Las risas son la única medicina que podía curarlo todo, en una bella plaza con una fuente gregoriana acompañándolos se encontraba un grupo de adolescentes, con el rubio presente tratando de ignorar su vida, al menos en ese preciso momento. Su vista se elevó al enorme reloj de aquella plaza tan bien decorada sabía que llegar tarde no sería nada bueno en su residencia.
—¡Adiós chicos!—dijo el joven de orbes oscuros para cruzar la calle con una sonrisa en el rostro—Adiós—decía el resto, moviendo la mano felizmente frente a él.
Al perder de vista a sus amigos puso su verdadero humor sin una sonrisa, una mirada melancólica y suspiros repartidos por todos lados hasta llegar a su casa mientras pensaba. No sobreviviria sin ellos, sin tardar llego a aquella sombria casa blanca, al frente unas ventanas relucientes y a los costados un delicado color durazno adornaba la residencia.
Una casa elegante tenía la familia "Cipher" esta era una familia reconocida en la ciudad, lamentablemente después del hecho, el resto de la familia se obligó a migrar dejando ese funebre ambiente solo para él.
—Llegue. Dijo timidamente el rubio, mientras ingresaba a la casa con toques antiguos, al último piso donde era su hogar, el ambiente no tardaba en impregnarse de ese asqueroso aroma a Jack Daniels, sabia lo que le esperaba y su mirada cansada admiro a su madre, sentada y con la copa en mano junto a un cigarrillo en la otra, con ese asqueroso vestido rojo que la hacía ver como una dama nocturna—Es tarde. Sentenció, para darle una calada más a su desgastante veneno, la mezcla le daba una horrible faceta. Más cuando veía a su hijo, a ese que se convertía en hombre, era igual al hombre que alguna vez había amado—Basura inmunda—descargó su ira—¿Qué deseas?—dijo tratando de esconder esa voz rota que llevaba por dentro—Llévale la comida a tu padre—señalo la cocina, él ya resignado y con temor, levanto la pieza con la comida para dirigirse a la habitación de su padrastro. Él no es mi padre, pensó mientras subía lentamente las escaleras al segundo piso de la casa. Detestaba llegar a ese piso, a esa habitación de la cual nada podía oírse, solo el sonido de esta cerrándose y después silencio.
—Da-niel. argumento con temor después de cerrar esa inmensa y gruesa puerta, la habitación que era la que compartía con su madre también, se encontraba desordenada y con algunas piezas rotas por la casa. Discutieron, no quería saber del por que de aquella pelea, solo quería dejar esa comida y huir.
—Billy. Al fin había vuelto a la realidad con esa rasposa voz frente a él, su cabello se encontraba desordenado y la ropa desacomodada junto a un leve arañazo que tenía en la mejilla derecha, sus ojos café oscuro lo asechaba, su piel relucía con algo de sudor. Mi bebé—toco la mejilla contraria mientras su delicada mano descendía hacia la cintura del menor. No podía moverse, su labio comenzaba a temblar no deseaba llorar pero la ira eso le provocaba, sus manos se aferraban fuertemente a la bandeja de comida que llevaba.
—¡Mirame! mi amor ¿Qué pasa?—dijo a lo que el rubio se alejo del agarre del hombre, dejando la comida en la mesa que se encontraba cerca a él. Su corazón no soportaba todo aquello, no podía con todo eso, no podía tolerar tanto maltrato del contrario, y como un arma que acabas de disparar con temor, él no sabía dónde aterrizarían sus palabras—No me llame así. La bala lo había herido, pero no lo había matado, deseaba que su pequeño lo consolara después de esa horrible pelea con aquella mujer, pero no. Se encontraba ahí, retándolo y negándole como si de un desconocido se tratara. Las pupilas prendieron fuego que helaba al menor, para sujetarlo de la camisa que este vestía y levantarlo por los aires. Quería gritarle que le pertenecía, que era un objeto que él iba a utilizar cuando le placía. Su...suéltame...me—su respiración se cortaba y su cerebro quería dormir, pero sabía que esa paz no adquiriría este día, lo soltó fríamente mientras su cuerpo, y su dignidad, aterrizaba fuertemente en el suelo lastimándole los músculos. Pero más le interesaba la marca de los dedos de Daniel en su cuello, ya venía venir la escena siguiente, el contrario tomándolo del brazo y llevarlo a la cama matrimonial, para complacerse a sí mismo y dejar a un pequeño rubio llorando al final de tal acto. Pero no, al abrir los ojos con temor el azabache había abandonado la habitación.
¿Cuándo se le ocurrio amar a ese hombre? ¿Cómo se enamoro de él? ¿Cómo le entrego todo? ¿Cómo? Su cabeza torturaba una y otra vez a su pobre conciencia que ya se encontraba harta de buscar respuesta para esas preguntas incoherentes. Por qué el amor era incoherente y listo, su vista se dirigió rápidamente a su habitación donde al cerrar la puerta con su cuerpo, no pudo más y comenzó a descargar ese mar de emociones en sus rodillas.
[Editado]
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Vida. [Tomco•Billdip] Terminada
FanficLife. #304 Vida #4 Alegrias #3 Tomco #3 Lucitor