Capítulo 41 "Siempre alguien te trae hasta aquí."

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DOBLE nota importante al final.

Narra Justin:

Esta mañana he dejado a _____ en Stratford, no ha hablado en todo el camino y me da pena, sé que no quería volver a pisarlo, como también la jueza sabe que ese sería su mayor castigo, y ahora no puedo parar de pensar en cómo lo estará pasando.

No hemos decidido aún quién se llevará el coche cada día, pues yo puedo realmente coger el transporte público, pero tendría que levantar más temprano y dice ella que le da cosa, pero la pobre está tan centrada en sus problemas que no sabe que acaba siendo lo mismo, o peor, si le tengo que llevar, pero prefiero no decírselo.

Aparco el coche en el parking del taller, la verdad, es bastante grande y tengo un coche tan viejo que me da miedo que mi jefe lo confunda con uno para coger piezas y arreglar otro, cualquier dia me lo encuentro hecho pedazos.

"Buenos días." Digo en alto a mis compañeros, o eso creía, porque no hay nadie. Miro el reloj y son en punto, es la hora. Doy unos cuantos pasos y solo veo luz al final del taller, dentro de la pequeña oficina donde se atienden los pedidos. Me meto las manos en los bolsillo y ando hasta el final observando todo, no me fio ni de mi propia sombra ya.

"Buenos días." Repito pero esta vez más alto.

Oigo trasteo en la oficina y acaba saliendo mi nuevo jefe, aún no me se el nombre y no creo que vaya a necesitarlo porque aquí todo el mundo le llama jefe. "Oh, buenas, ¿era Justin?" Pregunta con la cara enfurruñada.

"Sí, Justin." Me inclin hacia delante y nos damos un apretón de manos fuerte y conciso.

"Qué pronto llegas." Dice algo extrañado, me mira de arriba a abajo y se gira hacia dentro de la oficina, dejándome ver solo su perfil y coge un puñado de papeles.

"Bueno, me dijo que estuviese aquí a las 9 en punto y es la hora que marca mi reloj." Me encojo de hombros y suelto una leve risa, en cambio, él se ríe a carcajadas.

"Pensaba que llegarías tade, hijo." Suelta un suspiro y me mira por encima de las gafas, agachando la cabeza. "Nadie llega aquí temprano, ya te darás cuenta."

"¿Pero no tenemos un horario de trabajo?" Pregunto extrañado. Si yo llegaba tarde al taller del padre de Cameron, como castigo me descontaba del sueldo lo que no había estado en el trabajo. Aunque fuese un cuarto de dolar.

"Sí, pero nadie lo respeta, me toman por el pito del sereno." Suelta una carcajada con algo de tristeza en el fondo. "Llegan cuando quieren, o como ellos dicen... cuando pueden." Hace una pausa de se cruza de brazos, dejando antes el montón de folios en la mesa de la oficina. "Después se van más tarde o me recuperan las horas otro día."

"Pero eso no le beneficia mucho, ¿no?" Entrecierro un poco los ojos con la esperanza de que vea que mi intención no era meterme en sus negocios, más que solo quiero tener un trabajo seguro.

"¡Claro que no!" Sonríe pero opino que es por el simple hecho de ocultar cuánto le jode y le duele perder dinero de esta manera. "Pero es lo que hay, los chicos son buenos en su trabajo y acabamos las cosas a tiempo, aunque a veces haya que correr un poco."

"Bueno... si me permite decirle esto." Hago una pausa y me hace un gesto con la mano para que continúe. "Pienso que debería tener más mano dura con ellos, ¿sabe a qué me refiero?"

"Sí, pero no tengo dinero suficiente para pagarle el finiquito a todos y además tienen una familia a la que alimentar." Baja el escalón que separa la oficina del taller en sí y se apoya en la pared. Parecer ser que está cómodo hablando conmigo.

"Bueno, con más razón." Me encojo de hombros. "Si tienes una familia a la que alimentar, no juegas con tu trabajo, ¿no?"

"Cierto, yo no lo hago." Asiente. "Ojalá gracias a ti pueda arreglar este tenderete que tengo aquí."

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