CAPÍTULO 2

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*ANNA*

Solo podía escuchar ruidos irritantes a mi alrededor. Cuando conseguí abrir los ojos me encontré en una habitación de un hospital con mil máquinas puestas haciendo ruido que me taladraba el cerebro. Me dolía muchísimo la cabeza e intenté recordar como había llegado hasta ahí. Los ojos me pesaban demasiado así que decidí cerrarlos y dejarlos cerrados.
Oí abrir la puerta.
- ¿Estás despierta? - me dijo una voz que conocía.
- Sí - dije en un susurro.
- ¿Te duele algo? - dijo la misma voz.
- La cabeza mucho - susurré.
Abrí un poco los ojos y era una enfermera que me hablaba mientras revisaba las máquinas y desconectaba algunas de ellas, lo que provocó un placer intenso en mi cabeza.
- ¿Tienes hambre?
- Sí, un poco.
- Vale, ahora te traigo algo de comer y un pastilla para la cabeza.
- Gracias.
Salió de la habitación y volví a mi soledad. El techo era mi mejor entretenimiento. No sabía donde estaba mi móvil.

Al rato volvió la enfermera con una bandeja con un yogurt y unas magdalenas de chocolate, también había una pastilla y un vasito de agua.
- Tómatelo todo, cualquier cosa pulsa el botón rojo de ahí - dijo señalando el botón.
- Vale, gracias.
Me lo tomé tranquilamente y acabé tomándome la pastilla con el vaso de agua.
Me volví a dormir del aburrimiento.

Cuando me volví a despertar, entraba la luz por la ventaba y me estiré. Me dolía un poco todo el cuerpo pero lo peor era la cabeza. Me parecía que me iba a explotar. Me pregunté si mis padres sabían que estaba en el hospital. También caí en mi amiga Vicky y me preocupé por ella. No sabía donde estaba. Entró una enfermera con mi desayuno.
- Perdona, ¿sabes algo de mi amiga se llama Victoria?
- Espera un momento, tengo que mirarlo en el ordenador.
- Otra cosa, ¿puedo avisar a algún familiar?
- Tranquila, ya están avisados, solo que al ser de otro país tardarán un par de horas en llegar, posiblemente esta tarde.
- Vale, gracias.
Cuando salió de la habitación desayuné y me tomé la pasatilla que estaba en la bandeja del desayuno.

Volví a cerrar los ojos un rato hasta que oí la puerta. Apareció un chico alto de pelo largo y rizado, ojos verdes y de unos 20 años, llevaba una bata de médico y sus facciones me resultaban conocidas. Cuando se acercó le reconocí.

Kamasutra (segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora