Había perdido la noción del tiempo, quizás eran 6 días o mil desde el duro entrenamiento que comencé a realizar con Lexa, la mujer tenía una increíble capacidad para sacar tu máximo potencial con sólo mirarte de forma intimidante.
Había terminado la sesión de día jueves, sesión de 4 horas en las cuáles practiqué cada movimiento que había aprendido con el paso de los días, mis brazos se sentían duros, mi abdomen también y una gran cantidad de pequeñas gotas caían por mi frente. Estaba absolutamente convencida de que la chica había descubierto en mí capacidades ocultas, mi elongación aumentaba y la destreza para realizar pequeños pero certeros movimientos se volvían más precisas. Resignada estiré mi cuerpo en la pequeña colchoneta observando el ventanal y el cielo que aparecía en él.
— Mierda Lexa, no sé cómo me levanto después de tus entrenamientos — hice una pausa para volver a respirar — un día le romperé el brazo a Charlie y no sabrá como lo hice.
La morena tatuada comenzó a reír — Wow Riley, que confesión. No quería saber tantos detalles de tu intimidad.
— ¡Hey! — reí — ¿qué tal si hablamos de la tuya?
— No hay nada que hablar... Sería bueno si me presentas a alguien. — levantó su ceja.
— ¿Qué tal Sally? Mi amiga, la pelirroja del otro día — era imposible perder una oportunidad, si la pelirroja lo había mencionado ¿por qué Lexa no? — es muy guapa.
— Ya lo he intentado, la he mirado furtivamente y sólo me ignora — se estiró en la colchoneta de al lado — creo que no recibo vibras lésbicas de su parte. Lo siento eso sonó extraño. Pero, en fin, la conocí hace algún tiempo por los chicos y nada, así que prefiero ignorarla.
Me levanté de improvisto observando su acalorado rostro — ¿Vives en un mundo paralelo o algo? — Lexa me observó divertida y extrañada — Le encantas Lexa, por favor.
Ambas volvimos a observar el cielo por unos segundos silenciosos, de seguro en su cabeza no dejaba de resonar la palabra Sally, mientras que en la mía resonaba éxito.
La chica de los tatuajes aceptó ducharse en casa ¿en casa? Ok, en casa de Charlie. Mientras la morena se quitaba el sudor en la ducha de invitados, yo realizaba lo propio en la del baño principal, maquinaría un pequeño plan para que eventualmente las chicas se encontraran. Había descubierto la atracción mutua, y ahora que tenía una vida amorosa activa era menos despreciable con aquellos temas.
Mis nuevas amistades me hacían feliz, pero sólo pensar en ellas era un recordatorio vivo y caminante de mis viejas compañeras de cuarto, si antes tenía certeza de cuanto quería a Becka y Ashley, ahora estaba más que convencida. Un pequeño sentimiento se gestó en mi pecho y sentí la loca necesidad de escapar, al menos por una hora, otra vez.
— ¡Lexa! — grité desde la habitación — ¡Lexa, Lexa, Lexa! No te vayas aún.
— Hey, aún estoy aquí Riley — apareció secando su corto cabello.
— ¿Me llevas al hospital central?
— ¿Quieres que Charlie me meta a la cárcel o algo? — dijo al mismo tiempo que levantó su ceja de forma desafiante. Se cruzó de brazos esperando las palabras de arrepentimiento.
— ¿¡Por favor!? — le supliqué.
— Arg, te llevaré. Pero se suponía que eras desconfiada y recatada.
— No sé qué sucede conmigo últimamente — respondí levantando los hombros con honestidad.
El camino hacia el hospital jamás se había sentido tan gratificante, si bien nunca odié ir a trabajar, el tiempo fuera de la práctica parecía eterno. El viaje en metro opacaba gran parte de la ciudad, pero eso no me hacía olvidar el camino. Lexa manejaba su auto con tranquilidad mientras tarareaba una canción de rock que sonaba en la radio. La puerta principal se hacía presente, sus grandes ventanales opacos también, en la recepción estaba el joven Jeremiah moviendo papeles y contestando una que otra llamada telefónica.
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Las decisiones de Riley [TERMINADA]
Romance[UNA NOVELA DE ROMANCE Y ACCIÓN] Riley es una Enfermera de 26 años con una vida normal y un pasado difícil, o así lo creía hasta que se reencontró con un viejo conocido de su escuela en Jacksonville, quién finalmente cambió su vida por completo. Lo...