Bill II

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Sus ojos ardían, junto con su cuerpo. Le daba asco no quería verse a si mismo, pero debía hacerlo si no quería que el acto volviese a suceder debía actuar y abandonar al mayor en la cama para prepararse para el instituto.

—Vamos sonríe ve y habla con tus mejores amigos, tus acompañantes no puedes hacerles sentir mal con tu mal humor, Bill Cipher es un ¡Nuevo día!—Después de sacarse varias sonrisas y subir un poco el autoestima y el orgullo que se encontraban en el piso, se fue en marcha a ver a sus amigos en el "lugar de siempre".

Al acercarse a esa esquina, rodeada de flores y la típica fuente gregoriana, pudo divisar a sus amigos, pero algo extraño pasaba, sus ojos estaba frente a una terrible escena.

—¿Qué paso?
—No lo sabes...si tu Madre nos envió esta carta.
—¿Ca-carta?

Queridos Justin, Ben y Emma :

La Familia Cipher se mudara a Inglaterra lejos de esta vida espero comprendan que mi hijo ya no vendra a la escuela y que la vida acá en Argentina termino esperemos no les duela nuestro retiro.

Atte: Danna Cipher

Esa no era la letra de su madre, esa mala redacción no la tenía su madre y no tenía sentido mandar una carta a los amigos del rubio. Pero a su mente solo vino un nombre, Daniel.

No podía hablar de eso con ellos, ni con nadie, las lagrimas caían por sus mejillas se alejaría de su mayor razón de vivir, su guía de cada día. No le vio sentido el asistir aquel día a clase, sus ojos reflejaban ira mientras lentamente comenzaban a llenarse de ese líquido salado, estaba cansado de llorar, estaba cansado de Daniel.

El grupo quizo abrazarlo pero era demasiado tarde, Cipher se encontraba caminando en reversa dispuesto a huir no toleraría más todo aquello, ya no podía. Quería correr y gritarle lo mucho que lo odiaba, aunque fuese mentira, quería decirle que no deseaba que dañase más ese frágil corazón que latía con dificultad. La nube de ira desapareció al estar frente a su casa. Aunque peleará con él, terminaría perdiendo. Sus sentidos se activaron, la casa estaba completamente vacía o eso parecía, lentamente al cerrar la puerta corría con delicadeza a su habitación para hacer las maletas, chocándose con su pesadilla que se encontraba perdido en un placido sueño. Un par de ropas, otro par de monedas, no sabría si podría huir pero lo haría por más que le cueste, el sobrevivir. Era mejor que el sobrevivir junto a ese monstruo.

—Mi niño ¿Qué haces con eso? ¿Ya te enteraste que nos vamos?-Hablo en tono abrasador más al menor le provocaba más miedo ese tono de voz del azabache—¡¿Porque haces esto?! sabes que no quiero irme—sollozando y tratando de sonar suplicante para ganar la pelea de quedarse en su país—Pero yo si, obedecerás sin pensarlo dos veces así que—tomó un tono más firme—¡sube a tu cuarto a guardar todo! la mudanza sera este sabado y no saldrás de acá, no volveras a ver a esos pendejos juguetito ¡mío!—se levanto intimidando al menor—¿Fui claro?

El daño ya estaba hecho, el corazón destrozado una vez más intentando buscar una salida, que había hecho en su vida pasada, para merecer tal cruel maltrato. Comenzar de nuevo no era una opción pero ¿había salida? Una última pregunta lo poseía mientras las maletas eran empacadas y las cosas embaladas.

¿Por qué me toco esta Vida?

[Editado]

 Vida. [Tomco•Billdip] Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora