grito, quejándose del dolor en todo su cuerpo... al parecer está muy mal, por lo que nos ha dicho el doctor... —la suegra de Andrew se detiene para sollozar fuertemente.

—Voy para allá, Marie por favor, por lo que más quieras cálmate... sólo ora, pídele a Dios por ella... llegaré en unos minutos.

Andrew se cambia en menos de lo que canta un gallo. Sentía sus ojos lagrimear y su corazón rompiéndose.

Ahora entendía. En sus últimas citas con Lucía ella en poco tiempo se agotaba demasiado. Ella simplemente no le prestaba atención.

Lucía estaba mal.

El joven se adentra en la habitación de su madre y la despierta suavemente.

—¿Qué pasa, Andrew? —le pregunta molestándose.

—Solo venía a decirte que voy a ir al hospital. Lucía se puso mal. ¿Te puedo pedir que ores por ella, por favor?

—Lo haré, ve rápido, dale mis saludos a Marie y Diego.

—Gracias mamá —besa la frente de su progenitora.

Andrew sale disparado de su casa y parte hacia el hospital en su nuevo auto, a toda velocidad.

Cuando llegó, llamó a Marie para que le indicara donde se encontraban, ella le dijo que en la sala de espera y allí se dirigió.

Divisó a sus suegros, y a su cuñado, quien en los tres años de haber conocido a Lucía, solo había visto pocas veces.

—Buenas noches —dice, para que capten su atención. Todos posan la mirada en él—. ¿Cómo está ella, Marie?

—Aún no lo sabem...

El ortopedista de Lucía aparece y la familia de la joven se pone de pie.

—¿Cómo está? —pregunta María.

—Créanme, que yo sé que esto no va a ser fácil. También es duro para mí, llevo toda la vida de Lucía conociendo cada enfermedad nueva... esto era inesperado...

—Hable ya, Doctor —insiste Andrew a lo que sus suegros le dan una mirada de regaño.

—Tiene un cáncer óseo terminal —responde mirando a la persona que lo interrumpió—. Está extendido por todos sus huesos, y no sabemos en qué momento pasó.

Las cuatro personas que estaban acompañando a Lucía, miran al doctor sorprendido, y con los ojos llenos de lágrimas.

—Ella... —el doctor Luis suspira—. Por favor, siéntense —cuando le obedecen termina de hablar—. Ella ya ha luchado demasiado...

—Y va a seguir luchando —vuelve a interrumpir Andrew.

—Andrew —lo regaña Marie—. Prosiga, doctor.

—Y todo da a que ya llegó su hora... Lucía tiene un mes de vida antes de que el cáncer la consuma por completo.

No se podía explicar lo que sintieron los cuatro en ese momento. Sus mundos y sus corazones se rompieron al escuchar que la persona que más amaban en el mundo, estaba a punto de morir.

El doctor se retira no sin antes decir:

—Ojalá este mes sea el mejor de su vida... sean fuertes, como ella.

Andrew pega un grito en el cielo y comienza a llorar.

—¡Lu no va a morir! ¡MI LUCÍA NO VA A MORIR!

Se tira en el suelo. Se sentía derrotado. Se sentía vacío.

Después de media hora, decide volver a sentarse en su sitio y calmarse un poco más.

Diego y Marie se habían ido a preguntarle algo al doctor.

Solo estaban su cuñado y él.

Con solo ver el rostro de Jorge cualquiera se deprimiría.

—Jorge —pronunció Andrew, situándose junto a su cuñado. Él lo mira—. No quiero ser grosero contigo, y sé que no es el momento. Pero también quiero decirte algo que me lo he tenido guardado desde hace tres años.

Jorge solo lo mira con atención. Sabía lo que se venía.

—¿Por qué? ¿Por qué le diste la espalda a tu hermana cuando más te ha necesitado? No sé tus razones, pero yo no creo que Lu te haya hecho algo tan malo como para que seas así con ella. Llevo saliendo con ella dos años y un poco más, y te he cruzado de casualidad tres veces. Ella me contó todo. Me contó que tú y y el señor Diego habían tenido una horrible discusión, y luego simplemente cuando pasó el tiempo olvidaste a Lucía. Desapareciste así como así, inclusive se enfermó y te alejaste mucho más. No te quiero juzgar, pero Lu no merece todo el daño que le has causado, y más te vale pedirle perdón y estar con ella en este último mes, que así sea en lo último, ella lo va a valorar, créeme, yo la conozco, porque además de ser mi novia y el amor de mi vida, es mi mejor amiga. Y ella te va a perdonar a pesar de todo lo que has hecho.

Jorge solo asintió a todo lo que le dijo su joven cuñado.

—Gracias, Andrew.

Hey, chico de la iglesia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora