La viuda negra.

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Ves cómo la felicidad va alcanzando poco a poco a la gente de tu alrededor. A algunos les besa, a otros les hace el amor, de otros se hace novia y vive con ellos durante mucho tiempo. Y a ti, que siempre de lejos la ves pasar, apenas te acaricia. La ves en un pestañeo, apenas sientes su roce perfilando tu sonrisa. Y cuando se va, solo deja su esencia escupiéndola en tu boca con desprecio. Su saliva ácida resbala por tu garganta formando un nudo que duele. Tu sonrisa ahora es una mueca sin sentido, y tus ojos han muerto una vez más.

La tristeza abraza tu cintura por la espalda y besa tus párpados para despertar a los zombies de tus ojos. La saliva de la tristeza es salada y forma tus lágrimas para regalarte una caricia fría hasta la comisura de tus labios, para que la curva de estos se vuelva recta. Repara la sonrisa rota de tu boca y te entrega el beso de la muerte que no te mata. 

Lames tus lágrimas. Bebes su saliva. Así guardas la muerte en tu paladar. Tu interior se marchita como una planta a la que has regado demasiado. En silencio, y entre risas. Tu cuerpo resucita. Nadie se ha dado cuenta de que la felicidad se ha aliado con la muerte y te han violado el alma una vez más. Asustada, llora en un rincón de tu mente empapando las neuronas que te permiten soñar. 

El miedo me acuna entre sus brazos, agitándome y haciéndome temblar. La felicidad multiplicada baila ante tus ojos, divirtiéndose al hacerse desear. Con un último suspiro le he jurado que, por mucho que la envidia me susurre al oído, aunque la ira me estrangule y muerda mi sien, por siempre la recharazaré. 

Si nunca se me acerca, nunca se podrá alejar. 

Mi rincón oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora