Extra 4

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El aun no regresaba y yo no podía sacarme de la cabeza lo que leí en el diario, pasaron dos agónicos días en lo que él no estaba y yo aun preguntándome ¿Qué había ido a hacer? No lo sabía, no me lo quiso decir... tenía sentimientos encontrados luego de haber leído aquello, pero no podía decirle que lo había leído, de seguro se enojaría conmigo.

Tenía un nudo en la garganta una extraña sensación en la boca del estómago que no me dejaba en paz y una agonía constante que no dejaba mi pecho. Suspire... y escuche la puerta abrirse él había regresado.

-Estoy de vuelta, prisionero –Dijo con una sonrisa de burla en sus labios –

-Bienvenido de vuelta –Contesté sentado en el sofá fingiendo ver la televisión –

-De seguro estuviste muy aburrido aquí solo ¿no deseas salir? –Me pregunto llegando al lado del sofá, levante la mirada para mirar sus ojos, zafiros neón intenso, brillaban, aun después de todo lo que pasó sus ojos seguían brillando –

-Si –Contesté –me iré a bañar y luego salimos

-¿te paso algo? –Me pregunto –Te... sientes distinto

-¡¿Quién estás distinto grandísimo animal?! ¡Llevo dos días aquí encerrado! ¡¿Qué esperabas?! –Exclame no quería que se enterará, no quería sentir lastima por él, de seguro me odiaría por eso –

-ah...ese si eres tú –Sonrió nuevamente ¿Cómo puedes sonreír? Volteé a mirar hacia otro lado cuando me tomo de mi barbilla, sus ojos, fijos en los míos como si lograran ver mi alma y mi sensación de culpa –Esa expresión es tan tierna –Y beso mis labios, quede sorprendido por ello, pero no pude resistirlo, mi mano se aferró a su hombro apretándolo, mientras nuestras lenguas luchaban por dominar a la otra y explorar, hasta que nos separamos por la falta de aire con un pequeño hilillo de saliva –Dulce... sabes tan dulce

-Cállate –Gruñí separándome de él y yéndome hacia la habitación escuchando un "tan arisco" de su parte –

Me adentré a la habitación completamente sonrojado, cerré la puerta y toque mis labios sentía un leve hormigueo en ellos, mi corazón se sentía caliente ¡¿Esperen?! ¡¿Me estoy comenzando a enamorar del tipo que prácticamente me secuestro?! ¡¿Qué es esto síndrome de Estocolmo?! Agüite mi cabeza varias veces, esos pensamientos eran absurdos para una mente tan coherente como la mía, me fui a bañar y luego al salir me coloque la ropa y allí estaba él esperando en la sala.

-¿vamos? –profirió yo solo asentí para seguirle –

Estuvimos todo el día afuera, me compro cosas, aunque a veces la rechazaba otras veces no porque realmente las quería, como el chocolate o la paleta o el helado, si amo los dulces ¿y qué? No muy seguido podía darme esos gustos.

-Un chico arisco que le encantan las cosas dulces –Comentó mirándome comer mi chocolate felizmente –

-¿Qué tiene de malo? –Pregunte arqueando una ceja interrogante –

-que para comer tanto dulce, eres muy amargo –Respondió –

-Y... ¿Qué fuiste a hacer? –Pregunte, su cuerpo se tensó por un rato –Responde que esta no te la dejaré ir tan fácil –él solo suspiro –

-Fui... a visitar a alguien... muy desagradable para mí, asuntos legales –Respondió –

-"¿fue a visitar a su padre?" –Pensé, termine de comerme el chocolate y tiré la bolsita en un cesto de basura para tomar su mano, me miro sorprendido yo no dije nada –No tienes que contar más si no lo deseas

I HATE YOU!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora