Recaída

23 1 0
                                    

Me armo de valor y cruzo la puerta, miro hacia todas partes, insegura, para darme cuenta que Melisa no está dentro. Respiro más calmada y me siento donde acostumbro.

Saco mi celular y divago en mis redes sociales.

Llega a mi nariz un olor peculiar y casi aterrada levanto la mirada. Ahí está, la persona que ah causado un pequeño o gran trauma en mí. Melisa. Mi corazón se salta un latido y mi respiración se ah cortado. Cambio mi expresión para que ella no note mi consternación y me concentro nuevamente en mi celular.

Ella se acerca a su lugar que es, – para mi mal – delante de mí. No puedo evitar sentirme nerviosa, ansiosa, y de todo un poco, es como si lo mucho o lo poco que había logrado dejar de pensar en ello, en estas vacaciones resurgiera en mi mente con aun más fuerza y sin razón de apartarse de mi pensamiento a partir de este instante.

Cuando percibo el olor aun más fuerte que antes, levanto la mirada y ella está ahí, justo delante de mí, pone su mochila en mi mesa y la abre.

–     Hola Macchi.- ella me saluda usando mi apellido como es que acostumbra.

–     Hola Mely.

Yo normalmente uso el diminutivo de su nombre para llamarla, diría que lo hago porque es de cariño pero si lo analizo un poco más puedo darme cuenta que no solo es cariño sino que también la compasión y la pena hacia ella van dentro de ese pequeño apodo que le eh dado.

Tengo la costumbre de acercarme a aquellos que puedan estar con baja autoestima para intentar subírsela, no sé el por qué de que lo haga solamente es algo que se ha vuelto natural en mi.

Miro como ella saca su perfume el cual siempre carga en su mochila y comienza a bañarse en el, trato de apartarme un poco para que no me caiga ya que es un olor tan dulce que no es muy agradable para mi nariz. Una vez ah terminado de perfumarse me insta a levantarme para dirigirnos a la cafetería. La sigo con precaución y cuidando sus movimientos.

Esta mañana en mi mente no ah parado de repetirse aquello que Verónica me menciono no mucho tiempo atrás “… Melisa es lesbiana…” suspiro y alejo todo pensamiento negativo, eh decidido que a pesar de sus preferencias sigamos siendo amigas, respetándonos la una a la otra. Y con ese pensamiento continuo mi día.

Al llegar a casa el ambiente es pesado y lúgubre, no tomo importancia así que me dirijo a mi cuarto para hacer mi rutina, comienzo por quitarme el uniforme para colocarme una pijama. Me parece raro el silencio arrastrante que hay en la casa así que una vez más bajo las escaleras, busco a los integrantes de mi familia pero al parecer no hay nadie, mi respiración se atora en mi garganta y todos los pensamientos negativos van a mil por hora viajando en mi imaginación.

Enciendo cada luz que hay en mi camino solo para darme cuenta que no hay nada en la casa. Mi preocupación va en aumento así que corro escaleras arriba a mi habitación. Hay una persona que por más que intente no logra salir de mi pensamiento, me insulto mentalmente y suelto un grito de frustración al mi padre  no coger el móvil. Me paralizo en mi lugar. Mi respiración es acelerada y no puedo hacer más que concentrarme en que no haya pasado aquello que mi mente grita. Mis ojos pican y siento mi corazón en la garganta. Algo dentro de mi mente me hace moverme y comienzo a correr esta vez hacia la primera planta, buscando pistas o lo que me pueda dar una idea de lo que ha pasado.

No encuentro nada y estoy desesperada. Miro el reloj y solo han pasado 5 minutos desde que llegue a casa, me sorprendo de lo relativo que puede ser el tiempo. Sin saber que mas hacer me retengo en una pared dejándome caer al suelo al notar que mis piernas no soportan mi peso en estos momentos, la adrenalina que antes circulaba por mis venas sale de mi cuerpo, en pequeñas gotas que cruzan ilegalmente mis lagrimales para correr hacia mi mentón.

No soporto el estar sin moverme, la ansiedad tomando mi cuerpo, camino esta vez a paso apresurado a donde eh dejado mi celular, miro la pantalla con la vista nublada por las lagrimas que aun retienen mis ojos, hay un mensaje y decido abrirlo.

“ale, estamos en el hospital…” no necesito leer mas, se exactamente lo que ha pasado. Me siento tan impotente que una vez más me destrozo en el suelo, vuelvo a tomar mi celular para terminar de leer el mensaje.

“… tu mamá se ah desmayado.

                    –papá”.

Trato de relajarme aun sabiendo que es casi imposible, llamo de nuevo a mi padre sin éxito alguno. Decido que Ana puede estar alla así que también la llamo.

–     ¿Hola?- pregunta ella al descolgar el teléfono celular luego de cinco segundos frustrantes para mí.

–     Ana, ¿en donde están?- pregunto con rapidez, no pienso perder mas tiempo.

–     ¿Aun no lo sabes?- bufo, y en mi mente le doy un golpe para que reaccione.

–     Si lo supiera ¿te lo preguntaría?- respiro pues no hay porque tomarla contra ella–, ¿Dónde está mamá?

–     Estamos en el hospital del parque central. Aguarda en casa, iremos por ti.

–     Gracias.

Cuelgo la llamada y trato de relajarme, no sería bueno para mi madre que la visitara yo estando alterada. Mientras espero me tomo un té de manzanilla para intentar calmarme. Las lágrimas no tardan en aparecer después de un rato. Dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y si es exagerado pero me doy cuenta que no le eh dicho a mi madre cuanto la quiero desde hace unos años. Es tal la desesperación y la impotencia, que siento que no puedo evitar que varios gritos de frustración salgan de mi boca y algunos otros mueran ahogados en mi garganta.

Poco convencional.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora