Capítulo 29

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Sentí un fuerte apretón en mi mano, era Bradford, sabía también lo que se venía. John Savack con sus ojos desorbitados y su mandíbula tensa entraron de sopetón, un Donovan a maltraer intentó posicionarse entre nuestros cuerpos, pero fue ágilmente deslizado por uno de los chicos sin emociones que habían llegado junto al líder. Sentí como se enfrascaron en una intensa lucha de poder, mi corazón latía observando cómo de pronto y en cualquier instante el chico apático sacaría su arma y la usaría para acabar con la situación. Savack, riendo desesperado, me arrastró por el pasillo sin esperar a nadie, sin oír a nadie, él sólo me quería llevar a alguna parte de su cuartel sin medir las consecuencias. Estaba actuando de una forma desaforada, sabía que eso tenía que jugar a mi favor. 

Observé como de un pequeño cilindro metálico extraía una buena línea de coca, mientras yo pegada a la pared no me quería perder detalles. Dentro de ese extraño y helado edificio viejo, tenía una especie de centro de reuniones, nada lujoso a lo que estaba acostumbrada a observar, se había puesto dentro de la mesa principal, que aproximadamente alcanzaba para recibir a 10 de sus socios. Intenté observar el lugar, para su sorpresa cerré la puerta que se encontraba tras de mí, giré el pestillo mientras él inhalaba. No esperaba que no lo oyera, más bien que lo sorprendiera. Su mirada perdida se encontró con la mía, John era alto, pero muy delgado, no era de los que se pudiese defender solo, por ello siempre andaba con sus matones, pero no podía olvidar que tenía la fuerza de un hombre, pero allí me encontré de todas formas, parada con firmeza, frente a frente, esperando que la cocaína acelerara sus pulsaciones, empuñé mi mano, caminé lento, iba a su encuentro, a joderlo con un engaño.

—  ¿Qué crees que estás haciendo? — reía, y no sabía si estaba parpadeando.

—  Solucionemos esto. 

—  Créeme que se cómo solucionaremos esto. Y cuando hayas recibido el suficiente castigo te quedarás aquí, y te podrás olvidar de tu puto mundo. Me aseguraré que tus padres se olviden de tu existencia, que tu hermano Tom no vaya a la universidad. — dijo acercando su cuerpo con poca sutileza.

—  Maldito psicópata.

—  Si creo que en eso me he transformado por querer poseerte Riley. Tan diferente. Te lo podría haber dado todo y ni eso querías. Tan diamante en bruto, una pequeña con gran potencial de ser un tanto más elegante, refinada. Habrías sido mi primera dama, pero no quisiste. Y te metiste con el dueño de todo.

—  No fuiste sincero. — intenté sonar convincente, como si quisiera entablar una conversación.

—  No necesito serlo. Pero no dejas de sorprenderme, siempre te observé en la escuela, con una vida tan normal, tan pareja. Siempre llamaste mi atención. ¿Me pregunto qué habrás hecho tan mal para que se haya muerto el amor de tu vida? Creí que yo era el malo, al que le iría mal en la vida, a quien cogería el Karma. Tantas veces Brad en el último tiempo se vanaglorio de tí, yo podía tenerlo todo ¿pero qué era lo que hacía que el chico estuviese tan enamorado de tí? Tenía que probarlo por mi mismo.

—  Creeme que no probarás nada,  tarde o temprano el Karma te alcanzará, quizás mas pronto de lo que crees. — respondí apenas. Había hablado de Brad.

Sentí su respiración en mi cuello, estaba exacerbado, pero prisionero de la cocaína. Fue allí donde caí en cuenta de que realmente él no sería el principal estorbo, si no toda la gente que contrataba para su servicio. Le di un certero golpe en su entrepierna que lo dobló hasta la altura de la mesa, de sorpresa antes que pudiese reaccionar golpee su cabeza contra la fina madera. Una creciente rabia se apoderó de mí, no podía dejar de hacerlo, no podía dejar de golpear su cabeza contra la mesa que de seguro alberga interesantes reuniones. Logró empujarme con facilidad, no caí, estaba pensando en Lexa, mis piernas con el suelo fueron una, seguía firme, no pararía. Levantó su rostro que ya tenía sangre, mareado y enrabiado corrió a mí, el efecto de la coca estaba en su máximo peak. Me lancé sobre la mesa esquivando al torpe Savack, ahora la que se reía era yo. Lancé una patada que dio de lleno con su boca, mientras que sus manos intentaban zafarme del mesón. Me tiró al suelo, caí bien, me apoyé en mis manos, pero de pronto lo tenía encima, enrabiado, sobando su asqueroso cuerpo contra el mío. 

Las decisiones de Riley [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora